Ciudades para la vida

Autor: Sergio Alzate
5 diciembre de 2017 - 12:10 AM

Estos centros son eficientes y neutrales, sin atadura a los misticismos de la izquierda ni de la derecha, son bien planificados para ser competitivos, formales y sostenibles con base en datos objetivamente analizados

Las grandes urbes se han convertido en espacios físicos muertos, caracterizados por la informalidad, la ilegalidad, la segregación, son costosas islas de alta urbanización que brillan por la ausencia de calidad de vida de sus habitantes.

Las ciudades para la vida son como Friburgo, forjadas por visionarios altruistas para pasar de la exclusión y la segregación a la inclusión con equidad. Estos centros son eficientes y neutrales, sin atadura a los misticismos de la izquierda ni de la derecha, son bien planificados para ser competitivos, formales y sostenibles con base en datos objetivamente analizados.

Marcela Román, investigadora en Costa Rica y Centroamérica, citando a AngelShlomo y su libro PlanetofCities, concientiza sobre los retos del urbanismo, del desarrollo urbano y económico con base a tres tendencias interrelacionadas e ineludibles. Primero, en las ciudades el crecimiento poblacional se duplicará en 43 años, y la expansión de la mancha urbana duplicará la demanda de territorio en 19 años, un fenómeno que crece más rápido que la población. Además, el suelo urbano en América Latina es igual o más caro que en ciudades del primer mundo donde el nivel de ingresos per cápita, de calidad de infraestructura y de equipamientos urbanos son muy superiores a los nuestros. Estos desafíos exigen buena gestión de la extensión de las ciudades.

Las ciudades Inteligentes buscan rankearse en las escalas de planificación para atraer inversión extranjera y lograr las grandes transformaciones sin reproducir los errores de las grandes, tienen un norte claro concretado en proyectos estratégicos vivos y dinámicos que aprovechan las posibilidades, intereses, personas y espacios, y los convierte en parte del proceso de logro de metas, objetivos y oportunidades.

Vea también: ¿Por qué ciudades?

Estas urbes tienen un plan de desarrollo que garantiza la expansión urbana con un flujo productivo en las mismas, que respeta y amortigua el impacto de la explotación de recursos en el medio ambiente, son diseñadas y ecológicamente ambientadas para armonizar lo urbano con el paisaje; proveen suficientes redes de comunicación, con servicios de calidad, disponibilidad de tecnología de punta, espacios de recreación, con orden vial y urbanístico, que brindan vivienda digna integrada a un sistema competitivo que permita a las personas arraigarse para construir identidad de ciudad y crecer educadas para desempeñarse en un empleo y formar empresas.

Vea también: Alcaldes lideren la economía

Se necesitan reglas unificadas con una institucionalidad fuerte, técnica y ejecutiva, que desarrolle al máximo su poder y su autonomía, que rindan cuentas con indicadores y se evalúen constantemente para generar capital privado y capital de riesgo, que formalice sus relaciones internacionales para orientar la toma de decisiones. También se requiere un Estado local que funcione con independencia de los poderes fácticos, que supere las marañas y vicios, esos sí planificados como oportunidad a futuro de unos pocos corruptos y grupos de empresarios inescrupulosos.

Hay que hacer más cosas para bajar precios del suelo y neutralizar los efectos de la informalidad en vivienda y en los usos del suelo, para que toda la población tenga acceso a la vivienda digna, hay que tener igualdad en la distribución espacial de la provisión de la infraestructura y los equipamientos urbanos y los servicios.

Nuestras ciudades deben aprender que son sustentables si aprenden a armonizar el mercado de suelos, de vivienda y el desarrollo urbano en las inversiones y las políticas públicas para garantizar la convivencia, la construcción de tejido social, la familia y el buen vivir en una sociedad más compacta.

Deben aprender que los bienes colectivos deben financiarse no con deuda pública sino con la participación de todos mediante el pago de impuestos o la búsqueda de nuevas fuentes de financiación, o con la cooperación por hermanamientos que la potencien.

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