Un diputado en China

Autor: Nacho
13 febrero de 2019 - 03:16 PM

Una crónica de viaje con el político y abogado Rodrigo Mendoza por ese país, para conocer de cerca lo que están viviendo hoy los chinos.

Medellín

Viajar de Colombia a la China es muy sencillo, pero cuando se llega a esa gran nación y se recorre su territorio, se palpa su cultura, sus costumbres, alimentación, su política, filosofía y economía, el choque cultural es total.

Eso le sucedió al diputado y abogado antioqueño Rodrigo Mendoza Vega, quien admitió que ese es el país más extraño que ha visitado. Y ha estado en muchos.

Mendoza Vega es un viajero empedernido no solo por turismo, sino también para fortalecer su formación académica, ya bastante completa con especializaciones en Gestión del Talento Humano, en Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, también en Gerencia, con Maestría en Ciencias Políticas y ahora avanza en su doctorado en fortalecimiento de la democracia y la institucionalidad.

Para ingresar a la China hay que tramitar una visa con tres meses de antelación y si la aprueban la otorgan por 30 días, no sin antes someter al viajero a un análisis exhaustivo de sus ingresos para evitar que se quede residiendo en ese país asiático.

Este político de tendencia uribista tiene una meritoria historia de superación personal y académica, pues de ser muy muchacho “patinador” de la oficina de abogados de los Uribe, Álvaro y Mario, terminó su bachillerato, su pregrado en Derecho, para no parar, paralelo a la actividad política, sus estudios especializados y salir a conocer el mundo de cuenta de su propio bolsillo.

Recomienda para viajar a la China contratar los servicios de una agencia de viajes y con guía en español, porque el idioma es una limitante muy grande. Ni siquiera en inglés, que lo habla bien, es posible entenderse con los chinos, toda vez que las personas que lo hablan allí son muy pocas.

Junto con su esposa Milena Calle, estuvo 20 días en diciembre y enero, conoció doce ciudades, obviamente con sede principal en Beijing (antes Pekín), Nanjing, Shanghai y la espectacular Xian, desde donde partía la legendaria ruta de la seda, además de sitios como la Ciudad Prohibida, la Muralla y la Venecia oriental en Suzhou.

A ese país arribaron el 19 de diciembre y de inmediato comprobaron que se vive otra cultura, empezando porque no rige el año solar, sino el lunar y el año nuevo chino es a finales de febrero.

El 24 de diciembre lo pasaron en la ciudad donde nació Confucio y allí chocaron con la gran diferencia en el campo religioso. Mientras en Occidente rige aún con mayoría la religión judío-cristiana, los chinos tienen más una filosofía de vida en el confucianismo, el taoísmo y el budismo.

A este político no le quedó la menor duda que China es un estado comunista, un régimen totalitario, pero paradójicamente con economía de mercado. “Uno siente que lo vigilan y que permanentemente están observando los pasos de los ciudadanos”.

Han llegado, relata, hasta el extremo de tener un software que permite con la sola faz de la cara identificar en segundos quién es la persona y a qué se dedica.

“Hay una gran presencia estatal en la vida cotidiana de los chinos, quienes profesan un respeto absoluto por las autoridades y por el Partido Comunista, del que se desprende el poder político y militar”.

Lea: Panorama político

El choque cultural también se acentúa con las complicadas comidas, por ejemplo chuzos de alacranes, y con las costumbres como que una mujer a los 27 años es vieja y sus padres la lleva a mercados públicos de matrimonios a ofrecerla con su foto y su hoja de vida.

El diputado Mendoza saca a relucir sus conocimientos de estos países y explicó que hace 20 años los chinos hicieron una transformación total de la cultura maoísta y centralmente planificada a una economía de mercado, con inversión extrajera y se abrieron al mundo.

Fue así como convirtieron de sus 1.400 millones de habitantes, la nación más poblada del planeta, a 120 millones de chinos en nuevos millonarios, personas con gran capacidad de compra, a las que se les ve desfilar en lujosos automóviles que difícilmente transitan en las calles colombianas.

El contraste

Pero el recorrido por el país le permitió detallar el contraste con un campo muy pobre, atrasado, con condiciones de vida difíciles y observar a sectores vulnerables de la población como los ancianos, andando como en hordas por las ciudades reclamando una manutención del Estado.

Rodrigo Mendoza, gran observador, quedó impresionado con el frenesí productivo chino, con producción a escala en todo lugar, en lo industrial y agrícola, que los lleva a no tener casi vacaciones o descansos.

No le gustó el comportamiento o la cultura ciudadana, pues tienen costumbres muy desagradables para el occidental como expulsar las flemas en cualquier sitio público, en lo cual son maleducados, no se disculpan cuando se tropiezan con otra persona y no respetan las filas. Incluso tuvo un alegato con uno de ellos. “No tienen cultura ciudadana”.

El 90% de las motos son eléctricas y silenciosas, y forman un desorden peor que el que hoy se registra en las ciudades colombianas. Además no se escuchan con peligro de accidentes constantes y se mueven por las aceras y las zonas peatonales.

Pero en lo que sí quedó totalmente descrestado y fascinado fue con la infraestructura con carreteras en línea recta a través de viaductos y túneles, con vías ferroviarias con trenes de alta velocidad de más de 300 kilómetros por hora, que llegan a estaciones más grandes que los aeropuertos de Europa.

O con el segundo edificio más alto del mundo, pero con el ascensor más rápido para subir o bajar 125 pisos en segundos, experiencia que la vivió.

"En infraestructura están a la vanguardia” dijo Mendoza.

Y remató que se alimentan de todo y para ello tienen como máxima que comen todo lo que ande menos un carro, todo lo que vuela menos un avión y todo lo que nade menos un barco.

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