Han pasado treinta años desde ese encuentro y el periodismo parece agonizar, porque se niega a hacerse preguntas
Hay una edad en los niños (es tal vez a los cuatro años) en la que enloquecen a los adultos preguntando el ¿por qué? de lo que los rodea. Todo quieren saberlo. Su curiosidad es infinita. Y entonces, el entorno, la familia, la escuela, van cercenando esa vocación de hacer preguntas, van domesticando su pensamiento y la curiosidad desaparece, el niño deja de ser niño y se integra a la alienación.
Es un fenómeno doloroso que se proyecta a todas las áreas. Ya los abogados no se hacen preguntas, ni los médicos, ni los ingenieros, ni los tecnólogos, ni las personas. El conocimiento parece estancado.
Pero hay oficios para los que las preguntas son un imperativo, están inmersas en su ADN. Los filósofos tienen que hacerse preguntas. También tienen que hacérselas los periodistas.
Se realizó aquí en Medellín, en los días 19,20 y 21 de abril de 1990 EL PRIMER SEMINARIO INTERNACIONAL DE PERIODISMO su “leit motiv” era: LOS PERIODISTAS SE PREGUNTAN.
El libro de sus memorias es una verdadera joya que conservo con particular emoción. Estuve ahí. Lo he releído como una especie de terapia para la asimilación de estos tiempos confusos en la que también esa profesión se ha envilecido a niveles desgarradores pues ya son estrellas quienes la ejercen a la manera de corifeos del poder y del gran capital.
Todos los temas expuestos invitaban a pensar: “Los procesos sociales a la luz de la prensa”, “el poder de las historias”, “de la tolerancia permisiva a la guerra sin decisión”, “el niño y la violencia”, “aportes de la ética al ejercicio del periodismo”, “la construcción de una ética civil”, en fin. 23 grandes temas, videoconferencias, conversaciones. 83 asistentes firmamos el Manifiesto de seis puntos que se suscribió como colofón del encuentro. El cuarto punto dice: “Al hacer énfasis exclusivo en los hechos inmediatos e inconexos, los periodistas servimos a la desinformación y reforzamos la ausencia de interpretación global de lo actual. Para oponernos a esta manipulación debemos asumir una subjetividad honesta que nos permita mirar todas las versiones sin naufragar en ninguna de ellas”.
El espacio tiene limitaciones y no es posible reproducir tantas y tan importantes cosas que se dijeron allí y que tienen tanta vigencia treinta años después, cuando la cooptación del periodismo por parte del estado, el capital financiero y las fuerzas más retardatarias ha llegado a extremos tan perturbadores como los que conocemos hoy. Quiero recordar con nostalgia algunas de las cosas que se dijeron:
ANA MARIA CANO, a propósito de la prensa: “Su nuevo papel en la democracia sería la conexión del presente con el pasado y el futuro para ver luz en este túnel que atravesamos, ajeno al destino histórico en el cual unos tercos hechos se repiten sin consecuencias, sin que el transcurrir parezca tener riendas para someterlas a nuestra voluntad, a nuestra decisión”
MARIA TERESA URIBE sobre la atomización social: Esta “palabra demasiado académica y vergonzosamente aséptica para el horror que supone, implica la descomposición del tejido social, la desaparición de los sistemas simbólicos, la multipolaridad de los focos de violencia y ésta, como la práctica socialmente aceptada y legitimada para resolver disensos…”
FRANCISCO DE ROUX: “La pérdida de la moral que había regido a un pueblo es la pérdida de un sentido común de lo que es conveniente para todos y cada uno y de lo que no conviene, de lo que nos hace crecer y lo que nos desbarata”
JAVIER DARÍO RESTREPO: “es imposible ser a la vez óptimo en la técnica y mediocre en la ética profesional. Ese divorcio de la ética y la técnica que es posible en otras profesiones, en periodismo es imposible”.
Han pasado treinta años desde ese encuentro y el periodismo parece agonizar, porque se niega a hacerse preguntas… pues las voces solitarias de quienes mantienen la dignidad en alto son cada vez más pocas, muy pocas…