Y este John Murillo, ¿de dónde salió? Fue la pregunta de muchos colombianos mientras veían expectantes como el atleta nacido en Apartadó luchaba al lado de los mejores saltadores del mundo y alcanzaba a contemplar la hazaña de ganar otra medalla para Colombia en los Juegos Olímpicos Río 2016 en salto triple luego de la feliz y previsible presea dorada de Caterine Ibargüen.

Finalmente Murillo se quedó con el quinto puesto en la final logrando un importante diploma que no estaba en los planes del Comité Olímpico Colombiano. Y eso que había llegado a la cita orbital con la marca número 18 del planeta, lejos de los favoritos con los que terminó disputando las medallas. 17,09 metros fue el mejor de sus saltos en Río y el mejor de todos los suyos desde que comenzó en esta prueba hace más de diez años.

Los Juegos Olímpicos fueron el salto de calidad que Murillo aguardó paciente durante mucho tiempo y que llegó finalmente a sus 32 años. Meses antes había sido campeón nacional y tres años atrás campeón bolivariano. John siempre tuvo el talento, el biotipo y la disciplina para sobresalir en el salto triple, pero lo descubrió tarde y gastó cinco años en lanzamiento de jabalina, donde nunca pudo figurar. Pero en lugar de lamentarse por ese tiempo ido, Murillo piensa y disfruta en todo lo que tiene por ofrecerle la competencia internacional. “Me gusta competir junto a Christian Taylor (campeón olímpico) y los grandes rivales del circuito porque a través de ellos consigo alegría y motivación para superar mis propias marcas”, dice Murillo a quien se le abrieron varias puertas después de su actuación en Río y selló en su pasaporte un inolvidable viaje a París como reconocimiento a su actuación en esos Juegos Olímpicos, por lo que fue invitado a la capital francesa a participar por primera vez en la Liga de Diamante,  donde volvió a dejar buena huella quedándose con el tercer lugar de la prueba.

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Así pues, en Eugene, Estados Unidos, Murillo tendrá su tercera oportunidad entre la élite del atletismo, luego de presentarse en Doha, Catar, con un debut de temporada complejo donde quedó en sexto lugar con una marca de 16,50 pero que lo dejó igualmente satisfecho por seguir en la prestigiosa Liga de Diamante, un circuito tan exclusivo que sólo cuatro colombianos (todos antioqueños) han tenido ese privilegio: la multicampena  Ibargüen, Mauricio Ortega (lanzamiento de disco), Yosiri Urrutia (salto triple) y ahora Murillo, el saltador de voluntad inquebrantable, quien tiene aún camino por andar y experiencias por vivir gracias a su oficio.

Un formato fresco
La Liga de Diamante cambió su formato esta temporada;  Serán doce reuniones que servirán para llegar a las dos finales, el 24 de agosto en Zúrich y el 1 de septiembre en Bruselas, gracias a una sumatoria de puntos que irán del de 8 a 1, según la ubicación del atleta. Una vez en la final, los clasificados disputarán el título partiendo desde cero.
En cuanto al salto triple en el que competirá Murillo, serán cuatro paradas para acceder a las dos finales. Luego de Doha y Eugene, el colombiano volverá a París y luego irá a Lausana, Suiza, para medirse nuevamente en la fosa de arena con los mejores saltadores del mundo a quienes admira y respeta.

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Pero ese logro, aunque notable, no es el mayor de sus objetivos, pues desde que tuvo el diploma olímpico en sus manos Murillo se planteó estar en el Mundial de Atletismo en Londres, una ciudad que sueña con conocer y mostrar sus saltos. Para lograrlo John necesita una marca mínina de 16,80 y sobre todo tranquilidad para hacerlo. “He estado muy atento a los errores que cometí en la competencia en Doha, y ya sé por dónde va la cosa. Ahora espero enfocarme para conseguir la marca pronto para el Mundial”, asegura Murillo, quien tiene la misma edad de Caterine Ibarguen, nació al igual que ella en Apartadó y ambos han crecido tremendamente como deportistas de la mano de entrenadores cubanos (Ubaldo Duani con  Ibargüen y Loisán Acosta con Murillo).  Ambos comenzaron también en pruebas ajenas, pero Caterine encontró su destino en el salto triple mucho más rápido, mientras John demoró un poco más para darse cuenta que lo suyo no era la jabalina sino volar sobre la fosa. Cuestiones de tiempo que no atormentan a Murillo, porque nunca es tarde cuando se tiene lo suficiente para lograrlo y de salto en salto ahí va él recuperando el terreno perdido.