De revoluciones y bandidos

Autor: Alfonso Monsalve Solórzano
19 noviembre de 2017 - 12:08 AM

Venezuela está gobernada por una camarilla corrupta que habla de socialismo mientras saquea a su país y oprime a su pueblo

El decimo primer mes ha sido testigo de dos trascendentales acontecimientos en la historia reciente de la humanidad, ligados a la vigencia del comunismo: hace 100 años, el 7 de noviembre de 1917, tuvo lugar la Revolución Rusa, que inauguró el sistema socialista en el mundo; y el 9 de noviembre de 1989, 72 años después, la caída del muro de Berlín, que es el principio del fin de dicho sistema. Pero también, en este mes, el 24, se cumplirá un año de la firma del Acuerdo del Teatro Colón, que puso en marcha el arreglo alcanzado entre el Gobierno y las Farc.

La Revolución Rusa, también llamada Revolución de Octubre porque según el calendario juliano que imperaba en ese país, ocurrió el 25 de octubre, o Revolución Bolchevique, porque fue efectuada por la fracción que encabezada por Lenin, denominada bolchevique -es decir, mayoritaria, en ruso, a pesar de que, en realidad eran minoría del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia-  que en 1918 se convirtió en el Partido Comunista, y que literalmente asaltó el poder en manos del gobierno provisional de Kerensky, de tendencia liberal, al mando desde la Revolución de Febrero del mismo año, que depuso al régimen zarista.

La historia de esta revolución es intrincada y llena de lecciones sobre la manera como los revolucionarios obtienen el poder; por ejemplo, la alianza con la Alemania de la Primera Guerra Mundial, que ayudó a transportar a Lenin a Rusia a cambio de que se retirara del bando de Francia, Inglaterra Serbia, Japón, Bélgica, Italia (que cambió de bando) y posteriormente, Grecia y Estados Unidos; y se pasara al de la Triple Alianza, conformada por el Imperio Alemán, el Austro – Húngaro, el Otomano (Turquía y sus territorios) y Bulgaria.

Lenin lo que hace es, a nombre de la paz, sacar a su país de la Guerra para instaurar la dictadura del proletariado, que produjo la guerra civil, la expropiación de la propiedad privada, especialmente de la tierra; la terrible hambruna de 1921, con 5 millones de muertos; y la persecución implacable contra sus adversarios. Luego viene la dictadura paraniode de Stalin desde 1924, y la hambruna de 1932-1933, que arrojó más de 7 millones de muertos producto, otra vez, de la colectivización de la tierra; la participación en la Segunda Guerra Mundial, luego de que el padrecito desmantelara el mando del ejército Rojo, y que tuvo como consecuencia más de 20 millones de muertos, muchos de ellos sacrificados por la impericia criminal en la conducción de la conflagración; la expansión del imperio soviético en Europa Oriental Asia, África y América Latina.

La revolución marxista leninista sólo produjo víctimas y miseria. Su modelo económico fracasó y produjo más pobreza de la que había antes de su instauración, así como la eliminación de la libertad en todos sus aspectos. Por eso el 9 noviembre de 1989 comienza la rebelión mundial contra el comunismo, cuyo primer signo, histórico, fue el derribamiento del muro de Berlín (seguido de la disolución de la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1991). Francis Fukuyama proclamó el Fin de la Historia, en el sentido hegeliano de que la democracia sería el máximo y último sistema político desarrollado por la humanidad, como expresión de su autoconciencia y lucha por alcanzar la libertad. De hecho, el régimen democrático y la economía de mercado son una tendencia importante del mundo, y la economía capitalista con dominación de una élite que se autodenomina comunista, se impone en China, Viet Nam, etc. Lo que hay es capitalismo y democracia o dictadura.

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¿Por qué, entonces, puede preguntase, quedan remanentes del comunismo en América Latina? Yo creo que es una falsa pregunta. Cuba es una dictadura despiadada, sin economía sustentable; es un régimen parásito, que antes vivió de la Unión Soviética y ahora desangra a Venezuela a nombre de la revolución, cuando en realidad es una casta sanguinaria y explotadora, enquistada en el poder para mantener sus privilegios; son un grupillo de socialparásitos. Venezuela está gobernada por una camarilla corrupta que habla de socialismo mientras saquea a su país y oprime a su pueblo, es una camarilla de socialbandidos. En nuestro continente, Cuba y Venezuela han aportado su cuota de asesinatos, encarcelamientos desapariciones. El jueves pasado la Fiscal destituida por el régimen, denunció ante la CPI al régimen de Maduro de más de 8 mil homicidios criminales. 

Colombia es un capítulo especial:  ha aportado cientos de miles de muertos, millones de desplazados, decenas de miles de desaparecidos, miles de secuestrados, sólo por la violencia generada por los grupos marxistas leninistas como las Farc y el Eln. El próximo 24, se cumplirá, como dije, un  año de la firma del Acuerdo del teatro Colon, impuesto a  sangre y fuego al pueblo colombiano, como lo atestiguan el desconocimiento del triunfo del no en el plebiscito, los asesinatos de los líderes sociales que se oponen a la narcotización absoluta del campo, que es el resultado de la componenda santos Farc, y las ejecuciones a sangre fría de del Eln a los líderes indígenas, y  las tomas violentas de las carreteras por parte de minorías que hablan a nombre de las comunidades en Tumaco, Cauca, Norte de Santander o nordeste de Antioquia con los desmanes y crímenes que allí que allí ocurren. Y súmenle la violencia en las ciudades, resultado del narcotráfico que esas organizaciones manejan (junto con sus socaos de las bacrim).

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Esas agrupaciones están formadas por gentes que han cometido y cometen delitos de lesa humanidad a nombre del pueblo. Es la misma estrategia discursiva de Lenin, Stalin, Mao, Ho chi Min, Fidel. Todos han hablado de paz y hecho la guerra. Todos han privatizado de la peor manera sus estados, poniéndolos al servicio de sus intereses particulares. Los de aquí siembran coca y comercian cocaína y practican la minería ilegal. Si Lenin hubiese tenido la oportunidad, también hubiera traficado cocaína. Algunos actúan de buena fe, pero los resultados son los mismos, muerte, represión, hambre, esclavitud. Y sus bolsillos, llenos. No son más que bandidos.

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