El merecido descanso y la deseable fiesta no pueden hacer desaparecer de nuestra agenda la necesidad de cambiar de fondo el país
Vienen las fiestas de Navidad y año nuevo y la gente tiende a olvidar sus problemas y los del país, en medio de buñuelos, natillas y jolgorios. Pero olvidar es una mala cosa, si se pone mucho empeño en ello, cuando uno es colombiano y una persona del común.
En efecto, contrario a los criminales de lesa humanidad, expertos en masacres, violaciones y narcotráfico y a los corruptos del Gobierno, del Congreso y de algunos de las altas cortes y otros actores del sistema judicial, indisolublemente unidos en contrato matrimonial, nosotros, los de pie, la estamos pasando mal y vemos como se destruye nuestra sociedad.
La alianza nefasta entre la élite corrupta empotrada en el Estado y la que llega del mundo del crimen, tiene las arcas llenas, impunidad total y el poder para hacer explotar y destruir el estado de derecho, mediante sucesivos golpes de estado, como el robo del plebiscito, y los fallos de las Cortes y hasta de jueces, que favorecen el asalto a nuestras instituciones (cuya última maniobra es el intento en marcha de imponer las circunscripciones especiales para las Farc, en nombre de las víctimas y llevar a la nación al despeñadero de un narco estado).
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Por ese eje criminal, nuestros campesinos son asesinados por negarse a seguir narcotizando un país en manos de los guerrilleros narcosocialistas y otras bandas narcocriminales que envician y envilecen a nuestros jóvenes a punta de bazuco. Y como si fuera poco, los ciudadanos no tienen empleo, ni posibilidades de pensionarse; padecen un sistema de salud que los deja morir, sufren de grandes desigualdades en la cantidad y calidad de la educación que reciben, son esquilmados por el Estado con impuestos inequitativos para financiar la feria de negociados y prebendas que Santos entregó, precisamente, a los corruptos del Estado, a las Farc y los que dará al Eln y las Bacrim.
El 9 de enero del 2018 corremos el riesgo de despertar del sueño para vivir una pesadilla peor que la que estamos experimentando: la continuación por muchos años de la pérfida coalición. De ahí que el merecido descanso y la deseable fiesta no pueden hacer desaparecer de nuestra agenda la necesidad de cambiar de fondo el país, barriendo con este gobierno y cerrando el paso a la impunidad y narcotización de la nación, poniendo máximo interés en ganar las elecciones parlamentarias y las presidenciales con la Alianza para la Reconstrucción de Colombia, que agrupará a las fuerzas del no y de todos aquellos que estén en contra del mandato de Santos- Farc, y la aprobación de los tres referendos para derogar lo más nefasto de las negociaciones de esa dupla perversa. Ya hay un candidato del Centro Democrático a la presidencia, el abogado Iván Duque Márquez, y dos precandidatos de origen conservador, los también abogados Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, entre los cuales se seleccionará el aspirante definitivo a la primera vuelta. Hay que intentar ganar en esta instancia, pero si ello, por desgracia, no fuese posible, el resultado abre la puerta a más alianzas para la segunda. Porque es ahora a nunca.
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Y no será nada fácil, dado el dinero y los niveles de presión y de corrupción que la alianza Santos – Farc en cualquiera de sus variables, manejan, y que van desde lobos con piel de crespos y heterofóbicos, hasta chavistas – maduristas nada disfrazados. Hay que trabajar para ganar y permanecer vigilantes y files a la causa de la reconstrucción nacional.
Unas felices fiestas de navidad y año nuevo. Pero recuerden que para que el futuro sea prometedor hay que ganar las elecciones y sacar adelante los referendos.