No solo es teología

Autor: Eufrasio Guzmán Mesa
14 noviembre de 2019 - 12:04 AM

Ahora aparecen los psicoactivos como un demonio que agita el conflicto pero el asunto es más de fondo y tiene que ver con la evolución humana y las torpezas de una política mal orientada.

Medellín

Desde el punto de vista cultural y psicológico no se ha dado un acontecimiento más decisivo que el advenimiento del monoteísmo cristiano a América y creo que para el planeta entero esto es válido. Pluralidad de deidades es diversidad y multiplicidad de maneras de comprender la acción humana y por supuesto que, si nos atenemos a las propuestas de la modernidad y la ilustración europeas, lo ideal sería no tener más que la razón para buscar socorro; pero ya sabemos que la evolución cultural no es lineal y es parte de una gran ingenuidad creer que el progreso se mide en los incrementos de racionalidad. De hecho, durante mucho tiempo se habló de la “Diosa Ratio”. Y las religiones monoteístas no son la cima de la evolución cultural. Hay razones para pensar que ellas han generado malestar y ansiedad por la forma de generalizar la culpa y la mala conciencia.

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Por otro lado, los fenómenos de una irracionalidad creciente son abrumadores, la abundancia de información está acompañada de una descomunal y colectiva ignorancia y la mejor prueba de esto es el avance incontenible de los populismos y los mesianismos de todo tipo. Como plaga emergen ciegas convicciones y mitos de pacotilla. Esas son señales indiscutibles de ausencia de capacidad crítica y omnipresencia de una ingenuidad deplorable. No parece consolidarse el progreso y lograrse el sueño de que la razón se convierta en alimento espiritual de la especie. Y en cuanto al volumen de información, equiparable al conocimiento, nunca antes ha sido tan abundante y accesible pero el analfabetismo político, la puerilidad cultural y el infantilismo mental proliferan y son real amenaza para la humanidad y el planeta. No ayudan los medios impulsando el consumo y la frivolidad convenientes a industriales y comerciantes voraces.

La narcomanía, dipsomanía y otras conductas autodestructivas contemporáneas son una triste forma de religión empantanada. Los investigadores del tema en Europa, como Robert Graves o Jung, coinciden en buscar el origen de la ansiedad cultural en la represión sobre los abundantes dioses de la antigüedad. Los monoteísmos y las religiones monoteístas han acrecentado la ansiedad cultural y ha reprimido la búsqueda humana de sentido para la vida. Nosotros debemos seguir describiendo a nuestro modo el paso por esos encuentros.

Marcel Mauss como sociólogo propuso una mirada que nunca debemos olvidar: un hecho social siempre es un hecho total, queriendo decir con ello que es al mismo tiempo económico, político, social, psicológico, cultural e histórico. Recuerdo este planteamiento al hablar del asunto de las manías y los dioses. Desde el punto específicamente humano los psicoactivos son parte de la cultura y de la evolución de nuestra naturaleza, hay elementos importantes para considerar que la relación con plantas y sustancias psicoactivas hace parte del desarrollo del sistema nervioso de los homínidos. Pero en el mundo contemporáneo la producción y el tráfico de esas drogas se han convertido en un problema gravísimo de salud pública y de geopolítica.

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La Cuba de Fidel, la Venezuela de Chávez y la Colombia de las Farc son conscientes del poder geopolítico del narcotráfico y lo utilizan para fortalecer sus proyectos políticos y militares. Estados Unidos con una actitud hipócrita ha tenido frente a los narcóticos una actitud ambigua, ascética que no ha dudado en imponer una política antidrogas estúpida. Ahora aparecen los psicoactivos como un demonio que agita el conflicto pero el asunto es más de fondo y tiene que ver con la evolución humana y las torpezas de una política mal orientada.

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