La “ballena azul”, un riesgo en internet que no está solo

Autor: Kelly Melissa Álvarez Correa
7 mayo de 2017 - 01:59 PM

En Colombia se registran a la fecha tres casos de suicidio de jóvenes que se relacionarían con este juego virtual, pero expertos explican que no es lo único al que están expuestos niños y adolescentes y que el acompañamiento de los padres es vital. 

Colombia

Conmoción ha causado en el país el juego virtual ‘la ballena azul’, una amenaza que llega a los jóvenes de internet disfrazada de retos que presuntamente los incita al suicidio, a través de una serie de acciones que los participantes deben hacer durante 50 días. Abarca desde dibujar en papel hasta que los adolescentes corten su cuerpo y, como acto final, se quiten la vida. 


Este año se han relacionado tres casos de suicidio adolescente en el país: el primero el 30 de marzo en Bogotá, el segundo el 8 de abril en San Pedro, Valle del Cauca, y el tercero en Villa del Rosario, Santander, el 18 de abril. Dos jóvenes más, que se quitaron la vida el 3 de mayo fueron relacionados con este fenómeno, pero las autoridades, en cabeza de Rodrigo Mancera, director de la Policía de Infancia y Adolescencia, descartó la conexión de los hechos, porque los fallecidos no tenían acceso a internet. 


De acuerdo con las autoridades, en los tres sucesos los jóvenes usaron la mismo método para suicidarse y, en uno de ellos, la madre asegura que estaría relacionado con el supuesto juego, que ya ha causado decenas de muertes en Rusia y que es materia de investigación en otros países latinoamericanos como Brasil, México y Uruguay. La Dijin, entidad encargada de investigar estos delitos, registra desde Colombia 3.000 visitas a este juego virtual, por lo que expresó que, al volverse mediático, genera mayor curiosidad en los jóvenes, que en sus redes sociales encuentran grupos que se relacionan con el mismo.


Al momento, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) registra siete denuncias en las que menores de edad estarían en peligro por este juego virtual, de esas, cuatro son en Bogotá, una en Cundinamarca, una en Bolívar y otra en Norte de Santander, dijo Cristina Plazas en días pasados. 


Por otra parte, los expertos opinan que, si bien la “ballena azul” representa un riesgo para los jóvenes, no es el único por el cual preocuparse todos los días. Cabe agregar que el antecedente de esta serie de retos es la muerte de 130 adolescentes en Rusia en 2015, pero a la fecha no se ha comprobado que este haya aumentado la cifra de suicidios en ese país, por lo que este podría ser un camino, mas no el origen del problema.


Al respecto, el profesor e investigador en Emociones y Redes sociales, Andrés Marín Cortés, explicó que para él no tiene relación directa la muerte de los jóvenes y el mentado juego, puesto que “parece que no ha aumentado mucho el índice de suicidio en el mundo. Adjudicarle esto a las redes sociales es como adjudicar la responsabilidad del suicidio a la soga y no al suicida y a sus vínculos. Yo creo que la “ballena azul” es un efecto de la desvinculación de los chicos con sus padres, su familia y su entorno inmediato”.


En la misma medida Viviana Quintero, coordinadora nacional de contenidos y proyectos de Red Papaz explicó a EL MUNDO que para ella todavía no se habían relacionado las muertes con este juego y que la viralización del tema solo genera mayor curiosidad en los menores de edad. La Dijin detalló recientemente que tienen grupos identificados que presuntamente incitan a seguir estos 50 retos, y que al momento de la propagación de la noticia, el número de miembros de estos aumentó.

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Contrario a esto, el docente investigador de la Universidad de San Buenaventura explica que si la información no le llega a los jóvenes por los medios de comunicación, le llegará por otras partes o en sus redes sociales, por lo que no debe esconderse. Además, considera pertinente hablarlo con los hijos.


No obstante, es fundamental, para ambos profesionales de la psicología, dar a conocer que este es solo un riesgo de todos los que existen en el ciberespacio y que el acompañamiento que se hace a los niños, niñas y adolescentes es fundamental para orientarlos y prevenir que ocurran vulneraciones a sus derechos en la web.

 Acompañamiento entre hijos y padres 
El diálogo, el conocimiento, el monitoreo y la confianza son fundamentales en este camino. Los menores de edad están expuestos a diversos riesgos, por lo que supervisarlos es más que una responsabilidad, un aspecto crucial en la prevención, eso sí, trabajando en ello antes de que los jóvenes se vean afectados. “Es fundamental que los adultos acompañen a los niños y las niñas en su crecimiento y su desarrollo. Ellos tienen ese rol de criar y de orientar, por ello la familia debe estar pendiente de lo que hacen y ayudarles a que puedan entender cuáles son las cosas que van a favor de su desarrollo y cuáles son las que lo ponen en riesgo”, detalló Ángela Rosales, directora nacional de Aldeas Infantiles SOS.


El acompañamiento no solo comprende el estar pendiente de los hijos, sino también fortalecer un vínculo afectivo con ellos, puesto que este elemento representa una causa del suicidio en los jóvenes, según Marín. Más que informar sobre este fenómeno, hay que trabajar en la forma como se relacionan ambos, según el experto. “Uno puede alertar y decir ‘cuidado que esto está ocurriendo’, pero lo primero que debemos hacer es fortalecer los vínculos, es la sedimentación del afecto. Antes de pensar en el fenómeno, yo creo que hay que pensar en los vínculos para que esas cosas no sucedan, esto no es la causa, es el efecto de otra cosa”, expresó el investigador del área de la psicología, quien agregó que el contexto y las características de cada joven influyen sobre sus posibles instintos suicidas.


También es importante tener en cuenta que otros riesgos que los adolescentes tienen en internet también pueden desencadenar en la decisión de acabar con la vida, como lo es el caso del ciberbullying (ciberacoso) o el  grooming (acoso sexual virtual) pues son presiones que no pueden aguantar y si no tienen un buen acompañamiento de la familia o los cuidadores también puede ser fatal. 


Por su parte Quintero, en vocería de Red Papaz, una entidad que lleva a cabo un programa llamado Te protejo para garantizar la protección de los menores de edad ante este tipo de delitos, recomendó a los padres de familia “tener siempre una actitud de escucha con sus hijos”, entendiendo que no se trata de regañarlos por acceder a las redes sociales, sino de orientarlos en el proceso y generar confianza en ellos. 


En ese sentido y además de generar un clima de confianza padre e hijo, es importante formar niños resistentes a la influencia de la masa, según la directora de Aldeas Infantiles. “Nosotros tenemos que ayudarles a los niños a entender que por más que haya una presión social de un grupo que haga una serie de cosas, ellos como individuos tienen la capacidad de decidir por sí mismos y necesitan un respaldo en su familia, para que ellos confíen en esos adultos, se dejen guiar y puedan tomar decisiones diferentes a sus compañeros”, expresó Rosales.

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Otro aspecto a resaltar es la edad, pues los tres conocedores de la materia exponen la incapacidad en cuanto a habilidades, de un niño menor de 14 años, que técnicamente no debería ingresar a una red social antes de dicha edad. Esto porque no pueden diferenciar el contenido que les puede causar daño, que no es verdadero o que los incita a acciones contra su vida. “Los niños también tienen que tener la capacidad de discernir, eso se va desarrollando con la edad, pero  también a nivel de que las familias estén ahí para apoyar”, señaló Ángela Rosales. 


De otro lado, es válido pensar en cómo funcionaba el control de los padres a sus hijos en cuanto a la interacción que hacían en un entorno nuevo, porque, por ejemplo, “cuando éramos niños nuestros papás nos decían no le hable a extraños, no le reciba nada de nadie, pero los metemos a una red social en la que están 3.500’000.000 de personas que no conoces, como Facebook, entonces hay que controlarlos acompañándolos. A uno no lo dejaban salir solo a la calle cuando era pequeño porque le pasaba algo, es exactamente lo mismo”, expuso Diego Espitia Montealegre.

El derecho a la intimidad de los niños y jóvenes 
Se podría creer que los padres o responsables de los menores de edad pueden supervisar todas y cada una de las actividades que realizan en las rede sociales, en internet y, en general, en dispositivos como celulares inteligentes, tabletas o computadores. Sin embargo los padres no lo hacen tanto como deberían, pues el “Centro Nacional de Consultoría realizó un estudio que arrojó que sólo el 18% de los padres revisa el perfil de Facebook de sus hijos”, sostuvo María Ximena Durán, directora de la Fundación Telefónica.


Como siempre, tiene que haber un balance, pues vigilar en exceso a los hijos puede incidir en un derecho fundamental. “La intimidad y el derecho a la privacidad es un derecho que no se puede ceder así tú mismo digas que los cedes, entonces eso es algo que también los padres tienen que entender. No se puede decir que tengo total y pleno control de qué tiene y qué no tiene mi hijo”, explicó Diego Espitia Montealegre, embajador de ciberseguridad de la Fundación Telefónica.

El rol de la escuela
El colegio es el segundo lugar en el que los menores de edad pasan tiempo al día, por lo que la responsabilidad que se tiene de manera compartida con la familia debe ser efectiva, según los expertos. “La escuela debe incluir en su PI, en la dimensión relacionada con la comunidad, actividades de prevención de estas problemáticas y de promoción del cuidado de sí mismo”, opinó el profesor Andrés Marín. 


Por su parte, Viviana Quintero explicó a EL MUNDO que las instituciones educativas deben aplicar los protocolos que se tienen establecidos para los casos en los que hay riesgo de que los niños o jóvenes sean vulnerables a fenómenos como la “ballena azul”. Esta información es posible obtenerla a través de la historia académica de cada alumno, por lo que el plantel tiene herramientas para hacerlo. 


Según un diagnóstico realizado por la Fundación Telefónica, “los padres de familia tienen un nivel de apropiación súper bajo. Tenemos que arrancar por la formación de ellos, que sean conscientes de que es su responsabilidad acompañar a sus hijos en uso de internet y además ponerle límites”, afirmó la directora Durán.

 

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