"Colombia, un pueblo capaz de la esperanza"

Autor: Juan David Morales Gaviria
17 septiembre de 2017 - 12:00 AM

El arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón Restrepo, destacó que el gran mensaje del papa Francisco en Medellín fue el entender que la vida cristiana no es un estar estancados, “sino un caminar detrás de Jesús”.

Medellín

Millones de personas recibieron el mensaje. Los corazones, dispuestos a una “renovación en Cristo”, atendieron su llamado al amor, al respeto y a la esperanza. Colombia le respondió al papa Francisco y él, en su misión apostólica y evangelizadora, se entregó en cuerpo y alma a una sociedad a la cual inspiró a seguir en la búsqueda y la construcción de una paz verdadera.

En uno de los primeros encuentros de su visita a nuestro país, el máximo jerarca de la Iglesia Católica, de manera efusiva y evidentemente emocionado por su presencia, se levantó de su silla para saludar a Ricardo Antonio Tobón Restrepo, arzobispo de Medellín y quien fue el encargado de liderar el recibimiento del santo padre en la capital antioqueña.

Con el ánimo de analizar qué fue lo que dejaron los discursos, el mensaje y algunos detalles más del periplo del papa Francisco por Colombia, EL MUNDO habló con monseñor Tobón y esta fue la radiografía que nos brindó:

¿Por qué elige el vicario de Cristo visitar nuestro país y por qué Medellín como uno de sus destinos?

“La visita del papa Francisco es fundamentalmente apostólica. Eso quiere decir que recibimos la llegada de un apóstol, de un mensajero de Cristo a una comunidad católica que necesitaba un mensaje desde el Evangelio.

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En Medellín, el santo padre vino a abarcar el tema del discipulado, de cómo los bautizados debemos seguir a Jesús y de cómo la vida cristiana no es sólo de actos puntuales, sino una existencia que se realiza al estilo del Señor y con la fuerza de su espíritu”.

¿Y cuál fue ese mensaje evangelizador que nos brindó?

“El papa fue muy realista y al mismo tiempo nos dio un mensaje por lo alto, mostrándonos, en primer lugar, que la paz en Colombia no está construida sino que es un proceso en el que estamos embarcados continuamente.

En último término, la paz no se busca en sí misma. Se busca en una sociedad que viva en la verdad, en la honestidad, en la justicia, en la solidaridad, en la responsabilidad y, sólo así, brotará espontáneamente. El santo padre nos ha indicado que lo fundamental es una educación para la paz".

Una paz compleja de alcanzar si no tomamos la iniciativa de ayudar al prójimo, a los más necesitados. ¿Está de acuerdo?

“Es que esto es un mensaje fundamental del Evangelio. El primero que hace la opción por los pobres es Jesús de Nazaret, a quien nosotros seguimos. El papa Francisco nos pidió que ‘miremos en los pobres la carne de Cristo’, mensaje que contrasta con la realidad social de nuestro país y de nuestra ciudad porque acá lo que podemos ver es la inequidad. Algunos que lo tienen todo, más de lo que necesitan, y otros que carecen de lo indispensable para vivir.

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Una sociedad así no tiene futuro y no sé por qué no lo entendemos. Una sociedad así tiene un desequilibrio que la descompone continuamente, que genera todo tipo de traumas. Por ello es necesaria una intervención que haga posible esa equidad y esa intervención desde adentro, no desde afuera, pues es lo que viene desde el corazón lo que tiene eficacia y permanencia”.

¿Y es a raíz de esto que usted, en su intervención ante el papa, le manifiesta que “no hemos logrado superar la estructura del mal”?

"La verdad es que yo tenía la ocasión de darle al papa un saludo y una expresión de agradecimiento en nombre de toda la Arquidiócesis y en nombre de toda la sociedad de Medellín y de Antioquia por su grata visita, por lo cual quise hacer una presentación de lo que somos, resaltando que hemos recorrido caminos que nos han permitido conquistar muchas cosas grandes y buenas. 

También hablé de mucha gente dedicada al bien común y de muchos evangelizadores dentro de la Iglesia trabajando con generosidad. Pero no sólo me podía quedar en las luces, debía presentar también las sombras. Por ello le dije al santo padre que no hemos logrado superar completamente la estructura del mal, y añadí que el egoísmo nos atenaza y la mentira, en muchas ocasiones, nos conduce por caminos falsos, buscando con frecuencia una solución equivocada, como la violencia, para arreglar las cosas”.

“Sombras” de las que el papa nos habló desde Cartagena…

“Yo pienso que el papa Francisco nos presentó la realidad de Colombia en todas las ciudades de un modo particular. Es admirable cómo nos mostró los logros de nuestro país, cómo habló de nuestras ciudades y nuestras costumbres. Cómo citó nuestros escritores y cómo, en algunas ocasiones, nos habló de equipos de fútbol y hasta de las arepas al desayuno.

Junto a esa perspectiva de lo que hemos logrado, pues también habló de los males, los cuales ve el papa, los veo yo y los vemos todos los colombianos. Esos males son parte de la realidad del ser humano que no es perfecto sino que está en camino de perfección, y es parte de la realidad de una sociedad donde se confrontan las libertades de las personas.

Denunciar el mal es una forma de invitar al bien, es un descubrir la verdad para que nos haga libres y para que nos empeñemos en construir una sociedad más justa, honesta, humana y más feliz para todos”.

¿Una sociedad en la que la juventud y la niñez sean protagonistas?

“A lo largo de los años la Iglesia siempre ha tenido un gran trabajo con la juventud y la niñez, pues sencillamente son el futuro y el presente.

Cuando el papa les pide a los jóvenes y a los niños que no pierdan la alegría es reconociendo ese entusiasmo evidente y desbordante que pudimos apreciar en la Plaza de Bolívar (Bogotá) y en el Hogar San José (Medellín). Ellos son los actores principales de esta sociedad, así que deben entender que esa alegría es exigente y requiere un proyecto de vida conducido con responsabilidad”.

¿Y cuál es el papel del cuerpo eclesial y la Iglesia en esta construcción de una mejor sociedad?

“La Iglesia, que la componemos todos los cristianos y bautizados, debe estar siempre en salida. El papa Francisco usó en Medellín un término muy coloquial y fue el de ‘callejear’, es decir, salir a la calle y no quedarnos encerrados, ir a todas partes a llevar el mensaje del Evangelio, a construir una sociedad nueva, a trabajar por los pobres y necesitados.

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Sin embargo, hoy el papa nos habla de nuevas periferias, de ambientes, realidades y situaciones como el mundo de la cultura, el mundo de la educación, de la política y la economía. Es allí a donde la Iglesia debe llegar con el mensaje inspirador y evangelizador”.

Cambiando un poco de tema, hablemos de ese saludo especial que le brindó a usted el papa Francisco en la Nunciatura Apostólica…

“Esto es simplemente bondad del santo padre, con quien tuve la ocasión de trabajar durante la V Conferencia General del Episcopado, en Brasil, y pues bueno, él tuvo ese gesto generoso y noble conmigo de saludarme”.

¿Y qué le dijo el papa de los antioqueños?

“La gran presentación de Antioquia y de Medellín ante el santo padre fue el rostro de su gente, de personas que creen, de personas que tienen vida, de personas que salieron realmente a la calle. El día de su visita todo el mundo fue a ‘callejear’. Si había un millón de personas en el Olaya Herrera, había por lo menos otro millón de personas en las calles durante los recorridos en papamóvil.

Él se ha llevado una muy bella impresión de nuestra gente, como me lo hizo saber, al constatar la fe, las personas y la disponibilidad de acoger su presencia y su mensaje en medio de nosotros”.

No se puede desconocer la logística de este recibimiento en Medellín, ¿pero usted cree que estamos preparados para este tipo de acontecimientos?

“Evidentemente no estamos preparados ni mucho menos tenemos un lugar adecuado para recibir a un millón de personas, y eso lo sabíamos. En Medellín el desafío fue mayúsculo. Se tuvo que cerrar un aeropuerto en función (Olaya Herrera) que sirve casi a todo el occidente del país y con varios cientos de vuelos en el día.

Además, el espacio sólo nos lo facilitaron cuatro días antes, lo que nos obligó a trabajar en tiempo récord para hacer todas las instalaciones de pantallas, de sonido, de electricidad, de servicios sanitarios, entre otros.

En algún momento temimos que no se pudiera realizar la visita, pues sabíamos de la magnitud del espacio que necesitábamos para congregar a tantos feligreses. Sin embargo lo logramos hacer, pero queda el desafío para la ciudad de tener escenarios públicos idóneos para estos acontecimientos”.

Usted tuvo la oportunidad de tener un almuerzo privado con el sumo pontífice, ¿nos puede hablar un poco de ese encuentro?

“Realmente el almuerzo fue un encuentro muy sencillo, tanto por el ambiente como por lo que se come. Es un espacio en el cual se busca, principalmente, que el papa pueda descansar. 
No es el momento para hacerle preguntas, no es el momento para hablarle de problemas y dificultades o para darle cualquier tipo de información. Es un momento de reposo, de descanso. El almuerzo fue muy sencillo, muy ágil y hablamos de temas ordinarios y normales con respecto a nuestra ciudad”.

Usted habla de momentos… ¿Cuéntenos para usted cuál fue el más especial durante el periplo papal?

“No es una pregunta fácil, es complicado escoger un momento puntual. Sin embargo, por parte del papa a mí me impresionó la forma en la que él se entregó. Es una persona mayor, su salud no siempre es buena y, aún así, siempre estuvo firme y generoso desde tempranas horas de la mañana hasta caer la tarde, cuando regresaba a Bogotá y seguía atendiendo reuniones. No era posible no notar su fatiga después de tanto esfuerzo.

Luego, a mí me impresionó gratamente la respuesta de la Iglesia. Nosotros habíamos pedido mucha oración, habíamos hecho catequesis en todas las parroquias. En las misas de los domingos habíamos motivado a la gente para que participara en esta visita y para que acogiera el mensaje del santo padre, pero yo creo que se desbordaron las expectativas.

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 Vimos un pueblo que es capaz de la alegría, un pueblo que es capaz de la esperanza”.

¿Habló con el papa después de su llegada a Roma, cómo sigue luego de su incidente en el papamóvil en Cartagena?

“El papa está muy bien, llegó maravillosamente. A su arribo a Roma, como siempre, se fue a la Basílica de Santa María La Mayor a darle gracias a la santísima virgen por el viaje.

Tiene el ojo un poco morado debido al golpe con el vidrio en el papamóvil, el cual lamentamos profundamente, pero también nos alegra que no fue nada grave. Él está feliz por lo vivido en nuestro país y admirado por la alegría, la vitalidad y la nobleza del pueblo colombiano”.

Monseñor, ¿algo que desee agregar con respecto a esta visita histórica?

“La visita del papa fue un despertar para todos. Comenzamos a entender que es posible vivir bien, que es posible ser felices, que es posible ayudarnos y, muy importante, que es posible mejorar la vida de los pobres y construir la paz. Ese es el primer paso.

El papa provocó una reflexión, una experiencia, así que continuemos en este camino, dando pasos para tener una vida más humana y más plena”.

 

“No se olviden de rezar por mí”

Enseñando su lado más humano, consciente de su fragilidad y dejando ver que es una persona normal, vulnerable y de carne y hueso, el papa Francisco, al final de cada una de sus intervenciones en nuestro país, les pidió a los colombianos que nunca se olvidaran de rezar por él.

Un gesto que, de acuerdo a monseñor Ricardo Tobón, explica el porqué el santo padre también es llamado como el “sucesor de Pedro”.

“Pedro, una vez que Jesús lo elige y lo hace ‘roca en la que funda la Iglesia’ comete el error de querer inducir a Cristo por un camino equivocado; incluso, vemos cómo después es capaz de negarlo. El papa sabe esto, entiende que es un mortal más”, manifestó el arzobispo de Medellín.

Además, destacó que lo más importante de esta insistente petición del papa es destacar la fuerza y la importancia de la oración.

“San Agustín decía que la oración es el poder del hombre y la debilidad de Dios. Cristo decía que todo lo que pidamos Dios nos lo concede y el profeta Jeremías decía que este mundo es desolación porque hay muy pocos que oran en su corazón. De manera que esto yo lo quiero llevar a fondo, para que veamos la profunda necesidad de apoyarnos con la oración”, concluyó monseñor.

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