Una elección para olvidar

Autor: Rafael Bravo
4 noviembre de 2016 - 12:00 AM

La elección presidencial va a dejar muchos cadáveres políticos y quien salga triunfador se va a encontrar con una gran oposición y polarización partidista. 

La elección presidencial va a dejar muchos cadáveres políticos y quien salga triunfador se va a encontrar con una gran oposición y polarización partidista. El cruce de palabras entre si repugna por su negatividad y repelencia. Nunca antes el votante había enfrentado tantas ofensas y artimañas como argumento para descalificar al adversario. Las permanentes mentiras y falsedades esgrimidas por el candidato republicano han calado de tal manera que sus seguidores las interpretan como verdad, no importa que Trump sea el menos calificado y peligroso de cuantos han aspirado a llegar a la Casa Blanca.

Aunque suene reiterativo, el magnate irrespeta las normas democráticas e ignora la Constitución. Poco le importa la verdad a la hora de presentar sus argumentos. Se niega a revelar su declaración de impuestos y estados financieros de su emporio. Irrespeta a las mujeres y no tiene empacho en hacer que su campaña apele a la división, el odio racial y los prejuicios religiosos.

Hillary Clinton por su parte se ve en dificultades para explicar el uso indebido de la información clasificada en su correo electrónico personal durante el tiempo en que ejerció como Secretaria de Estado. Para una buena parte de los votantes (6 de cada 10) la candidata demócrata no es confiable ni creíble. Su cercanía con el establecimiento, los grandes intereses  y el tiempo que ha permanecido como figura pública se ha convertido en el Talón de Aquiles y la herramienta favorita de ataque de su adversario.

El anuncio del director del FBI indagando por el contenido de los correos electrónicos encontrados en una computadora perteneciente al exesposo de su más cercana colaboradora, ha sido como maná del cielo para que sus enemigos insistan en pintarla como alguien que no merece ser presidente. El momento no podía ser peor a pocos días de los comicios, por lo que el hombre del FBI James Comey es el centro de la crítica pues existe una tradición según la cual ningún funcionario federal puede utilizar su autoridad para influenciar o afectar el resultado de la elección. 

Por otro lado, por primera vez un gobierno extranjero participa como actor indirecto en las elecciones norteamericanas. El protagonista velado es nada menos que Vladimir Putin, la KGB y los piratas informáticos rusos quienes valiéndose de la publicaciones de WikiLeaks, han infiltrado la campana demócrata publicando los correos electrónicos intercambiados por el personal cercano a la Clinton. 

A última hora se conoció que el propio FBI ha entrado a investigar los vínculos de Paul Manafort el anterior director de la campaña Trump, con el gobierno ruso. Putin y Trump son figuras representativas del espectro extremo de la política y esa atracción fatal que los une se explica por un nacionalismo autoritario y mesiánico que rememora la tragedia alemana de Hitler.

Octubre definitivamente fue abundante en inesperadas sorpresas. La cinta de Access Hollywood mostrando a Trump en su verdadera dimensión de macho y poderoso que lo puede todo, no alejó a sus seguidores y por el contrario terminó como víctima de la gran prensa. A su vez el refrito de los correos electrónicos de la Clinton podría ser mucho más dañino pues está en tela de juicio la integridad y el juicio de quien aspira a dirigir los destinos de los Estados Unidos. Queda muy poco para saber quién será el próximo presidente. Definitivamente, una elección para olvidar.

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