El trasegar de los humanos por el planeta, está lleno de vicisitudes. El camino no es precisamente un sendero de rosas, pero muchas de las veces, los humanos nos las sabemos complicar, pues luego de dar algunos pasos hacia adelante, salimos con las sorpresas de desandar los pasos y perder así el tiempo y la experiencia invertidos y adquiridos, en el entendido que cada cual, ve la realidad y se aproxima a ella, de acuerdo con sus intereses. Por lo tanto, los comentarios y reflexiones que vamos a plantear son obviamente, subjetivos.Después de varios decenios de ser declarada como Museo y además Patrimonio de la Humanidad, y después de haber sido aceptadas estas condiciones por todas las religiones interesadas, el controvertido gobierno turco de Erdogan, declara que Santa Sofía (Aya Sofya) en Estambul, vuelve a ser mezquita después de 86 años, volviendo a alborotar el avispero de los fanáticos de todas las religiones, fanatismo que siempre ha estado ahí y que no requiere sino de una buena excusa para explotar. La buena excusa está servida. ¡Amanecerá y veremos!En lo local, la nueva Constitución Política abrió la posibilidad de la dosis mínima de consumo de marihuana, el actual gobierno la frena a través del nuevo Código de Policía y hoy los altos tribunales vuelven a aceptarla. ¡Qué pérdida de tiempo y qué falta de sindéresis!Se anuncia por parte de EPM que su planta piloto Jepírachi en la Guajira, funcionará hasta el 2023, noticia, que nos deja apesadumbrados, ya que la energía eólica es una de las mejores alternativas para la producción de energía limpia. Razones técnicas y financieras debe tener EPM para tomar esta decisión que esperamos sea compensada con el montaje de un nuevo campo eólico ya no como piloto, si no como planta de producción de energía limpia en propiedad.Como periódicamente sucede, el actual contralor general de la Nación recorre el país “descubriendo” elefantes blancos, es decir, obras inconclusas que están ahí, a los ojos de todo el mundo, sin que hasta el presente se hayan tomado las medidas y las acciones necesarias para culminarlas, que sería lo obvio, o para tumbarlas.Debería existir un punto dentro de un Plan de Desarrollo serio, para destinar los recursos necesarios para que este tema sea resuelto y obviamente los responsables asuman las responsabilidades de todo orden que les competan. No es suficiente la alharaca mediática, si no se toman las decisiones apropiadas y oportunas dentro de la extemporaneidad.Un ir y venir de discursos se pronuncian por kilómetros, alrededor del problema de la deforestación y de los programas de reforestación. Lo cierto es que a la fecha no hay un control efectivo contra la deforestación generada por parte de cualquiera de los varios actores involucrados que la provocan, como tampoco un proyecto serio y continuado para recuperar y ampliar la extensión forestal en el país.Ojalá aprovechemos la nueva producción de nuestro grande Carlos Vives, CUMBIANA, para volver los ojos hacia la Ciénaga Grande de Santa Marta y hacer lo que haya que hacer para intervenir las infraestructuras viales mal diseñadas y volver a permitir mediante obras apropiadas, la circulación de las aguas del mar y del Magdalena para que renazcan los manglares y reviva ese maravilloso ecosistema destruido por imbéciles.Por último, ya aparecen las pilatunas legales para evitar o demorar la demolición del Edificio Aquarela construido cerca al Castillo de San Felipe en Cartagena, el cual no debió haber recibido nunca licencia de construcción, entregada en su momento por otros imbéciles. Ya la UNESCO dio como plazo hasta el 2021 para que la construcción sea demolida, o sino Cartagena y Colombia perderán la calidad de Patrimonio de la Humanidad que hoy posee el Castillo de San Felipe.Excelente el programa que ha emprendido la Alcaldía de Medellín para aprovechar estos nuevos días de cuarentena para intervenir zonas en estado de deterioro y recuperar el espacio público que se había perdido. Las acciones inicialmente emprendidas en los sectores de La Bayadera y el Sagrado Corazón o Barrio Triste, son ejemplarizantes y deben servir de estímulo y de ejemplo para intervenir otras zonas en franco deterioro. ¡BRAVO!Como una cosa es planear y otra planificar, y otra cosa es no planear y no planificar, es prudente que aquellas construcciones de vivienda subsidiada que se entregan en obra negra después de muchos trámites y una alta dosis de paciencia por parte de los beneficiados, -que en la mayoría de los casos se originan por una tragedia previa como un derrumbe, una inundación, un incendio, un temblor u otra calamidad-, sean dotados de los servicios públicos elementales, entre ellos, ya no como cosa marginal, sino estructural, la conexión a INTERNET. Pongo como ejemplo la urbanización La Cabañita en San Cristóbal, una Unidad de 9 bloques de 6 pisos ocupada recientemente por sus nuevos dueños, un poco más de 50 familias cuyos niños no tendrán como acceder a la educación virtual forzada, a la cual nos tiene sometida la bendita pandemia.NOTA 1: Mi completa solidaridad con el Señor Gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia.NOTA 2: Mis agradecimientos a la casa EL MUNDO por haberme permitido comunicarme con ustedes a través de las 900 columnas que ajustamos hoy y que coinciden con la suspensión de actividades para el Periódico y mil gracias a ustedes por tomarse el tiempo para leer esta Columna de Opinión.Es un golpe duro para el fortalecimiento democrático y para el ejercicio de la pluralidad y la tolerancia, pero esta es la realidad que nos corresponde enfrentar, en un país como el nuestro. Una última invitación, a que vayamos siempre, con prudente optimismo, ¡DE CARA AL PORVENIR!
Puede ser que algunos de los escritorios en los que nos sentábamos quienes trabajamos en el Periódico EL MUNDO hayan estado ahí desde siempre, desde que lo crearon, a finales de la década de 1970. Sí, caminar hoy por su sala de redacción es como si se apreciara una instalación de Doris Salcedo, la melancolía de esos muebles parece decir que se apaga un sueño que comenzó el 20 de abril de 1979, cuando empezó a circular en Antioquia un diario con ideas fundamentales, como la de la libertad. Esa libertad no podía escapar de la cultura. EL MUNDO fue pilar del inicio de proyectos culturales que transformarían la vida de la ciudad, del departamento y del país. Basta con entrar al Archivo, buscar los folios del Pequeño Teatro, el Matacandelas, el Taller de Artes, La Fanfarria y darse cuenta cómo el Periódico de logo rojo, liberal, entrevistó a miles de artistas, entonces emergentes, creyendo en que nuestra realidad podría existir un sector cultural que se hiciera preguntas importantes.Lea también: Un sector que sigue sacando el sombreroAna María Cano, quien después fundaría La Hoja de Medellín, fue la primera periodista cultural de EL MUNDO. Después la reemplazó Ana Piedad Jaramillo, directora de los Eventos del Libro y exdirectora del Museo de Antioquia y el Teatro Colón. Vino entonces el tiempo de Maryluz Vallejo, hoy doctora en Ciencias de la Información, profesora Titular de Tiempo Completo del Departamento de Comunicación y jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar este 2020. Cuenta Carmen Vásquez, periodista de moda, que cuando Darío Arizmendi era el director de EL MUNDO le dio a cada una su “reino”, le dijo a la periodista cultural que ella se encargara de lo artístico, mientras a Vásquez la mandó a los cocteles, a buscar a la “gente linda”, le permitió tener la primera página exclusiva de moda en estas tierras, guiado en lo que hacía la Revista Hola en España, para que así estuviera clarísimo qué era cultura, qué era entretenimiento, qué era moda y qué era sociedad.Desde sus inicios, EL MUNDO dedicó páginas enteras a la agenda cultural, que eran las más difíciles de editar, porque tenían la agenda de cine, la de teatro, los conciertos, los recitales, las presentaciones de libros, todo, independiente de los artículos periodísticos de una y dos páginas que hacía la sección de cultura.Antes de que su experticia fuera el periodismo político y de opinión, Luz María Tobón, directora de EL MUNDO, fue periodista cultural. Todavía tiene en su oficina una foto de su entrevista a un joven Fernando Botero. Ella, de mamá artista, de familia siempre amante de la cultura, defendió el periodismo cultural hasta el cierre, influyendo, de alguna manera, en que siguiera con cada cambio de dirección. Con la llegada de don Guillermo Gaviria Echeverri, quien respetó lo que hacía el Periódico en este campo, se dio vía libre a que ese saber no se apagara.Nombres como el de Pilar Velilla, exdirectora del Jardín Botánico y el Museo de Antioquia; María del Rosario Escobar, exsecretaria de Cultura Ciudadana de Medellín y actual directora del Museo de Antioquia; la maestra Patricia Nieto, quien guía la Editorial Universidad de Antioquia y es docente de la Alma Mater; o el crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga, escribieron una historia cada día, por varios años, en la redacción de EL MUNDO, cubriendo cultura.El Mundo Semanal, el Imaginario y Palabra&Obra fueron los tres suplementos culturales que dijeron cosas muy importantes a la ciudad, al país. Óscar Valencia, jefe de diseño de EL MUNDO, contaba que Imaginario fue osado, despertando muchas molestias en algunos “paisas de Medellín”, cuando su editora puso en la portada la foto de dos hombres homosexuales, desnudos, después de una Marcha del Orgullo. Sus contenidos hablaban de la cultura como lo que somos, reflexionaban sobre la ciudadanía cultural. Palabra&Obra, por su parte, buscaba hacer reportajes de largo aliento con personajes que se destacaban en el campo cultural, teniendo en su portada a importantes creadores como Débora Arango, Gilberto Martínez, Víctor Gaviria, Fernando Botero, Félix Ángel, Cristóbal Peláez, Beatriz González, Alberto Sierra, Antonio Caro, Dora Ramírez, Leonardo Padura, René Uribe Ferrer, entre muchos otros. Una vez, el artista Richard McGuire, reconocido por ilustrar publicaciones como The New Yorker, nos hizo el honor de hacernos una edición especial de Palabra&Obra. Publicamos un especial completo sobre la salvaguarda del patrimonio de Frida Kahlo y Diego Rivera, hecho en Ciudad de México, analizamos muchas veces lo que hacían en el Ministerio de Cultura, cubrimos la Bienal de Venecia, la Feria Internacional de Arte de Madrid (España), Artbo, el Salón Nacional de Artistas, el MDE, la Fiesta de las Artes Escénicas, el Festival de Tango, los diez años de la Fiesta del Libro con edición especial, siempre estuvimos ahí, en cada evento, en cada lanzamiento, en cada nacimiento.Y cometimos errores, muchos, porque EL MUNDO siempre fue una escuela de periodismo cultural. Cómo les parece que una vez, matamos a alguien que revivió. Olga Elena Mattei estuvo muerta durante unos minutos, nos llamaron directamente desde la clínica a contarnos tal suceso. Lloramos, planeamos un especial, llamamos a Héctor Abad Faciolince, él nos dio su declaración sobre la importancia de Mattei para la literatura nacional y corrió a publicar en su Twitter que había muerto.Hasta que, de esas cosas que pasan, los médicos la revivieron, la reanimaron y no se murió. Desde entonces, Faciolince ha sido muy lejano. Es que en el Código Caracol, María Lucía Fernández publicó lo que pasó, en la edición de las 7:00 de la noche: “la inmediatez de las redes sociales le jugó una mala pasada al escritor Héctor Abad Faciolince”. Casi nos ahorca, publicó en su cuenta en esa red: “serán imbéciles los de EL MUNDO”...Vale la pena decir que defendimos causas importantes. Hay que agradecerle a Irene Gaviria y Luz María Tobón que nos permitieron ser autónomos en el contenido cultural. Fuimos nosotros quienes cuestionamos el cambio de vestido que les hicieron a los Silleteros, desconociendo que eran un patrimonio, con lo que hubo polémica nacional, cuando Aníbal Gaviria era el alcalde. No nos censuraron.Fuimos nosotros quienes iniciamos a hablar de los “hipster”, cuando todavía esa manifestación cultural era bastante desconocida.Gritamos duro con investigaciones. Nosotros nos dimos cuenta de que las Bibliotecas Públicas de Medellín habían sido cerradas por el gobierno de Federico Gutiérrez, desconociendo su importancia en la transformación social, con la excusa de ahorrar recursos del presupuesto público. Vaya error de visión política, por eso insistimos con varios artículos en que los Parques Bibliotecas eran la opción que tenía un niño de cualquier comuna de no caer en las redes de tráfico, su puerta de escape muchas veces a la violencia física y sexual. Incomodamos a Sergio Fajardo sobre la responsabilidad en las fallas en la fachada de la Biblioteca España, tanto que salió en portada diciendo “voy a hablar de la Biblioteca España, cuando yo quiera”, los memes no se hicieron esperar en las redes sociales.Cuando iban a sacar al maestro Alberto Correa de la Filarmónica, nosotros lo contamos. Insistimos en que el presupuesto para cultura siempre debía subir en el gobierno nacional, el departamental y el local. Y, sobre todo, le dimos voz a un sector que no encontraba en otros medios un espacio que valorara sus obras, que escuchara sus demandas, que necesitaba, en pleno siglo XXI, más que nunca, una presencia en la agenda pública.EL MUNDO insistió en la importancia de la formación artística para la infancia. Con su proyecto Educar Mientras se Informa y su Concurso Personitas de Colores, invitó a que los niños pintaran sus sueños. Otra cosa que hizo fue premiar con el Mundo de Oro a quienes durante decenios trabajaron por el sector, entre los ganadores estuvieron Graciliano Arcila Vélez, la Emisora HJCK de Bogotá, Guillermo Abadía Morales, Fanny Mickey, la Orquesta Sinfónica de Antioquia, la Cámara de Comercio de Medellín, la Biblioteca Pública Pilotoy la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, Débora Arango, la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia, Carlos Castro Saavedra, el Instituto de Integración Cultural Quirama, Luis Alberto Correa, Rafael Sáenz Moreno, el Museo de Arte Moderno de Medellín, Luis Alberto Álvarez y la maestra Cecilia Espinosa, su última galardonada.En los comités de redacción, muchas veces nos peleamos con quienes nos preguntaban “y ese, ¿a quién le ha ganado?”, poniendo en duda la idoneidad de los artistas emergentes, peleamos por ellos como el futuro del sector y del arte nacional. La cultura también era un tema para abrir el Periódico, nosotros le dimos la portada al Salón Nacional de Artistas, cuando volvió a Medellín, en su edición 43. Juliana Restrepo y Jaime Cerón, sus directores, llegaron con la edición impresa de EL MUNDO a la apertura de aquel certamen, que durante sus tres meses contó con un cubrimiento diario, detallado, sobre lo que intentaban decir los curadores, que propusieron como tema el oxímoron “Saber-desconocer”.Cuando la notoriedad no abarcaba la obra de Pablo Montoya, cuando parecía que a la crítica local y nacional le faltaba creen en tal talento, nosotros reseñamos su Tríptico de la infamia, sin necesitar que el Premio Rómulo Gallegos nos validara lo grande el autor, porque pudimos verlo.Le puede interesar: ¿Seguro les hace falta la crítica?Que sea el momento para decirles gracias a los cientos de artistas, gestores, investigadores, profesores, curadores, comunicadores y colegas que nos buscaron para pedirnos una opinión, para ofrecernos sus contenidos, así como para criticarnos. Aprendimos juntos, crecimos juntos, hicimos historia juntos.EL MUNDO fue y será la casa de la cultura de Medellín, como quedará para la historia en su archivo, porque aquí pasaron hitos como que Gabriel García Márquez quisiera que la redacción del medio que soñó fundar se pareciera a la del diario liberal de Medellín, donde estuvo dando talleres y compartiendo con los periodistas.Gracias, EL MUNDO, gracias porque nos dejaste soñar que esa utopía que adoptamos, la de cambiar el mundo haciendo periodismo cultural, podía ser posible.
Con todo respeto, no comparto el criterio de quienes han venido criticando a la Corte Constitucional por haber declarado la inexequibilidad del Decreto Legislativo 580 de 2020, por el cual se dictaban medidas en materia de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo, por el motivo que condujo a la adopción del fallo y que también expuso la Secretaria Jurídica de la Presidencia de la República: aunque, según el comunicado de la Corte, se dictó y promulgó en desarrollo del Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica, se expidió dentro del término de vigencia del estado de excepción y se encuentra brevemente motivado y lleva la firma del Presidente de la República, no fue suscrito por todos los ministros del despacho. Faltaron las firmas de los ministros de Salud –lo cual llama la atención en cuanto la emergencia fue provocada por la pandemia- y de Ciencia y Tecnología.Lea también: Cumplir la ConstituciónComo señala la providencia,” el mandato constitucional referente a que los ministros suscriban los decretos legislativos que se expiden en virtud del estado de emergencia económica, social y ecológica constituye una condición indispensable de validez de dichas normas, en la medida en que con este se garantiza, el principio democrático, durante el estado de excepción, pues se contrarresta el déficit de deliberación y se limita la facultad discrecional del presidente”.La exigencia constitucional de que estos decretos, además de las firmas del presidente, lleven las de los ministros –todos- no corresponde simplemente a un requisito de forma y sin mayor trascendencia. Por una parte, cuando hablamos de los estados de excepción –entre ellos el de emergencia- aludimos al ejercicio de una potestad extraordinaria del Ejecutivo, que normalmente no tiene a cargo la función de expedir las leyes –atribución que, por cláusula general de competencia, corresponde al Congreso-. Por otro lado, la Constitución es clara cuando expresa (art. 115) que las firmas de los ministros en los decretos los comprometen y por medio de ellas asumen una responsabilidad por las medidas y decisiones que adopta el Gobierno Nacional. Y, además, las normas superiores relativas a los estados de excepción exigen expresamente “las firmas de todos los ministros” y subrayan su responsabilidad. El 215, para el caso del Estado de Emergencia Económica, Social, Ecológica o por calamidad pública, estatuye: “El Presidente de la República y los ministros serán responsables cuando declaren el Estado de Emergencia sin haberse presentado alguna de las circunstancias previstas en el inciso primero, y lo serán también por cualquier abuso cometido en el ejercicio de las facultades que la Constitución otorga al Gobierno durante la emergencia”.Le puede interesar: Sobre las sesiones virtualesDe manera que no estamos ante un mero formalismo. Ni se puede sindicar a la Corte Constitucional de haber sacrificado el fondo de la medida en aras de la forma, o de no haber hecho prevalecer el derecho sustancial, como lo exige el artículo 228 de la Carta. Ella tiene a cargo la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución, que exigió, en estados de excepción, las firmas “de todos” los ministros, no de algunos.Y el vicio no era subsanable, toda vez que al momento del fallo el decreto ya había sido promulgado y había entrado a producir efectos. En estas materias no se puede improvisar.
Duele la desaparición de EL MUNDO, después de más de 40 años de actividad ininterrumpida, con periodismo de calidad informativa y pluralidad de opinión. Desde hace dos años, cuando la publicación impresa diaria le dio paso a una semanal, el diario quedó herido de muerte porque había perdido su esencia. La desaparición de los periódicos impresos es una de las consecuencias nefastas de llamada revolución digital; nefasta porque los ha destruido sin sustituirlos por nada mejor.Lea también: Harry Sasson, la renta del suelo y las sopas MaggiLa prensa impresa, que resistió los embates de la radio y la televisión, agoniza en todos los países. Se cuentan por centenas los diarios desaparecidos y los que subsisten lo hacen en formatos cada vez más escuálidos y pobres en contenido. Sin la palabra impresa, la fuerza de la vieja sentencia, “lo escrito, escrito está”, se desvanece y con ella las exigencias del rigor informativo y de la clara separación entre la opinión y la noticia.Estas dos fueron las características señeras de EL MUNDO que nunca ocultó su carácter de diario liberal militante, pero abierto siempre a una amplia diversidad de opiniones, tanto en la época de Don Guillermo Gaviria, como en los últimos años bajo la orientación de su hija Irene y de mi querida amiga Luz María Tobón.El de Don Guillermo fue un liberalismo doctrinario, más bien clásico, cuya orientación intervencionista no lo apartó nunca de la defensa de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica en una sociedad verdaderamente libre. Por supuesto que, como periodista, fue también un liberal en el sentido partidista, aunque, el gran hacedor de empresas que fue, seguramente se habría sentido contrariado por la orientación anti-empresarial que aqueja a sectores amplios del que fue siempre su partido.Quizás a causa de la bancarrota ideológica del Partido Liberal, el liberalismo de EL MUNDO de los últimos años perdió su matiz partidista y se hizo más conceptual y de principios, buscando irradiar los valores de la democracia liberal y la iniciativa privada con responsabilidad social a las gentes de todos los partidos y la sociedad entera.Esa defensa de la democracia liberal se expresó en sus cuestionamientos al proceso de paz por su indiferencia frente a las víctimas de la Farc y las grandes concesiones hechas a lo que no era más que organización criminal que no representaba a nadie, como quedó en evidencia con las paupérrimas votaciones recibidas en las dos elecciones en las que ha participado.Su reconocimiento de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica y de la creación de riqueza, se manifestó recientemente en su insistente reclamo de la reactivación de la economía acompañada de la flexibilización de la contratación laboral.Pero quizás la más firme posición de EL MUNDO en los últimos años fue su incansable y persistente reclamo al gobierno a cumplir su misión fundamental de proteger la vida de los ciudadanos. No importa lo que el gobierno haga en cualquier ámbito, si no protege la vida de las personas está incumpliendo gravemente su obligación constitucional y lo que es en definitiva su razón de ser.Muchos años atrás, cuando, por incompatibilidad con mi actividad profesional, decliné la invitación que me hiciera a escribir en el periódico que acababa de adquirir, Don Guillermo, insistente, me dijo que escribir en EL MUNDO sería un honor.Le puede interesar: Una propuesta ilegal, inconveniente y peligrosa, pero imparableHace algunos años, por invitación de Luz María Tobón, EL MUNDO acogió generosamente mis artículos. Me sentí cómodo y complacido de hacer parte de tan noble empresa periodística y muy honrado, como había anticipado Don Guillermo.
Hoy he recibido la noticia: EL MUNDO, después de una tarea periodística de 41 años, ha decidido cerrar su fase de periodismo impreso. El entorno es cambiante, la evolución de hechos, tecnologías, épocas, conduce a decisiones y nuevas direcciones en los caminos que nos presentan horizontes distintos y nos hacen dejar atrás paisajes familiares a los cuales habíamos tomado un cariño como el del poeta cartagenero a los zapatos viejos. Algo diferente se abre en las perspectivas del futuro inmediato. Mis mejores deseos para FundaMundo, para la querida y admirada familia Gaviria Correa, y para la buena ventura de sus proyectos y su liderazgo, siempre inspirados en el bien para la comunidad y para Antioquia. Algunos de estos cambios son dolorosos, como lo es, en lo personal, este: se trata de una pérdida para el periodismo escrito en la región, y en Colombia. Pero EL MUNDO cierra este ciclo, como lo manifiesta su directora Luz María Tobón Vallejo, con la satisfacción del deber cumplido.Lea también: Alatriste: la punta de su espadaTermina para Antioquia una tribuna de decencia, de buen periodismo, de compromiso con la verdad. Se culmina la etapa de un esfuerzo colosal en pro de los intereses sanos de nuestro departamento, pionero para Colombia en tantos aspectos de progreso, de desarrollo, de apertura al futuro. EL MUNDO ha cumplido y constituye un gran honor ser parte, modesta y pequeña, de esta locomotora de la honradez y de la opinión crítica y creadora.Después de escribir la columna “Vestigium” durante veinte años -un total de 492 columnas, de periodicidad quincenal, casi ininterrumpidamente- vienen a mi teclado unas palabras que no puedo evitar, pues las asocio necesariamente a esta tribuna periodística: agradecimiento, aprendizaje, disciplina, creatividad.Cada uno de mis textos fue acogido respetuosamente por parte de los editores y de la dirección en estos años. Nunca he recibido la más mínima interferencia respecto a los temas y enfoques para los cuales con total libertad se me ha cedido el espacio. Siempre he sentido la presencia viva y efectiva de un genuino respeto por el diálogo inteligente, por el ir y venir de ideas ordenadas y rigurosas, expresadas dentro del marco de la consideración hacia la verdad y hacia el lector como un interlocutor merecedor de un trato digno y humanizante. Por parte de la dirección del periódico siempre recibí palabras de aliento, de buen criterio, de magnífica atmósfera de ejercicio de la inteligencia.Escribir Vestigium, con la variedad de tonalidades presentes en el entorno de las realidades contemporáneas, fue un hábito de disciplina, de investigación, de contrastes, de búsqueda de fuentes verificables. Una tarea constante de enriquecimiento y educación personal que tuvo que pasar por el tamiz del lector crítico y exigente, a quien también debo expresar agradecimiento. Mi padre, Hernán Gómez Atehortúa, fue el mejor lector, crítico y corrector que tuve. También asumí una tarea constante de aprendizaje en cuestiones de estilo y de forma periodística. No puedo olvidar las didácticas exposiciones de Arturo Giraldo Sánchez.Un “Vestigium” es la señal, la huella, la marca que deja el pie de un viajero sobre el camino. Hay algo relacionado con la memoria, con el registro de los datos de alguien que ha pasado por un lugar y ha dejado su impronta. Es el indicio de que por allí ha estado un “homo viator”: un viajero, frágil, perecedero, fugaz. Es también el rastro de un caminante que se esfuerza por perfeccionarse en una tarea que se ha impuesto. También el investigador es un sujeto que anda tras las huellas; la realidad -variada y múltiple- ofrece ante sus ojos algunas facetas, y es su tarea, la del investigador, hallar la parte de verdad que está inscrita en esas huellas. Para mí ha sido culminación de un rasgo esencial de mi vida: la búsqueda de explicaciones a las cosas que pasan, y de las cuales apenas tengo un entendimiento parcial en un entorno de asombro constante, infinito, inacabable. Mis columnas fueron posibles por aquella conversación inicial con Luz María Tobón Vallejo, cuando acogió, con tolerancia y generosidad, mis imperfectos intentos de practicar el arte de la columna.Le puede interesar: Incertidumbres y certezasTodos somos viajeros. También las instituciones dejan su huella: EL MUNDO deja un vestigio, una huella de decencia, de amistad, de buena escuela periodística: mi abrazo y mi voz de agradecimiento.
Jean-Paul Sartre (1905 – 1980). Filósofo, escritor y dramaturgo francés, es el representante del existencialismo. Participó en la Segunda Guerra Mundial y estuvo prisionero de los alemanes. Es posible que quisiera calmar su náusea interior dando a conocer todo lo que pensaba, lo que hacía, valiéndose de todos los medios: novela, teatro, conferencias…Como testigo de su generación, la de post-guerra (literatura comprometida), plantea cuestiones palpitantes y presenta tipos y circunstancias en un ambiente de inquietud. Uno de sus críticos señala que “a partir de 1914, la Primera Guerra Mundial, la revolución rusa, la mal entendida democracia de algunas naciones, el fascismo, el nazismo, la Segunda Guerra Mundial, la pérdida de la libertad de muchos países, el peligro de una guerra nuclear…, en síntesis, la angustia, forma de la vida presente, invade todo el ser”.Después de cada conmoción histórica surge un movimiento que deja huellas profundas. De las guerras napoleónicas surgió el “romanticismo”. De la guerra de 1914 – 1918, el “dadaísmo” y el “surrealismo”. La guerra de 1939 - 1945 trajo el “existencialismo”.Los jóvenes, después de la Segunda Guerra Mundial, se encontraron solos, desorientados, desesperanzados, sin hogar. A esa angustia mezclaron el anhelo de libertad, y como escape, se refugiaron en la música estridente, se vistieron con camisas negras, usaron sandalias espartanas. Como manifestación falsa del existencialismo, se puso de moda dejarse crecer el cabello, tomar droga, no estudiar ni trabajar; renunciar a todas las esperanzas y proclamar que la vida es un asco; y para todo eso, se reunían en París, en Saint Germain des Prés. Pero aquello no era existencialismo.El existencialismo es una doctrina que trata el doloroso problema de la existencia humana, y no da lugar ni al humorismo ni a la fantasía.Sartre creía que ELEGIR Y RESPONSABILIZARSE son fundamentales para el hombre. Por eso su teatro es de ideas; lleva al espectador a poner atención a los más graves problemas de nuestra existencia; acomete problemas que afectan directamente la vida humana y crea personajes desagradables.A puerta cerradaEs una de sus obras de teatro existencialistas, estrenada en 1944. En un cuarto (del infierno), Sartre encierra a tres desconocidos que van asumiendo conscientemente sus crímenes. Una habitación herméticamente cerrada en la que TIENEN que convivir José Garcin, publicista y hombre de letras, muerto de doce balazos por cobarde, y dos mujeres: Inés Serrano, empleada de correos, muerta a causa de que su compañero le abrió la llave del gas, y Estela, la coqueta y “fácil” muchacha, quien murió a causa de una neumonía, pero que cometió el crimen de matar a su hijo. Ella se interroga: “¿Por qué nos han reunido?... ¿Para qué?... Los miro y pienso que vamos a continuar juntos”.Garcin responde: “Ninguno puede salvarse solo; tenemos que perder juntos o salir juntos del apuro”.Inés dice: “Estamos en familia…. En la familia de asesinos… estamos en el infierno… ¡en el infierno! ¡Condenados! Está condenada esta santita. Condenado el héroe irreprochable… Hay gentes que han sufrido por nuestra causa hasta la muerte, y eso nos divertía ¿no? Pues ahora hay que pagarlo…. No tenemos tortura física, y sin embargo estamos en el infierno…. El verdugo es cada uno de nosotros para los demás…Yo soy mala; eso quiere decir que necesito el sufrimiento de los demás para existir….”.Los tres tienen que vivir en un infierno; tendrán que soportarse, fijas las miradas los unos en los otros, cada uno con sus culpas y sus castigos. Garcin, soñó ser un héroe de la guerra, pero murió como un cobarde. Las mujeres, una muy femenina; la otra, viril y lúcida. Ninguno de los tres podrá cerrar los ojos, tendrán que vivir con ellos abiertos porque hay permanente luz y el cuarto está herméticamente cerrado. Esta obsesión de los ojos abiertos y fijas las miradas unos en otros, se repite a través de la obra:Garcin afirma: “todos tenían los ojos clavados en mí”. Estela declara: “Cuando no me veo, me pregunto si existo de verdad”. Inés dice: “No les quitaré los ojos de encima”. Estela a Garcin: “No puedo amarte mientras tengan los ojos puestos en mí”.Viven molestos; discuten, al contar cada uno la causa que lo llevó a esa situación. Todo les resulta inútil. Se dan cuenta de que no hay nada que hacer, y resignadamente, se sienta cada uno en su sillón……Garcin empieza a llamar a la puerta: “¡Abran! ¡Lo soportaré todo!”La puerta se abre de repente, pero Garcin no se va, e Inés dice: “¿Quién entonces?.... ¿Quién nos retiene? ¡Resulta que somos inseparables!”Y Garcin: “Ahora comprendo que estoy en el infierno… esto es el infierno… el infierno son los demás…”Inés exclama: “¿Comprendes? ¡Estamos juntos para siempre!” Garcin agrega: “¡Para siempre!.... Bueno, sigamos…”El telón cae. Y ellos también caen sentados, cada uno en su canapé.Puede interesarle: ¿Nos estamos convirtiendo en hombres grises?Los estudiososDe Sartre se han preguntado: ¿Qué quiso significar el autor con esta obra?La tortura más grande que padecen, más que vivir juntos, es no poder actuar, no poder modificarse. Los personajes han perdido –por estar muertos - toda esperanza de recuperación, toda posibilidad de enmienda. Lo que fueron hasta el momento de morir, eso serán siempre.Otros afirman que a pesar de las contradicciones, de las penalidades y de los distintos caracteres que nos separan, nos necesitamos los unos a los otros. Los personajes utilizan el derecho que tienen de escoger, y, ante la puerta, inesperadamente abierta, eligen quedarse juntos y encerrados.El marco espacial de esta obra es el infierno. Pero, no un infierno según la concepción de la Edad Media (diablos y candela). Es un infierno que representa el tormento de cada personaje; y cada personaje es un tormento, un infierno para los demás. Inés, lo dice: “Estamos en el infierno, nunca se condena a la gente por nada”.Pero, hay que notar que el único tormento del infierno, para cada uno, son los otros, y el mismo personaje anota que no hay tortura física, solo que están juntos y hasta el fin; y lo reafirma cuando repite que “el verdugo es cada uno para los otros dos”.Cito las palabras de uno de los intérpretes de esta obra: “El autor ratificó con el espacio de su obra lo intemporal y perdurable del sufrimiento de vivir con los demás. Ese espacio, el infierno, tiene resonancia universal porque objetiviza una situación vital básica del ser humano”.Vea también: 200 años del padre del existencialismo“El lenguaje de Jean-Paul Sartre es descarnado y audaz. A veces hay desorden en la exposición de ideas, lo que refleja la desorientación y el desequilibrio de la vida moderna, vida de postguerra. Todo cuanto tiene que decir, lo dice sin sutilezas. Prefiere el simbolismo en las situaciones y en los personajes y no en el lenguaje”.Esta obra pertenece al llamado “teatro de ideas o de tesis”, en el que las obras apasionan, interesan más por los motivos polémicos que por la acción.El teatro de tesisSe caracteriza por:-Los personajes revelan sus secretos y contradicciones; a veces, ellos son monstruos morales, seres vulgares, mentirosos, cobardes y libertinos.-La obra de tesis descubre la antítesis entre el ser y el parecer, entre la verdad interna y la externa.-Presenta la vida como misteriosa compenetración de bien y mal, verdad y mentira.-Introduce la introspección, el análisis psicológico y sostiene, a lo largo de toda la obra, una tesis que puede ser política, religiosa, filosófica…-Es un teatro simbólico, es decir: detrás de las palabras, los personajes y las situaciones hay, casi siempre, una verdad amarga.Es también,“teatro del absurdo”.El teatro del absurdo es un intento del teatro moderno por mostrar la condición humana en su soledad interior, en su nada, en su inutilidad. Sus características principales son:-Hay abandono de la lógica.-Los personajes viven en el mundo de la desgracia o de la degradación como en su propio y cómodo universo.-Ningún personaje intenta que su sufrimiento sea redentor; carecen de humanidad. La abyección en que están sumergidos es propia, connatural a su ser. El dolor no los redime de nada.-Los autores del teatro del absurdo no conciben al hombre con un poder de elevación y de superación. Un intento de superación no tiene sentido dentro de este teatro.
En contra:1. El comunismo ha sido de las peores pesadillas de la humanidad en dolor humano.2. Los dos más grandes líderes comunistas de la historia han sido al mismo tiempo los mayores genocidas. Entre Mao y Stalin mataron por gusto sádico, ambición y supuesta venganza a un número de personas inocentes superior a la población actual de Colombia.3. La mayor parte de los comunistas que aceptan la democracia en el fondo de sus corazones sueñan de todos modos con reemplazarla algún día por un sistema comunista.4. En general los comunistas son tan enfáticos en su convicción que con la mayoría resulta imposible hacer un diálogo que no parezca un ataque contra una religión.5. En medio de los auténticamente idealistas hay un buen número de personas con ideas comunistas que las han usado y las siguen usando exclusivamente para obtener beneficios para ellos mismos y para personas que piensan como ellos.Lea también: El fin de la historiaA favor:1. Si no es por la izquierda comunista la democracia no se hubiera transformado y seguiría siendo casi una injusticia institucionalizada como en sus comienzos lo era.2. Ha habido líderes de ideas comunistas que gobernaron bien democracias, y muchos de quienes han sido alguna vez comunistas luego se vuelven excelentes gestores de la democracia.3. La idea básica del pensamiento de izquierda de que no es justo que una minoría tenga beneficios excesivos por la penuria de la mayoría es perfectamente legítima.4. Por más que Cuba sea una pesadilla cotidiana para sus habitantes por culpa de Castro, especialmente por haber puesto misiles nucleares, hay menos crimen que en casi cualquier otro lugar del mundo.5. Mal que bien, sigue siendo cierto que la democracia capitalista que los comunistas tanto critican tiene serios problemas de corrupción e injusta redistribución.
Helí, viejo, no sé si vas a estar de acuerdo conmigo, pero la ciudad también debe sentir tu ausencia. Sabemos que te vio partir y, sin embargo, pocos alcanzamos a escuchar su llanto. Por eso a tus amigos nos corresponde multiplicar su queja.Medellín nos recibió como refugiados a quienes se les acabó el camino, cabras montaraces condenadas a mirar el valle desde las laderas, y a la espera de perderle miedo al río. Veníamos de pueblos donde no sentíamos la patria, apenas el corazón apacible de padres analfabetos que, de oídas, supieron que el mundo es estrecho y de una minoría. Sencilla imagen para describir la complejidad de lo que nos esperaba: cambiar el murmullo del arroyo, el canto mañanero de las aves, por afanes controlados; donde todo quedaba cerca menos la compasión y la alegría.Nos acercó el destino y nos recordó que siguiendo la corriente van dos orillas que moldean el cauce. También advirtió que seguirlas hasta el final no garantiza la llegada al mar. Elegimos el camino sin regreso, la huida. Guiados por el rumor del agua aprendimos a descifrar sus colores, cuando se perdía en las profundidades.Lea también: Helí Ramírez: poesía y honestidadLas calles del barrio Castilla nos enseñaron a pulir los pasos, a medir distancias y que la pobreza era la guarida de muchos males, porque estos fácilmente se camuflaban en las sombras. Andarlas a cualquier hora del día nos enseñó que las palabras escondían poderes solo revelados a quienes las elevaban como a cometas, las sometían a vientos ineluctables y a noches frías, para oírles sonidos que agradarían a la historia. Aprendimos que el silencio apartaba la neblina del camino, que la mejor manera de sobrevivir era correteando el hambre en los juegos infantiles. Jugamos fútbol en las canchas de arenilla de Los Tanques, en la Macarena, en la Tinajita y en las mangas de Las Torres, al otro lado de la autopista. No faltábamos martes y jueves a los desafíos futboleros con los muchachos del barrio El Pedregal. En aquellas andanzas por tierreros y calles destapadas nacieron Millin, El Zarco, La Flaca, Rojo, Puntilla, Ojo de Águila, El Garetas y otros personajes que dieron vida a historias con las que exorcizamos la realidad.Helí, viejo, en los finales de los años 60s y comienzos de los 70s, no nos habíamos saludado. Cada uno estaba en su agite, en su salsa, sacando a pasear las penas como a mascota que no sabe volver sola a su morada. Éramos dos ciegos en medio de una algarabía, aparentemente, sin sentido. Sin embargo, alcanzábamos a distinguir aquellas que alimentaban el desorden. Conocimos a quienes madrugaban a trabajar a las fábricas, a los vagos que medían calles, pasaban la voz cuando llegaba el carro donde vendían leche y a los que salían al rebusque con fierro empretinado para aquietar la muerte. Algunos de estos personajes con solo verlos una vez se hicieron inolvidables. Recuerda a La Fiera y La Piragua, mujeres que cargaban todos los rumores. Al Negro Villa, a Pitufo, a Malambo, para quienes el valor estaba a la altura de la existencia misma. El valor minimizó la vida y con este pretexto fundaron pequeños reinos que crecieron en nuestra mente sin control alguno, feudos que luego exploramos con nuevos protagonistas, porque desde las comunas aún se mira la metrópoli como ratón a trampa donde se amarra el queso. Vos, mejor que yo, comenzaste a cantar esas vivencias, la forma silente como la tristeza bombea el corazón del desvalido; lo distantes que están los bolsillos en un mismo pantalón.Lo interesante de ascender la montaña es poder, ya en la cima, comprender que nada está más arriba de un pensamiento sincero y que la verdad no importa dónde se diga sino a quienes representa. Esta consciencia, la apropiación del territorio, evidenciar el trasegar de las familias en su lucha por la subsistencia, hizo de nuestro barrio esa “Venta” donde Don Quijote condujo a Rocinante y a su amigo Sancho, para evitar el acoso de la noche y detener el cansancio. Justo y reparador es el reposo cuando las fuerzas se han agotado cumpliendo las responsabilidades que el honor manda. Como el Noble Caballero Andante, aprendimos que el silencio era el mejor espacio para enfrentar la soledad y fue esta la que confabuló para que la poesía y la novela florecieran escondidas y dejaran constancia de que no todos los exilios son oscuros.Helí, viejo, en los finales de los años 60s y comienzos de los 70s, no nos habíamos saludado. Cada uno estaba en su agite. Cortesía Fiesta del libro y la cultura.Recuerda, Helí, que debimos ejercer oficios prosaicos para dispersar la algarabía, corretear las necesidades empeñando el tiempo y conservar el hilo del silencio que celosamente nos guardaba la lectura. Volví a saber de ti, viejo, en el taller de escritores de la Biblioteca Piloto. Una tarde de miércoles Manuel Mejía Vallejo habló de tu poesía, de la revista Acuarimántima, donde publicaron tus primeros poemas. Manuel no dudó en darnos a entender que Castilla y los barrios populares ya tenían voz en la ciudad. Esa semana busqué la revista número 32 de Acuarimántima. Leí con devoción Adobes vivos, Arena, Romance con ají, Historial y Nido, y di más crédito a las palabras del maestro y me dije que allá junto al Picacho el viento comenzaba a soplar fuerte y los poemas huían hasta la orilla del río.El taller de escritores me emancipaba de la fatiga que causaba estar alejado de la cultura. En hora y media de conversación, en torno a los libros, erradicábamos la contaminación de una semana. Un poema, una página, un aforismo, curaba el alma de cualquier pena. Por esa época leía a Charles Bukowski, quizá otro hermano extraviado, y me cuestionaron las menciones que hacía de la esclavitud, de la suerte, de la felicidad y de por qué costaba tanto al hombre liberarse para que su espíritu fluyera como el agua. Siempre he estado de acuerdo con él, en que la vida debe vivirse sin tantos apuros para merecer una muerte generosa, ver juntarse los caminos con exiguo equipaje, así, liviano ya, levantar la frente y divisar el horizonte como esa ventana que dejamos ajustada para contemplar el infinito.Considero que al buen poeta no lo asusta la oscuridad, porque sabe adentrarse en ella antes de que lo sorprenda la noche. Bukowski tenía muy claro el largo y pedregoso camino del arte y por qué escribir subyugaba hasta el extremo de llegar a considerarse un esclavo. Debemos, por lo tanto, entregarnos a suplir las necesidades cotidianas, con el solo fin de recuperar el espíritu creativo y conservar la imaginación para recibir el alba.La ciudad, viejo, tardó mucho para enterarse de que la estábamos observando con alma de poeta. Igual que la corriente fluye sin olvidar sus riberas, la vida se deja purificar por el asombro, se sacude, se oculta en las profundidades, descubre otros senderos para probar los sentimientos y, finalmente, se embarca en puertos insospechados donde fondean naves de gran calado y sin rumbo definido. Estos viajes imprevistos son los que permiten a la literatura ahogar todas las miserias y, mientras leemos, decretar el fin de la esclavitud.Terminaba el siglo y abordamos la misma embarcación: la revista Mascaluna. Cinco amigos la habíamos fundado el 8 de julio de 1994. Quisimos hacerte un homenaje, una entrevista. Aprovechamos que ya nos conocíamos, que crecimos en el barrio Castilla, que yo podía hablarte al oído y convencerte para que participaras en ella. No solo nos escuchaste, sino que decidiste unirte al proyecto de difundir obras de escritores que buscaban abrirse espacios en la literatura. La revista fue otra ventana por donde mirabas la ciudad y el continente. Nos enseñaste a diferenciar más los de “arriba” y los de “abajo”, los de la ciudad letrada y los que andábamos dando bandazos contra revistas y periódicos de tiraje nacional. Pero el sonido de la corriente es idéntico en todos los cauces, solo basta seguirla hasta descubrir las cascadas y evitar el naufragio. Mascaluna propició un viaje sereno, sin otras pretensiones que cumplirle al arte y conservar los caminos reservados por la imaginación para echar travesía a la indiferencia.“Viejo Rene”, sin tilde, así me decías, “a vos te salgo a donde quieras”. Y era cierto. Recuerda, Helí, nuestras conversaciones siempre fueron amenas. Nos desahogábamos de décadas sepultados por ocupaciones, ausencias y silencios. La literatura nos confirmó los mismos comportamientos en diferentes épocas. Rebeldías populares, clases sociales, movimientos políticos, corrupción, bandidajes, geopolítica, muertes, amores, odios y la codicia en la que se ha tambaleado la humanidad. Tomábamos café, jugo, cerveza, limonada natural y hablábamos de las obras literarias que nos habían inquietado o merecían espacio en nuestra biblioteca personal. Callábamos por ratos largos, observábamos el entorno y retomábamos el diálogo mencionando alguno de tus versos. “No valen la pena, viejo Rene. Lo importante es la amistad”, dijiste la vez que nos reunimos en el Centro Comercial Unión Plaza. Allí hablamos de Jugaba de alero. “Se levantaba a las seis de la mañana / a trotar a la cancha y a hacer gimnasia / por la tarde jugaba fútbol con la gallada / cuando no le tocaba entrenar /en un equipo en el que jugaba afiliado a la federación / y por la nochecita se comía su platado de agua con / dos o tres fríjoles remando en el plato / y se acostaba temprano/.“Jugábamos alimentados con viento”, dijiste cuando terminé de leer los versos. Reímos. “Más de una vez nos pusieron a tragar polvo”, dijiste entre risas. Después recordamos a Albert Camus, sus primeros cuentos, El derecho del revés, y lo aficionado que era al fútbol. Llegamos a la conclusión que detrás del balón morían muchas tristezas y que a lo absurdo del mundo también se le podía poner trampa y enredarle queso. Esa tarde queríamos hablar de libros, de puertas que vislumbraran salidas a tanto tedio. Conversamos de Antonio Tabuchi, de su novela corta Nocturno Hindú y de Gesualdo Bufalino, escritor que había obtenido reconocimiento mundial, después de los sesenta años, con la novela Perorata del Apestado. El resto de la charla la ocupamos en hablar de las escuelas morales, de ética y la palabra como esencia del hombre. Recuerda, viejo, que Séneca, Marco Aurelio y Horacio, se metieron en la conversación para recordarnos la brevedad de la vida, que las aguas por más que se eleven siempre acaban en la misma parte, que llegamos sin nada, nos vamos sin nada, pero que desperdiciamos la vida peleando por lo que irremediablemente tenemos que dejar.Al comenzar la noche, sin querer terminar tertulia filosófica, me confesaste el desencanto por la literatura colombiana que se estaba publicando en la actualidad. “Viejo Rene, agoniza el arte”, dijiste en medio del bullicio de vendedores ambulantes y pitidos de vehículos. Antes de despedirnos nos comprometimos para ir a escuchar tangos a la Casa Gardeliana o a Homero Manzi. Nos propusimos recordar a Gardel y cantar letras de Enrique Discépolo. Tomamos direcciones distintas. Yo crucé el Parque Berrío y subí al Metro, para evitar la hora pico del transporte público. En el corto viaje hasta la Estación Caribe no hice más que recordar el bar Los Tangos, en la carrera 68, al frente del granero mixto El Popular, que mi padre había tenido en arriendo en los años setenta; donde aprendí muchos tangos de memoria.El 7 de diciembre de 2018 nos vimos por última vez, recuerdas. Te escribí por Whatsapp, en noviembre, te pregunté por tu salud y no demoraste en responderme: “Quihubo viejo Rene. Bien. ¿La salud? Los exámenes dieron con algo que es grave pero exige disciplina en el manejo. Y como yo no soy poeta maldito sino la maldad en la palabra y en los hechos y no en la retórica, y como tengo cosas para hacer buenas y malas hablando en términos morales desde la antigua Grecia a hoy, entonces viejo Rene, Helí es un guerrero y hace un manejo acorde de su vida. Saludos y gracias por la amistad hermano. Para el próximo año le hago un regalo a vos y César (lo saluda de mi parte) para la revista”.Tu sinceridad, viejo, la manera de tomar las curvas que te presenta el camino es la que da sentido al paisaje. Por eso los precipicios pasan desapercibidos cuando la vida depende de giros inesperados. Superados estos, terminamos comprendiendo que alcanzada la meta cada huella que se deja se convierte en faro que impone límite a las sombras. Tus palabras me hicieron recordar la coherencia de la que hablaba Sócrates y te escribí esa misma tarde: “Amigo Helí, la palabra amaina las tormentas y luego que estas pasan la claridad que muestra el horizonte asombra y deja ver las huellas primeras; allí donde el hombre guarda los mejores secretos. La disciplina brinda a cada ser humano antídotos contra todas las amenazas. La amistad es uno de esos espacios que con el tiempo alejan las sombras. Estamos al pie de la pirámide, estoy ahí, amigo. Antes de navidad nos vemos para que tomemos café y caminemos por la ciudad. Para refrendarle la otra parte de la literatura que nos queda. El regalo lo esperamos con gusto. Un abrazo fraterno”.El día de las velitas nos encontramos en la entrada de la repostería Astor, en Junín. Recuerdo que pediste un café con leche y un postre “milhojas”. Yo ordené una limonada natural. Hablamos de la economía mundial, de cómo el gobierno en la sombra se repartía los recursos naturales de las naciones y de cómo Rusia se resistía a perder el control de Siria. “El mundo es un juego de ajedrez”, dijiste, viejo. Recuerdo que te hablé de las reuniones anuales del grupo Bildenberg, de Daniel Estulín, de Noam Chomsky, de las familias que dominaban el planeta y del reseteo monetario que se avecinaba. Pronto me dije que debía pasar a temas más amables, pero que no se alejaran de la situación mundial, que tanto nos preocupaba. Fue entonces cuando te mencioné a Fernando Pessoa, su poema donde dos jugadores de ajedrez disputan una partida y no se inmutan por lo que ocurre no muy distante de ellos, porque lo que les corresponde lo controlan en los treinta y dos cuadros del tablero. Recuerda que nos miramos, porque el asombro es diminuto y se transmite en las miradas. Te recité los dos primeros versos: “Oí contar que otrora, cuando en Persia/ hubo no sé qué guerra/”. Me preguntaste que cómo se llamaba el poema y te dije que se conocía como La partida de ajedrez. Por varios minutos movimos los vasos con sigilo, como si de ellos dependiera una catástrofe o la caída de algún rey.No sé si te acuerdas, viejo, que varias veces intenté abrir el morral manos libres, que descargué en la silla contigua. Allí guardaba una sorpresa. Me abstuve de hacerlo porque no quería estropear el entusiasmo con que hablabas de la economía mundial, del socialismo que buscaba afincarse en tierras donde los gobernantes ya no jugaban golosa, sino que aprendían el juego milenario y comenzaban a parar alfiles y almenas después de los peones. La “milhojas” se había deshojado entre palabras y entusiasmos literarios. Elena Ferrante, seudónimo de una escritora napolitana, te tenía “engrampado”, motivado con su prosa fresca y a la que empezabas a guardarle un espacio en el rincón del cuarto. Te tenía fascinado con su narrativa sencilla y las historias de barrio que se aferraban al alma.“Viejo Rene, yo invito. Siempre invitás vos. No jodás”. Dijiste al poner la servilleta en el plato. Yo sonreí, ya me habías condicionado desde que nos encontramos. Tuve, entonces, la oportunidad para abrir el morral. Te mostré el libro En la parte alta abajo nuevo, bien empacado, publicado por la editorial de la Universidad Eafit, en 2012. Dije que esa ganga la había conseguido en el Pasaje la Bastilla, por diez mil pesos. No mencionaste palabra mientras lo autografiabas: “Para Rene, un amigo del barrio, un compinche en la literatura. Helí”. Después dijiste, “hermano, los poetas no valemos es nada”, nos reímos. Sobre la mesa admiramos la bellísima edición de la obra, las pinturas y dibujos de Fredy Serna, otro artista y amigo del barrio Castilla.Nos despedimos al pie del edificio Coltejer, al apretón de mano le agregamos otra sonrisa, suscitada por el valor del libro y de los poetas.Helí, compinche, gracias por enseñarnos que la poesía está en todas partes, que la podemos descifrar en camisetas del Dim o del Nacional, cuando corren en la cancha o cuelgan en los muros sin revoque para que no los tumbe el vendaval, en un baile alrededor de un sancocho y en los rayos del sol que se sienten en la parte alta abajo o en una golosina de sal. Nos dijiste que no se requiere ser letrado para pronunciar las palabras cuando quieren gritar lo que siente el hombre marginado, el que habita en la otra urbe.Le puede interesar: Los libros matan, hermanoLas orillas vuelven a apartarse. La corriente se ha vuelto serena, profunda, signo de que debe entregar toda su fuerza. Queda una enorme barca lista para soltar amarras, construida con materiales del entorno: tu obra literaria. Narrativa y poesía que podremos abordar en cualquier puerto y trasladarnos a otras latitudes, a ciudades como las cantadas por Cavafis, Seferis, Rumí, o callejones milagrosos donde crecieron, entre desilusiones, las primeras nociones de barrio; lugares donde floreció la poesía conversacional para dar sentido urbano a la palabra. La vida es una burbuja que la muerte pincha con tanta precisión que, además, alcanza a inmortalizar el fugaz instante del asombro. Por eso qué mejor manera de concluir esta crónica, compinche, que leer el poema que cierra la edición del libro que me autografiaste en el último encuentro.De izquierda a derecha: el escritor René Jaramillo Valdés, su esposa Berenice Velásquez y Alejandro García Gómez en una Fiesta del LibroLXIIICon cabeza de pato dos nubesMe dejan ver el solEl borde afilado de la tristeza me manda viajados para partirme en dosSe acercan las ilusionesCon cara de revólverY vienen cojas rengueandoDesde las cordilleras que la rodeanEl viento abre sus alas y como un tominejoSobre la ciudad se deja venirFlota el silencioEn el aire parece algodónMe contemplo atravesado sobre mí mismoY me cuesta creer que vivo aquíViendo sólo el goterear de mis sueños…
Precisamente el 31 de marzo de este año se conmemoraron 37 años de la fundación del Teatro Popular de Medellín. Con bombillos tradicionales, quizás de 100 vatios de potencia, ubicados dentro de tarros de galletas, ese primer esbozo de teatro iluminaba en 1979 la sala de la casa de Tiberio Montoya (Q.E.P.D), ubicada en el barrio La Milagrosa, de Medellín, su primera sede y donde tenía lugar uno de los más importantes alumbramientos del sector cultural de la ciudad. Aunque todavía no se sabía su dimensión, se trataba de los ensayos de ocho jóvenes, de ocho amigos, quienes tenían el sueño de formar un colectivo teatral. No eran dueños de una sede propia, se presentaban entonces en Bellas Artes (avenida La Playa), y como ese año se conmemoraba en el mundo la importancia de la niñez, eran 365 días dedicados a la infancia, sabían que su enfoque sería teatro infantil.Así nació el Teatro Popular de Medellín, colectivo de artes escénicas que después tomó los espacios del Museo de Zea (ahora Casa del Encuentro del Museo de Antioquia) para formar su Escuela de Teatro; luego arrendó una casa en Pascasio Uribe con Pichincha, después tuvo rentado el Teatro Metropolitano y hasta inició las presentaciones del Porfirio Barba Jacob, cuando fue inaugurado.Su director, Iván Zapata, rememoró esos momentos difíciles de “arriendos que eran la zozobra de cada mes”, de años de lucha y dificultades que tomaron una mejor luz cuando consiguieron la casa ubicada en la calle 48 # 41-13 (a unos metros de las Torres de Bomboná, por la calle Pichincha), que se iluminaron de nuevo ese 31, cuando a las 7:30 p.m. se abrieron las puertas de su nuevo espacio, ya que en septiembre de 2015 había empezado la demolición de su tradicional fachada para dar paso al nuevo edificio.La inversión para remodelar el Teatro fue de $755 millones, provenientes de la Ley de Espectáculos Públicos, otorgados por la Secretaría de Cultura de la Alcaldía de Medellín, a través de convocatoria, aseguró su director, y que consistió en una sala más moderna con sillas nuevas, un escenario en madera, una tramoya de nueve barras; en el exterior, una pared de ladrillo, con una lámina con huecos que lleva el nombre y el logo del teatro adornado con hojas.Cierre del Teatro La ExfanfarriaFundado por José Manuel Freidel hace 40 años, el Teatro La Exfanfarria cerró este año, el 2 de diciembre, su sala definitivamente. Problemas económicos fueron la causa principal para que se diera este hecho que conmocionó al sector artístico de la ciudad -por lo que representaba y por todo el legado de Freidel- y puso en discusión qué está pasando con la escena teatral en Medellín, la formación de públicos para ir a ver teatro experimental -según los funcionarios del Teatro, gran parte de la razón estuvo en que la gente ya no iba a ver las obras- y el apoyo de las entidades locales a estos espectáculos. Con un grupo de actores -convencidos por su propuesta y visión- Freidel fundó en 1975 la Corporación Artística de Teatro y Títeres La Fanfarria, que más tarde terminaría llamándose la Exfanfarria, Teatro que ahora hace parte de la memoria cultural -perdida- de la ciudad.Apertura de La PascasiaDos colectivos artísticos de la ciudad, Música Corriente y Universo Centro, se unieron para dar vida este año, en mayo, a La Pascasia, centro cultural ubicado en Pascasio Uribe entre Maturín y Bomboná, el llamado Camellón Guanteros en la historia de Medellín. Presentaciones de discos, conciertos, exposiciones de arte, conversatorios y los Triálogos, que es una conversación de los artistas plásticos con los músicos y los escritores, sobre su oficio creativo, han sido parte de la agenda del lugar en este año.Reapertura del TMMLuego de cerrar temporalmente en el mes de febrero, el Teatro Metropolitano reabrió sus puertas al público el 18 de noviembre, para acoger a artistas como Andrés Calamaro y Rosario además de espectáculos de Medellín Cultural, la organización dueña del espacio. El cierre del Teatro se debió, en un principio, a la reparación del daño de una estructura metálica del módulo norte, y aunque hasta la fecha la reparación no se haya hecho en su totalidad, el Metropolitano está en la capacidad de albergar espectáculos de todo tipo.Cierre de Naranjo VelillaCon la exposición Arte actual, que estuvo hasta el 15 de junio de este año, la Galería Naranjo Velilla (ubicada en San Fernando Plaza), dijo adiós en Medellín. “Como Galería tenemos nueve años aquí. El balance es muy positivo, son 30 años trabajando, yo no sé ya cuántos cientos de exposiciones hemos hecho, además de participar en actividades como la Subasta de Cariño. Dejamos como testimonio final a la gente de Medellín que respaldó la tarea que hicimos con su presencia en los eventos, con sus agradecimientos, con su fidelidad”, aseguró Adolfo Naranjo, uno de sus dueños, días antes de cerrar.
El DIM le cumplió al reto y a sus hinchas y lo hizo ver casi como un “largo” entrenamiento, especialmente en el lluvioso primer tiempo. Es que a priori este partido, que estaba aplazado de la fecha 14, se veía como un trámite para el Poderoso, por su mejor momento y por jugar en casa sin ninguna presión, con la clasificación ya asegurada y hasta el billete como cabeza de serie para los Cuartos, ante un inerme América que se desinfló a lo largo del torneo Apertura, forzando primero la renuncia del cuerpo técnico que encabezaba Jorge Polilla Da Silva y luego la improvisación de un nuevo orientador que tampoco encontró respuesta en la nómina, al punto de tener que ensayar con varios juveniles para terminar el tormentoso camino.Y el DIM no perdonó. Desde el comienzo fue dueño del partido ante un rival sin respuesta. Yairo Moreno abrió la cuenta a los 17 minutos con una impecable ejecución de un tiro libre desde 23 metros, y Daniel Cataño amplió la cuenta antes del intermedio (m.38).Un intermedio que se alargó apenas reiniciado el segundo tiempo, porque el torrencial aguacero que cayó en todo el sector del estadio Atanasio Girardot y las descargas eléctricas hicieron que el árbitro Héider Castro tuviera que suspender el juego por seguridad de los mismos jugadores y los hinchas apostados en las tribunas.Lea:El DIM busca equilibrio de cara a los definitivos juegos que se vienenEn la reanudación, este viernes en la mañana, el Rojo antioqueño pasó un susto con el tanto de penalti de Cristian Martínez Borja (2-1). El ímpetu americano generó desconcierto, amén de dos tiros libres de Juan Camilo Angulo, especialista en la pelota quieta, que por poco e ingresan en la portería de David González. Pero los fantasmas del empate desaparecieron con el tanto de Germán Cano en los minutos finales. Décimo tanto del Matador, goleador del torneo Apertura.Al final, un triunfo que refuerza anímicamente al equipo del español Ismael Rescalvo, que ahora sólo piensa en Cuartos, aunque el domingo cerrará la fase del Todos contra Todos de visita en el Parque Estadio ante Envigado, también eliminado de las finales.El DIM suma 35 puntos, tres menos que el líder Atlético Nacional y tres por encima del Tolima, que es tercero. América se queda eliminado, en el puesto 16 con 21 unidades.Ficha técnica3 - Independiente Medellín: David González, Jesús David Murillo, Hernán Pertuz (Yulián Anchico, m.45), Jorge Segura, Sebastián Macías, Didier Moreno (William Parra, m.90), Andrés Ricaurte, Daniel Cataño, Yairo Moreno, Juan Fernando Caicedo (Leonardo Castro, m.69) y Germán Cano. DT: Ismael Rescalvo.1 - América: John Meneses, Juan Camilo Angulo, Danilo Arboleda (Yeferson Contreras, m.75), Diego Herner, Anderson Zapata, Iván Vélez, Alejandro Bernal, Jhon Quiñones (Jefferson Cuero m.45), Juan Nieva (Ányelo Ariel Mora m.45), Cristián Dájome y Cristian Martínez Borja. DT: Pedro Felicio Santos.Goles: 1-0 Yairo Moreno (m.17). 2-0 Daniel Cataño (m.38). 2-1 Cristian Martínez Borja (de penalti, m.69). 3-1 Germán Cano (m.86).Árbitro: Héider Castro (Cesar).Amonestados: Pertuz, Murillo, Moreno, Ricaurte y Cataño, por Medellín. Herner, Nieva, Mora, Dájome y Bernal, por América.Expulsado: Anderson Zapata (m.90+2).Estadio: Atanasio Girardot.
¿Dulcecito o dulcesito?La construcción de estos diminutivos causa muchas dudas, aunque la norma es de las más sencillas del sistema ortográfico del castellano/español. Miren: el elemento que agregamos al final de una palabra para cambiar su sentido se llama sufijo (¿recuerdan?: prefijos, interfijos y sufijos). Este sufijo que usamos para formar diminutos se escribe con ce: “-ito” se convierte en “-ecito”, “-ececito” o “-cito”.Pero si la base, es decir, aquella parte de la palabra que no cambia, tiene la consonante ese, lo que hacemos es agregar el sufijo “-ito”: oso se convierte en osito, casa en casita, cosa en cosita, porque la otra opción, incorrecta por supuesta, sería, por ejemplo, “cascita”, y no, no funciona así.Lea también: ¿Ultimadamente o últimamente?Ahora, piensen en esto: ¿cómo formarían el diminutivo de clase? Pronuncien el diminutivo. ¿Ya? Notaron que la palabra no sufre ningún cambio y que se le agrega “-cita”. ¿Qué queda?: clasecita. Es muy diferente al caso de osito, que la forman “os” más “-ito”, mientras que a clasecita la forman “clase” más “cita”.De esas que casi nunca usamosFlamear. No es tan tan rara porque usamos palabras como flama o inflamable. Este verbo viene de la palabra latina flamma, que significa “llama”, por eso tenemos la ya citada flama (que puede significar “llama” o “reflejo que la llama produce”), y también por eso inflamable es aquello que se enciende con facilidad y causa, por lo tanto, llamas. ¿Pero qué es flamear? Pues puede ser “echarle” llamas a un alimento usando licor. Puede ser, también, “echarle” fuego a un animal muerto para acabar de quitarle las plumas o los pelos, según sea la especie. O quemar la superficie, por ejemplo, de un recipiente para esterilizarlo.Pero también tiene un significado sin fuego: “Dicho de una bandera: Ondear movida por el viento, sin llegar a desplegarse enteramente” (imagínense una bandera colgada en un barco).