Transformar nuestras cruces

Autor: Pbro. Emilio Betancur
24 noviembre de 2019 - 12:11 AM

Homilía para preguntarse por el sentido de la celebración de Cristo Rey en nuestra contemporaneidad.

Medellín

El don del arte religioso en los artistas tiene desde el Concilio Vaticano II una deuda, dar razón de Jesucristo, Hijo del Hombre, Rey desde la Cruz, para que sepamos asumir la nuestras superando las imágenes del Cristo-Rey de la cristiandad que está de pie sobre el mundo, signo de poder más no de amor y servicio como es la cruz gloriosa del señor resucitado. Así el don del artista se convierte en un carisma porque cualifica la fe y da razón de la esperanza en el Crucificado-Resucitado.

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No nos bajemos de nuestras cruces

Dentro de poco en Navidad oiremos de nuevo el anuncio del ángel: “Hoy os ha nacido un salvador”, y en la sinagoga de Nazaret “hoy se ha cumplido esta Escritura”. Para los creyentes el reino de Dios es hoy porque ya está realizado con la victoria de la muerte y resurrección de Jesús. Lo tenemos en nuestro interior, por el bautismo el Espíritu del resucitado luchando con la muerte y los signos de la muerte que son nuestras cruces. La lucha es interior, expresada con signos exteriores como la conversión y la paz. La razón nos la confirma Pablo: “Somos resucitados en Cristo”: “Así, Él es anterior a todo y todo encuentra en Él su consistencia. Así también Él es la cabeza del cuerpo, la cabeza de la Iglesia. Cristo es el principio, y para tener la primicia de todo, Él es el primogénito de todos los resucitados. Porque Dios quiso depositar en Él todos sus dones y reconciliar con Él y por Él todos los seres, restableciendo la paz en la tierra y en el cielo con su sangre derramada en la cruz (segunda lectura)

Bájate de esa cruz

Quienes conocieron a Jesús haciendo milagros, humanizando la vida de la gente, y haciendo más digna la vida de los pobres de la Galilea, ¡no entienden como ahora se encuentra clavado en una cruz! Piensan que es mejor ser rey al estilo de David así hubiera terminado mal pero no crucificado.

La gente hoy tiene una perspectiva de triunfo sin cruz, el llamado es el mismo que le dijeron a Jesús: “Bájate de esa cruz” con objetivos distintos la cruz del matrimonio, no traer al mundo hijos a sufrir, preferir el lucro fácil sin ética o moral, suplantar el trabajo honrado por la corrupción o abandonar el estudio por falta de estímulos. La propuesta ofrecida por Jesús desde la Cruz no consiste en bajarse de ella sino a imagen de Él asumir nuestras propias cruces para transformarlas, de lo contrario nos vamos a morir murmurando, rechazando, y lo peor resignados para siempre con nuestras cruces. “Si alguno quiere venir en pos de mi tome su cruz, (no la de Jesús como hacemos en semana santa), y sígame”. Por la actitud de Jesús con nuestras cruces, lo podemos llamar “Rey del Universo”.

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Pablo nos responde en la segunda lectura: “porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud y por la cruz quiso reconciliarnos, de todos nuestros egoísmos, para darnos la paz por medio de su sangre en la cruz”, “por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: la paz contigo y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes” (Sal 121).

Lecturas del 24 de noviembre

Domingo 34 del tiempo ordinario: Jesucristo Rey del Universo

Primera lectura: Lectura del segundo libro de Samuel (5,1-3):

Salmo: Sal 121,1-2.4-5

Segunda lectura: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1,12-20)

Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha hecho nada malo».

Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

 

Palabra del Señor

 

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