La postura de Duque ha contribuido a revelar y exacerbar la crisis de credibilidad o confianza que soporta Maduro entre su propia gente.
En lo que lleva corrido el año llama la atención, por su hondo calado, el cambio que ha experimentado la política nacional. Cómo ha cambiado la percepción de la ciudadanía sobre sus personajes, los partidos y sus posturas, dependiendo de las emociones que va suscitando el volátil devenir de la nación. No hay día en que la gente del común no se sienta algo tocada. Ella se sabe bien correspondida o frustrada cuando sus pretendidos voceros en sus dichos y hechos se acomodan o no a sus designios o de algún modo no coinciden con ella. En eso hay algo que cuenta mucho y es el instinto político de la comunidad, el cual, según los gustos o tendencias prevalecientes, pesa más que la misma conciencia, o grado de “concientización” (palabreja prosaica y rebuscada, hoy muy manida entre los iniciados que a más de militar analizan y hasta pontifican). La aludida conciencia, pese a todo, supone un mínimo de razonamiento mientras que el instinto colectivo actúa movido por resortes e impulsos más primarios.
El conglomerado, las masas, o lo que conocemos como tales, no son un cuerpo inerte, estacionario, sino que, alcanzada una cierta madurez, para bien o para mal a veces reacciona a través de lo que Ortega y Gasset, uno de las grandes luminarias del Occidente moderno, llamaba la “rebelión”, en sus diversas facetas, y donde cabría pues incluir cualquier reacción que por su calibre se le aproximara, o un motivo que alejara tales masas de la abulia, la resignación o el conformismo que le son habituales en un medio dado. Se trata, en suma, de un proceso o fermento que se cuece en el alma colectiva, como el que hoy vivimos en Colombia y del cual las consabidas encuestas darán cuenta no bien se lo propongan en el primer sondeo de opinión cumplido en el año que cursa, y en el que la imagen del presidente Duque a no dudarlo registrará una nada despreciable mejoría. A propósito, le aclaro al lector que estas notas las escribí el jueves pasado, cuando todavía no se conocía nada al respecto.
Esa mejoría que seguramente se va a dar, a qué obedece, es la pregunta que todos nos hacemos. Pues a la postura presidencial clara y firme asumida frente a Venezuela, diría yo, así suene perogrullesco. La cual en alguna medida ha contribuido a revelar y exacerbar la crisis de credibilidad o confianza que soporta Maduro entre su propia gente, los chavistas de base y origen, que ahora se percatan de que si allá no quieren a su gobernante, en el continente y en el mundo entero se lo aguantan menos.
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