El Gobierno de Panamá ordenó este 24 de marzo el despliegue de 300 nuevos agentes de élite para reforzar la seguridad y combatir la delincuencia común y organizada en la capital panameña y en la ciudad de Colón, dos de las zonas más peligrosas del país.

La llamada Fuerza de Tarea Conjunta Águila (FTC-Águila), que empezó a operar este viernes, está compuesta por agentes de distintos estamentos, como la Policía Nacional, el Servicio Nacional Aeronaval (SENAN), el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) y el Servicio de Protección Institucional (SPI), entre otros.

Lea más sobre cooperación entre Panamá y Colombia en temas de seguridad

"Reconozco que el inicio de 2017 ha sido difícil para los estamentos de seguridad, pero les prometo que no vamos a bajar la guardia", admitió el presidente panameño, Juan Carlos Varela, durante la presentación de la nueva fuerza de elite.

Según el mandatario, la firma de la paz en Colombia es una buena noticia para el continente pero "representa un riesgo" para Panamá.

"Todavía registramos grandes desafíos, principalmente como consecuencia del aumento de la producción de droga en el sur de nuestro continente y la violencia que esta genera en algunos barrios de nuestro país en virtud de los enfrentamientos entre pandillas rivales", explicó el gobernante.

El mandatario hizo un repaso a las cifras alcanzadas en los 32 meses que lleva en el cargo y dijo que los homicidios han disminuido un 31,7 %, los feminicidios un 60 %, los robos con violencia un 32,8% y los hurtos un 51,5 %.

Varela también recordó que los estamentos de seguridad decomisaron cantidades récord de drogas en 2015 y 2016, 58 toneladas y 68 toneladas, respectivamente, y se han desmantelado 15 organizaciones de trata de personas y 46 pandillas desde 2014.

De acuerdo con los datos oficiales, en diciembre de 2016 existían en el país 158 bandas juveniles.

"El nombre de este equipo evoca las características del Águila Arpía (el ave nacional): potencia, sigilo y resiliencia", afirmó Varela.

El fenómeno de las pandillas en Panamá, sin embargo, está lejos de parecerse al de otras naciones como El Salvador, Honduras y Guatemala, donde estos grupos tiene decenas de miles de miembros y se les vincula con miles de asesinatos, secuestros y delitos de extorsión.