Nueva izquierda

Autor: Darío Ruiz Gómez
24 marzo de 2019 - 09:04 PM

El hecho de que ya no son conspiradores sino parte del establecimiento, está siendo catastrófico para esta izquierda

Zapatero hundió la economía española causando una crisis que terminó con la diáspora de cerca de diez millones de españoles. culminando así el deterioro del PSOE, minado por la burocracia y la corrupción. Un proceso de amargo divorcio entre la dirigencia dedicada a aprovecharse de los beneficios del boom económico y la mayoría ciudadana que continuó bajo los azares del desempleo, la miseria rural. Con la marrullería característica del trepa, Zapatero reapareció en la escena internacional fungiendo de mediador de Chávez y luego de Maduro con la oposición, una falacia donde al parecer lo único que le importó fueron los elevados emolumentos que lo enriquecieron sin que para nada la interesara el sufrimiento del pueblo venezolano. Zapatero acaba de regresar de Caracas en un avión particular para darle una mano, una vez más, a su amigo el tirano. Lo hace después de comprarse un lujosísimo chalet de 800.000 euros siguiendo el ejemplo de sus empleadores maduristas dueños de grandes mansiones en Miami y en España. ¿Dónde quedó la ética de la solidaridad que predicaba Marx? Una nueva crisis económica los puso en su sitio y los amargó. Recordemos el acelerado enriquecimiento de los “defensores de los pobres argentinos”, los Kirchner. Recordemos que Pablo Iglesias – antiguo asesor político del chavismo- inmarcesible defensor de las clases oprimidas en España se acaba de comprar con su mujer un chalet que valió una fortuna y está situado en un barrio exclusivo de Madrid.

Lea también: El hombre que no estuvo aquí

La fracasada marcha a favor de la JEP los mostró –farianos, verdes, decentes, polos- avanzando tomados del brazo imitando el gesto de los grandes dirigentes de la izquierda histórica europea: solamente que ahora el gesto de esos pioneros de la revolución ha devenido en una vacía parodia. Recordemos a Marx: “La historia se produce primero como tragedia y después como parodia”. El investigador político partiría de esta pregunta sobre esta “nueva izquierda”: ¿Viven en barrios pobres o en pueblos olvidados “para estar cerca de las bases populares”? En el capitalismo , el dinero, recuerda Marx, determina las conciencias y desata la codicia: los elevados sueldos, el dinero escondido de sus organizaciones, de sus fundaciones “por la Paz”, el hecho de que ya no son conspiradores sino parte del establecimiento, está siendo catastrófico para esta izquierda que ha dado un salto social tan desmesurado que al igual que los populistas españoles, los kirchneristas, el tránsito desde los azares de la clandestinidad, donde vivieron austeramente, a la cutre vida de pequeños burgueses satisfechos ha sido desequilibrante; y lo peor, los pilla sin contar con un nuevo discurso sobre la situación de los pobres, de los desahuciados que dijeron representar. ¿Puede llamarse pueblo a las transitorias minorías universitarias, a algunos grupos Lgtbi, a los desaforados sindicalistas que los acompañan? Si las condiciones históricas bajo las cuales pretendieron a través de sus teóricos justificar su sangrienta lucha armada han desaparecido matando de paso su retórica, ahora las nuevas circunstancias del país han desbordado a sus teóricos ¿cómo se puede seguir chantajeando a la opinión pública, a la justicia, con un supuesto regreso a la guerra en caso de que no se amnistíen sus crímenes si ya el disfrute de estas ventajas, físicamente les impediría regresar al monte? Negar, mediante el bochinche, las acusaciones de las víctimas es algo que continuará ahondando para cada uno de ellos su desconcierto ante este juicio impostergable de la civilización al terror.

Lo invitamos a leer: La verdad y la historia

 

 

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