Esta reingeniería realizada al más alto nivel de la justicia colombiana minimizará los riesgos de corruptela, con decisiones como la designación en la Sala Especial de Instrucción de la Sala Penal de la Corte del jurista santandereano Marco Antonio Rueda Soto.
Gracias a los casos de condena de única instancia de los denominados aforados, la comunidad en general y en especial los directos afectados con presión internacional, la Corte Suprema de Justicia tiene en su haber una instancia garantista para los sujetos de derecho que deben ser investigados penalmente por el alto tribunal colombiano y es la segunda instancia; pero también se fortaleció el proceso de investigación con la creación de la Sala especial de instrucción de la sala penal de la Corte, cuya función es la de “investigar y acusar ante la Sala Especial de Primera Instancia de la misma sala a los miembros del Congreso por los delitos cometidos” (Artículo 1 del Acto Legislativo 01 de 18 de enero de 2018). Con esto se busca escalar el modelo de justicia aplicado en el país, entre la Fiscalía General de la Nación como ente investigador y acusador, y los Jueces quienes deben condenar o absolver a los imputados, con base en las actuaciones de los fiscales y defensores.
A su vez, en los últimos años la Corte Suprema de Justicia ha sufrido ataques generalizados, gracias al descredito de algunos de sus magistrados relacionados con el cartel de la toga, pero, como suele suceder en este país “¡joche! con todos los marranos” (artículo publicado el 17 de enero de 2012), y ante la opinión pública queda un manto de duda sobre la probidad de todos sus integrantes. Esta reingeniería realizada al más alto nivel de la justicia colombiana minimizará los riesgos de corruptela, con decisiones como la designación en la Sala Especial de Instrucción de la Sala Penal de la Corte del jurista santandereano Marco Antonio Rueda Soto.
El Dr. Rueda Soto fue elegido el pasado 30 de octubre por la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, como magistrado de la Sala especial de instrucción. Él, graduado de la Universidad de Santo Tomás en Bucaramanga, a los 22 años fue nombrado juez promiscuo en el municipio de Confines, (1982-1983) de allí pasó por los juzgados de Mogotes (1983-1985), Cimitarra (1985-1988), Bucaramanga (1988-1989) y San Gil (1988). En aquella época Cimitarra era municipio de alto riesgo por la violencia, experiencia que le sirvió para llegar unos años después al Tribunal Nacional.
En el año de 1989 se traslada a Bogotá para ocupar el cargo de juez primero de orden público, en 1995 fue nombrado magistrado del desaparecido Tribunal Nacional (instancia encargada de los casos de terrorismo y el crimen organizado). Acabado este tribunal, pasó a ser magistrado de la sala de descongestión penal del Tribunal de Bogotá, magistrado auxiliar de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia. En el año 2004 gana el concurso de méritos para ingresar al Tribunal Superior de Bogotá como magistrado de la Sala Penal.
Su inquietud intelectual lo ha llevado a la actualización académica permanente, como especialista en Bioética (Universidad del Bosque), especialista en Derecho Público (Universidad Autónoma de Colombia) y especialista en Derecho Penal (Universidad Externado de Colombia), y magíster en Derecho Penal Internacional. Su formación y trayectoria profesional lo ha llevado a ser un reconocido conferencista y capacitador en temas relacionados con el derecho penal tanto en el país como en el exterior. Es autor del libro Función de ejecución de penas y medidas de seguridad.
A su vez es de los pocos en el país qué ha recibido dos veces la condecoración José Ignacio de Márquez al mérito judicial, la primera de ella en 1994 como juez y la segunda en el 2008 como magistrado. Este reconocimiento, como lo dice el decreto de creación 1258 de 1970 se sustenta en: “la honestidad, consagración, perseverancia y superación” del condecorado.
Con el Dr. Rueda Soto llegando al máximo tribunal penal del país, la administración de justicia no podrá tener halos de duda y mucho menos de corrupción, con personalidades de este talante y no pagadores de favores se debe depurar la Rama Judicial, en post de una justicia proba y diáfana.
La misión del Dr. Rueda Soto se resume en lo que representa la Estatua de la Justicia, decisiones objetivas (balanza y ojos vendados) y ejecución de medidas (espada). La Rama Judicial, con la llegada de los nuevos magistrados, debe en el corto plazo recuperar el brillo que ha sido mancillado por esos mal llamados juristas que, como palomas de parque, expandieron sus heces de corruptela en el alto tribunal.