Lectura y comunicación

Autor: Lucila González de Chaves
3 agosto de 2017 - 12:09 AM

Elementos que deben considerarse y practicarse para alcanzar una óptima comunicación.

De cuando en cuando es necesario revisar un léxico relacionado con la lectura y la comunicación para evitar el empobrecimiento expresivo y suplir la falta de algunos conocimientos.

1. Comunicar: hablamos o escribimos, muchas veces, para intercambiar ideas. Es nuestra obligación tener muy claro lo que queremos comunicar. Hablar empieza por pensar, por ordenar y escoger las ideas. Y leer empieza por comprender para poder amar la lectura y hacer de ella nuestra amiga y maestra.

2. Tono adecuado: es posible que tengamos las ideas claras y precisas, relacionadas con las lecturas o producto de nuestro sentir y pensar, pero no tenemos el tono adecuado para “llegar” a quienes nos escuchan. Debemos tener en cuenta el nivel cultural, social e intelectual de nuestro público; es clave encontrar la palabra exacta para la expresión de la idea.

3. Asimilar: cuando el oyente está siguiendo nuestras palabras debe asimilar y comprender bien lo que estamos diciendo o leyendo en voz alta, para que no tergiverse las ideas.

4. Claridad: significa pensamiento diáfano, ideas bien concebidas, exposición limpia con sintaxis correcta y vocabulario apropiado y enriquecido. Es una rigurosa exigencia que debemos buscar en la lectura y cumplir de manera precisa en nuestra comunicación con el otro.

5. Concisión: no es estilo lacónico ni ultracondensado; es evitar la redundancia y todo lo que sea banal y vulgar. No se puede abusar de la atención del oyente ni de la dedicación del lector.

6. Coherencia: en la lectura, lo mismo que en el habla, el orden de las ideas ha de ser tal que el lector, o el escucha, no se vea obligado a ordenarlas en su cerebro.

7. Naturalidad: nuestro hablar es natural cuando nos valemos del vocabulario propio. Las frases y las palabras son “las propias” de cada persona, evitando el rebuscamiento. La naturalidad exige elegancia en el hablar para no caer en la ordinariez. La lectura atenta de verdaderas obras literarias nos conduce a la excelencia en el manejo de la naturalidad.

8. Imagen: un estilo apropiado del escritor para expresarse con claridad y elegancia, proyecta en el lector una imagen favorable. Lo mismo ocurre en la comunicación oral.

9. Pausas: sirven para puntuar el pensamiento. Del mismo modo que los signos de puntuación, sabiamente empleados, separan las palabras escritas en grupos de pensamiento, y favorecen el placer de la lectura, en la comunicación oral las pausas de distinta duración nos ayudan a separar las palabras habladas en unidades que tienen un significado en conjunto.

10. Ritmo: la relación entre los acentos y las pausas crean en la voz una cadencia, una especie de musicalidad que se conoce con el nombre de ritmo, relacionado con la velocidad en el habla. En la lectura también se percibe el ritmo del autor; cuando ese ritmo se altera, la lectura se hace fatigosa y la comprensión del texto produce cansancio. La lectura de poesías sin ritmo, como es la moda hoy, es bastante dificultosa y no desarrolla el sentido de la musicalidad.

11. Entonación: puede ser ascendente, descendente o mixta. La ascendente sugiere interrogación, incertidumbre, indecisión. La descendente sugiere firmeza, certeza, decisión y confianza. Una entonación mixta sugiere una situación de conflicto o una contradicción de los significados. El ritmo del escritor y la buena distribución de los textos favorecen la entonación en la lectura oral.

12. El público: es imposible conocerlo con anterioridad, por eso se crea en el hablante angustia y temor. En lo posible, es necesario saber a qué clase de público se va a hablar, su nivel de cultura, estar atento a sus inquietudes, sus preocupaciones y dudas, y ser cordial al responder. El hablante debe dar la impresión de que se dirige personalmente a cada uno de los escuchas y que sabe valorar una relación personal próxima.

13. Convencer: en el intercambio comunicativo entre el emisor (escritor o hablante) y el receptor (lector o escucha), el primero tiene una serie de propósitos, entre ellos convencer para modificar o transformar  opiniones. Pero, también: entretener, informar, persuadir, aclarar, confrontar, comprobar, confirmar…

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