La ropa usada está de moda 

Autor: Luisa Fernanda Sierra García
16 abril de 2017 - 02:00 PM

La ropa de otra época es traída a la actualidad, mercados de las pulgas, bazares y exposiciones de moda tienen vigente la reutilización de prendas.

Medellín

En medio de una tarde soleada, con el olor de las legumbres, los vegetales y la carne de la Plaza Minorista de Medellín en el ambiente, Harold Castaño y Santiago Alzate, ambos fotógrafos y amantes de la moda, caminan por el pasaje de la ropa usada, que queda justo en el segundo piso del lugar, en busca de piezas únicas que han sido donadas, regaladas o vendidas a los comerciantes del lugar. 


Entre jeans, chaquetas, uniformes y zapatos viejos, los cuales consiguen en precios entre $500 y $30.000, los jóvenes caminan de local en local preguntando por las prendas que llaman su atención, las cuales serán utilizadas por ellos mismos o en alguna sesión fotográfica, sin ser relevante la procedencia de las mismas. 


“En este momento hay una ola cultural en los millennial, nacidos en las décadas de los 80, que buscan personalizarse o recrear conceptos de marcas de moda famosas con prendas económicas. La ropa en desuso es un tesoro, uno encuentra muchos tipos de prendas, nosotros venimos no sólo para vestirnos nosotros sino para nuestras producciones”, precisó Alzate, quien es además comunicador audiovisual. 


Lo que algunos consideraban un tabú cultural, por lo que acarrea el uso de prensas que ya han tenido una vida útil, ha pasado a segundo plano en el mundo contemporáneo, en el cual los jóvenes, en busca de generar conciencia ambiental y crear un estilo propio, compran prendas de segunda mano antes de adquirirlas en tiendas reconocidas, o las usan como factor añadido a su “pinta”.


Todo tiene que ver con la tendencia vintage, término empleado para referirse a prendas, accesorios u objetos con cierta edad, que no pueden aún catalogarse como antigüedades, que han mejorado o se han revalorizado con el paso del tiempo, tal y como lo aseguró el diseñador Hernan Zajar. 


“La Minorista es un comercio demasiado amplio, en ella puedes encontrar demasiadas tendencias, lo que estamos buscando es prendas que sólo se venden en este lugar. La mitad del pasaje de la Minorista es vintage, una de las culturas que más se está viendo en Medellín es lo hipster y acá precisamente de puede encontrar todo lo que se necesita para crear el concepto”, explicó Harold Castaño, quien añadió que “todavía hay mucho tabú en cuanto a la ropa de segunda, sin embargo, la gente está entendiendo que el comercio de estas prendas se ha globalizado, entonces ahora no hay vergüenza sino curiosidad, además el gusto de tener prendas que no se consiguen en tiendas comerciales”. 


Pilar Castaño, diseñadora y periodista de moda, precisó que “los millennial son muy nostálgicos así que buscan revivir épocas pasadas, tal vez porque se enfrentan a un caos permanente y actual, con un presente incierto, una política complicada y un medio ambiente devastado, entonces se aferran a las prendas de los abuelos y los vemos ahora con botines, chalecos, gabanes y tejidos como el croché o el punto, bordados y encajes de antes, este es todo un mensaje de rebeldía y de querer aferrarse a otros tiempos pasados que para ellos fueron mejores”. 

“Los hombres son quienes más compran”


Enor Palacio Valencia, dueño de uno de los locales ubicados en la Plaza, indicó que la población que más frecuenta el sector son los hombres, ya que “las mujeres son muy creídas y no se atreven a visitar esta clase de lugares, sin tener en cuenta que es la ropa más barata”. 


“La ropa de aquí se exporta mucho a otros lugares del país como Cartagena, Valledupar y Barranquilla, además de los pueblos de Antioquia, donde se vende más cara a la población trabajadora, un despacho de aquí a otro lugar puede dejar ganancias de hasta un millón de pesos”, explicó Palacio, quien comentó que la ropa “que regalan los ricos” se lava y arregla antes de ser vendida. 

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Por su parte, Bernardo Giraldo, administrador del Local 59, afirmó que los jeans, sacos y camisas mangas largas, a parte de los overoles de trabajo, son las prensas más solicitadas por los hombres, mientras que las prensas femeninas son más tardías en vender por la poca simpatía que tiene la población con este tipo de comercio. 


“A las mujeres les puede gustar, pero les da pena que la gente las vea comprar, entonces lo que hacen es que nos piden domicilios para no exponerse”, comentó Giraldo.

Herencia 


Durante varias décadas, familias de Antioquia y el país se dedicaron a dar uso a la ropa entre sí. La hermana menor siempre resultaba vistiendo las prendas de la mayor, o de la tía, incluso la misma madre. 


Era común recibir prensas de amistades o vecinos, resultaba todo un halago el poder “estrenar” algo que otro ya había usado. 


Así lo recordó Hada Luz González, de 76 años, quien comentó que su madre siempre recibía las prendas de sus amigas y se las entregaba a ella y sus tres hermanas para que se acomodaran, situación que las llenaba de emoción al “sentir que tenían ropa nueva”, por lo que nunca fue escrupulosa con las prendas de segunda mano. 


De la misma manera, Amanda Arenas de Castaño, de 82 años, dijo que heredar la ropa de sus hermanas siempre le gustó, el hecho de poder presumir con sus amigas sus nuevas prendas siempre la llenó de alegría sin importarle “que ya se la habían visto a las otras, porque ya era algo mío, así que me sentía como estrenando y antes esperaba que no le sirviera para poder usarlas”. 


Ante esto, Pilar Castaño explicó que “el vintage ha existido siempre, siempre se ha visto la tendencia, sobre todo en las casas, de recurrir y reciclar lo que usan las tías, las abuelas o las mamás, primero por falta de recursos así que lo usaban para comprar menos en el mercado y poder abastecerse de las prendas familiares, luego de ser un tema doméstico fue que se convirtió en algo más masivo ya volviéndose urbano en el siglo XXI”.


Intacta, tienda digital de ropa de segunda mano, fue una idea que surgió por herencia, así lo comentó Alejandra María López, directora de la marca, quien aseguró que su abuela se ha dedicado por muchos años a recolectar ropa de conocidos en perfecto estado, la cual ponía a disposición de sus nietas para que estas hicieran uso de ellas. 


“Mi abuela recogía la ropa para llevarla a la población más pobre de Chocó, pero antes de enviarla nos pedía que escogiéramos que nos gustaba, con lo que nos enseñó a no tener un tabú frente a la ropa usada, entonces de ahí comenzó toda una herencia de prendas, lo que ya no le servía a mi tía me lo daban a mí y así continúo pasando, por lo que yo tengo la conciencia de que para mí es igual una prenda que se adquiere de esta manera a una que se compra en una tienda nueva”, precisó López. 

Emprendimiento y redes sociales 


Algunas de las tiendas locales manejan ya plataformas digitales para la venta de ropa de segunda mano, como ejemplos puntales en Medellín existen espacios como Intacta o Tienda de Cajón, ideas que surgieron por la necesidad de generar conciencia frente a la reutilización de prendas, el ambiente y el consumismo en el que está sumergida la población. 


Facebook e Instagram son las redes que más impulsan el comercio, prendas que no superan los $50.000 y pasan hasta por procesos de personalización que convierten cada artículo en único para el comprador. 


Estefany Gutiérrez, directora de Tienda de Cajón, puntualizó que la tienda, que lleva más de un año abierta al público, comenzó como una estrategia solo para redes, sin embargo, el crecimiento del público (personas entre los 15 y 35 años) ha generado que el grupo mire hacia la creación de una tienda física con prendas de los 80 y 90 que a en algunos casos pasan por modificaciones. 


“Estamos en una época muy consumista, sin embargo, veíamos que habían muchas personas en busca de estilos diferentes, entonces vimos la necesidad que estos tenían en adquirir prendas a bajos precios pero que tuvieran un estilo marcado”, explicó Gutiérrez, quien indicó que uno de los objetivos es poder ofrecer prendas que puedan normalmente mezclarse con estilos más contemporáneos sin perder el toque de época: “Nuestro lema es que sea responsable y sostenible, que sea antiguo, pero que lo podamos o modernizar o reciclar”. 

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Andrés Alzate, líder y creativo de The  Thrift Shop, local dedicado a la venta de ropa importada de segunda mano, tanto de manera física como virtual, puntualizó: “Nosotros en Medellín tenemos una costumbre como al esnobismo y eso prácticamente no nos permite entrar en la dinámica de podernos vestir con cosas que otras personas ya usaron. La gente tiene que perder el miedo a vestirse con ropa usada”, estrategia que se convierte en una alternativa para cuidar el medio ambiente y poner un granito de arena en la descontaminación del mismo, dado que la ropa reutilizada, de buena calidad y en buen estado, tarda más tiempo en llegar a la basura y por tanto en traer efectos nocivos para la naturaleza.


El público no sólo tiene que ser millennial, así lo aseguró Alejandra María López, por lo que Intacta busca ampliarlo a mujeres y hombres de hasta 50 años, con el fin de fomentar la reutilización de la ropa y el factor ambiental que esto conlleva. 


“Lo que queremos es explorar un poco más las necesidades de las mujeres y hombres de mayor edad, cuál es su interés al vestirse, si es sólo comodidad o si se hace por situaciones, estamos abiertos a la exploración y crecimiento de la marca, no solo en diversidad de prendas sino al ampliar la cobertura del público”, afirmó López. 

¿Usar ropa de segunda trae complicaciones para la salud?


Carlos Andrés Ramírez, jefe de programa de medicina de la U de A, comentó que aunque no hay estudios oficiales sobre el tema se podría dar una mirada inicial de precaución: “Existen unas enfermedades parasitarias por ácaros, a lo que comúnmente la gente llama sarna, que es una enfermedad que nosotros llamamos escabiosis, la cual se podría contraer por esta clase de prendas, sin embargo, se puede tomar la precaución de lavar la ropa con agua caliente, manera con la que se prevendría muchas de las enfermedades”. 


De la misma manera, Ramírez precisó que en el caso de artículos como zapatos el caso podría ser más complejo, ya que estos podrían traer consigo hongos, o lo denominado pie de atleta o dermatofitos: “En ese tema si habrían más restricciones porque nadie va a lavar los zapatos, por lo que una forma de prevenir podría ser limpieza con un paño impregnado con una disolución de límpido”. 
 

¿Tendencia o economía?


“Ahora ya hay gente fashionista, entonces ve un collar, una chaqueta, un sombrero o unos aretes vintage y lo compran y lo usan con prendas más actuales, pero no es algo que cualquiera pueda hacer, esta es gente que le gusta las cosas especiales, como una chaqueta de Channel pero de la época de Coco, no es una tendencia nueva, es algo mucho más antiguo pero que en Colombia apenas lo están adoptando”, precisó el diseñador Hernán Zajar, quien añadió que lo que hace falta en el país es cultura en moda donde las personas no le teman a utilizar piezas antiguas porque es tener una “reliquia, ya sea familiar o de diseñador”. 


Por su lado, Martha Calad, exdirectora del laboratorio de Inexmoda, aseveró no creer tanto en la fuerza de la ropa usada en el país, ya que “conozco el caso de la Minorista, pero no creo que alguien vaya y adquiera esa ropa, eso no es moda, eso no es tendencia. En países muy desarrollados se vende ropa de segunda y de diseñador de colecciones de los 60 o 70 y es de muy alto costo y esto se convierte en una antigüedad, pero no siento que en Colombia eso coja fuerza, lo que si tiene fuerza es el concepto y lo que se hace es incorporarlo a las nuevas colecciones que están inspiradas en épocas pasadas, entonces no es tendencia porque habría una tienda en cada esquina de ropa usada, en el caso de la Minorista el perfil de persona que lo frecuenta es aquel que busca una economía muy grande en la adquisición de productos”. 

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