Los líderes tradicionales son egocéntricos: volcados hacia sí mismos y dispuestos a imponer su voluntad y sus caprichos por encima de todo; participativos de dientes para afuera, pero con conciencia de dictadores, que solo escuchan sus propios monólogos interiores. Pero como parece ser verdad que el mundo está cambiando, los jóvenes de hoy salen a la calle, hablan en los medios y se exponen en las redes sociales para demandar un nuevo liderazgo, un liderazgo colectivo, realmente participativo, que sepa escuchar a la gente y como este perfil es tan escaso, son los mismos jóvenes lo que asumen el nuevo liderazgo, desde Hong Kong hasta Finlandia, pasando por todos los territorios y culturas.

Greta Thunberg es el mayor ejemplo del nuevo liderazgo que reclama su sitio en la sociedad. Greta es una heroína de nuestro tiempo. ¿Cuál es su mérito?, preguntan algunos escépticos. Iniciar, a los 16 años, un movimiento mundial en defensa de la naturaleza y encabezar la mayor protesta de la historia sobre cambio climático: 4 millones de personas en 163 países en los 7 continentes. Su fuerza está en el discurso, en la actitud, en un liderazgo sin estridencias ni montajes circenses.

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¿Qué representa Greta?

Como Antígona, es la voz que clama justicia, en este caso, la justicia climática; es la voz que defiende el respeto a las leyes naturales sobre el egoísmo y la soberbia de quienes ostentan el poder y acomodan las decisiones a sus propios intereses. Es la voz de los jóvenes que luchan por construir un mejor futuro, removiendo los obstáculos que gobernantes y empresas han dejado crecer a lo largo de los años, fruto de la avaricia. Greta cree que, al final, serán las normas moralmente adecuadas, las que se impongan, aunque sea tarde.

Es una líder de nuestro tiempo porque es mujer y como tal, pone en evidencia la dualidad machismo/feminismo que domina el debate contemporáneo. Su voz es la voz de todas las mujeres que reclaman el papel que les corresponde en la sociedad, porque las mujeres son protectoras por naturaleza, porque las mujeres piensan primero en la familia y en la sociedad. Este es su poder y a la sociedad machista y patriarcal no le gusta que las mujeres participen en la vida pública y, menos, que sea una adolescente quien les cante las verdades, en la sede de la ONU y en todos los escenarios dispuestos para hablar de calentamiento global, injustica y desigualdad.

Como mujer que eleva la voz para denunciar las injusticias del actual sistema de producción neoliberal, depredador de la naturaleza, el discurso de Greta ha puesto al descubierto a tanto misógino que anda suelto posando de defensores de los derechos humanos, pero que no resisten que una mujer les haya puesto los puntos sobre las íes con tanta fuerza y desparpajo.

Greta es líder porque despertó sensibilidad por el clima, porque tiene las ideas claras, pese a su juventud; no posa de artista, es tímida y la atacan desde muchos frentes. Y si la atacan con tanta ferocidad, es porque anda pisando callos.

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Como Antígona, Greta es símbolo de resistencia a los desmanes del poder, encarna al desafío a las injusticias, no se deja intimidar y por la defensa de sus ideas, arriesga su comodidad y su vida.

Greta y los jóvenes que representa, tienen conciencia sobre sus deberes sociales. Cuando la gente se queja de que los jóvenes solo saben reclamar derechos, aquí están Greta y los jóvenes marchantes de todo el mundo asumiendo una responsabilidad histórica, capaz de producir cambios casi tangibles, como en Chile.

Los jóvenes encarnan un poder ciudadano que emerge con fuerza. Ante el reclamo de nuevos liderazgos, frescos, sensibles, creíbles, ahí está la energía de los jóvenes reclamando cambios. Es el tiempo de los jóvenes, aun en Colombia, donde habían sido tan apáticos y renuentes a intervenir en lo público.

Por todo ello, son los jóvenes del mundo, representados por Greta Thunberg, los principales personajes de este año que ya llega a su fin.