A la corrupción se le saca la ropita limpia y planchada y se habla de negocios. Y no termina, cada ser humano elige su camino.
Para hablar de corrupción usted no sabe por dónde empezar, puede iniciar por la cúpula, los organismos mundiales de financiación, el Club de Bilderberg, verdaderos hampones de cuello blanco, la flor y nata de la delincuencia excelsa y refinada. Pero se puede empezar por la base, los circuitos en la aldea. Las pequeñas decisiones que configuran el entramado de los negocios, la alcaldesa que usó equipos de la administración municipal para hacer su finca de recreo en los terrenos que a su vez habían birlado a los familiares de su esposo, quien adujo ser mayordomo para cobrarse en especie lo que esperaba fueran sueldos justos. A la corrupción se le saca la ropita limpia y planchada y se habla de negocios. Y no termina, cada ser humano elige su camino.
La corrupción, como todo aprendizaje, tiene diferentes niveles. Podemos tomar, como ejemplo de contraste, el deporte. Se lo empieza a practicar como juego, se forman equipos, pequeños torneos, la escala de la dificultad y la complejidad va ascendiendo. Los procedimientos son análogos, se trata de seleccionar personas y crear redes de confianza, se fortalecen jerarquías y se establecen alianzas. En toda actividad humana hay información clasificada, trabajar con eso es parte del proceso. Redes de compromisos y alianzas. Hablamos de corrupción en el deporte y Platini o Zidane la practican seleccionando o mandando al banco, definiendo torneos. Es un aprendizaje desde el primer encargo que se acepta, se maneja información y se la comparte selectivamente. Después hay otro mecanismo de contraprestaciones, pagos y deudas, el resultado es lo mismo, la aceptación de algo turbio y ladino como normal. Y por supuesto que los niveles de complejidad y de lucro son mucho mayores cuando se trata de una hidroeléctrica o de una obra a la cual se le se le hacen ajustes por cientos de millones. De manera que un simple coordinador, se lucra y desarrolla habilidades para llegar a ser presidente de la FIFA o de una nación, o el chacho de la cuadra, todo depende de él. Y la diferencia es clara, es la ignorancia deliberada o la observación estricta de las normas éticas, de los códigos morales. La corrupción puede ser monstruosa, absorber el esfuerzo de millones.
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Para que la columna no quede tan escueta les voy a regalar una pechuguita. Es el caso del Pollo Carvajal. General amigo de Hugo Chávez a quién le encomendó la dirección de organismo de inteligencia para la prevención del crimen organizado. El Pollo se hizo internacionalmente famoso cuando su sobrino fue sorprendido, siendo jefe de seguridad en el aeropuerto de Maiquetía, facilitando el embarque de 3.000 kilos de cocaína en 100 maletas de 30kgs en un avión de Air France. Después de tanto escándalo el gobierno de Maduro lo destaca como embajador en Aruba. La DEA no estaba conforme y tramitó extradición, fue capturado. La pataleta de Maduro tomó dimensiones intercontinentales, las autoridades holandesas cedieron a la presión y lo entregaron, fue recibido como un héroe de la patria. Salió el Pollo a la calle y no demoraron en capturarlo en España, allá está preso esperando la extradición a la USA. Wilmer Rupertti, dueño de una flota transportadora de petróleo, contrató por una suma concreta la firma del exjuez Garzón. El famoso funcionario que fundó esa firma de abogados en el año 2012 recibió 1’850.000 dólares en pago por labores que ya PDVSA le había pagado al transportador para remover residuos de los puertos. La historieta, nos la cuentan los muchachos de ABC, y atando los cabos descubre uno las lealtades de un régimen mafioso que cuida a su soplón hasta dónde puede.