Usualmente, detrás de toda propuesta artística hay unas preguntas que motivan el trabajo, ¿cuáles son las suyas con Teatro Petra? 
La primera pregunta es: ¿Sobre qué hablar y cómo contarlo?
El tema evidentemente no hace la obra; la manera en la que se cuente, sí. Entonces, dependiendo de lo que se quiera contar, se buscan los mecanismos para que eso sea lo más profundo posible.
Por ejemplo, si vamos a montar un policiaco sobre el asesinato de una mujer, y desde el inicio decimos que quien la mató fue su esposo, y mostramos la forma en la que lo hizo y las razones que lo llevaron a eso; pues estamos trabajando sobre una nueva forma de lo policiaco en la que lo importante no es que el público acompañe al detective a descubrir cómo lo hizo, sino otra cosa. Ahí la forma determina dónde se ponen los acentos.

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¿Cuál podría ser la obra más representativa de su grupo hasta el momento y por qué?
Cada pieza trae su público. No nos haga escoger entre todos los hijos cuál es el más querido. En los 90 tuvimos muy buena crítica con Amores simultáneos, se consolidaron muchas búsquedas allí. En el 2002 estrenamos Mosca y comenzamos a tener muchas temporadas y a no parar de girar internacionalmente; nos decían “difícil superar esa obra”.  El vientre de la ballena tuvo su reinado; luego Sara dice generó lo mismo que Mosca: “Es lo mejor que han hecho”. Cuando llegó Labio de liebre (coproducción con el Teatro Colón)  y tuvo (y sigue teniendo) ese éxito de público y ese montón de invitaciones, reaparece la amenaza “¿Y ahora cómo van a superar esto?”. Ahí decidimos cambiar de formato radicalmente para no caer en la tentación de repetir. Estamos con “Yo no estoy loca”, y no hemos parado desde el estreno. Dos temporadas en Bogotá, y cuatro invitaciones a Festivales.

¿Qué lo más complejo que ha tenido que enfrentar como director teatral hasta el momento? 
Lo dice Marcela Valencia (con quien fundamos el grupo), y lo digo yo: Yo no estoy loca es lo más difícil que hemos hecho. Toda la fuerza, la atención y la responsabilidad recaen sobre una sola persona. Marcela está sola en el escenario, ella es la encargada de crear los personajes, los espacios, las atmósferas, la tensión, y la risa. Mantener la obra durante una hora y quince.
Sola.
Nunca lo habíamos hecho, pero estamos felices.

¿Cómo definiría usted un teatro colombiano? ¿Si lo hay? 
Lo hay desde hace mucho tiempo, lo que pasa es que ahora hay más.
Hay un despertar, los diferentes géneros conviven, se está cosechando eso que tanto sembró Santiago García: la creación de una dramaturgia propia, que nos represente.
Los dramaturgos jóvenes y los no tan jóvenes están hablando con mucha más libertad. Ya no se espera a que los teatros abran un espacio, los creadores inventan los espacios.
El público asiste a las obras. El Teatro por fin se está convirtiendo en una necesidad. Mejor dicho, siempre lo había sido, pero la gente no se había dado cuenta.

¿Que le ha dejado hasta el momento a su proceso una obra como Yo (no) estoy loca con la cual Teatro Petra estará en la XIII Fiesta de las Artes Escénicas de Medellín? 
Primero, la confirmación de la capacidad absoluta de Marcela para sostener un personaje (quince personajes), otros tantos espacios, y más de cinco tiempos diferentes, de la mejor manera posible: haciendo que parezca fácil.
Eso solo se logra con ensayos y repeticiones. Con una disciplina y una pasión por la profesión inagotable.
Segundo, materializar una idea. Desde hacía tiempo lo teníamos dentro de los proyectos, y finalmente se hizo.
Tercero, todo lo que se hizo en esta no se había hecho antes. El riesgo valió la pena.

¿Qué sigue para Teatro Petra después de la participación en la XIII fiesta de las Artes Escénicas?
Tenemos algunas funciones más de Yo no estoy loca en Colombia, Festival Brújula al sur de Cali, Festival de Manizales; y una gira de seis semanas con Labio de Liebre por Suiza, Francia y España. Cabe anotar que es una gira que se lleva planeando hace más de año y medio en el marco del año de Colombia en Francia 2017.