Quizá lo más extremista de su discurso es señalar que las decisiones económicas que lleven al crecimiento continuo son de por sí nocivas porque producen el calentamiento global.
Me han impactado las actitudes y los discursos de Greta Thunberg, adolescente sueca de 16 años, de familia acomodada. Se sabe que tiene el síndrome de Asperger, una clase de autismo que se caracteriza, dice la literatura, por la capacidad de concentrase hasta obsesionarse con un tema, dejando de lado los demás, y en tener unas relaciones sociales difíciles, resistencia a aceptar el cambio.
La joven Thunberg al referirse al tema, se enorgullece de su síndrome y lo que significa, llegando a plantear que ella es diferente y su diferencia se convierte en una ventaja para propagar su activismo ambiental. Y es verdad. Pero su obsesión la llevó a abandonar la escuela los viernes para protestar frente al Parlamento sueco y, desde allí, a ganar una adhesión creciente en sectores de jóvenes y adultos en el planeta.
Y su activismo puede resultar contraproducente: su estrategia es enfrentar a los mayores con los jóvenes y victimizarse: “Los estamos mirando. No tendría que estar aquí, tendría que estar en el colegio al otro lado del océano. Me han robado mis sueños, mi esperanza con sus palabras vacías […] Los ojos de las futuras generaciones están sobre ustedes. Nunca los perdonaremos. El mundo se está despertando, te guste o no" (https://bbc.in/2mbcwBu).
De hecho, de lo que se trata es de que todos asumamos las responsabilidades que nos competen frente al calentamiento global, pues las medidas que surgen desde la ciencia vienen de investigadores que son adultos. Y las medidas que se han tomado en el campo mundial, por parte de los políticos, aunque insuficientes, también. Sin esas generaciones nada decisivo podría hacerse.
Y sólo su síndrome puede justificar expresiones como la de que le han robado sus sueños y esperanzas. ¿Quiénes? ¿Sus padres que permitieron y alentaron que una adolescente con esa condición abandonara la escuela? ¿El estado sueco que tiene todas las garantías imaginables para los niños, pero tolera que una jovencita cometa semejante acción? ¿No les suena eso a que es como violarle los derechos a una niña, además, con el síndrome que tiene? ¿O los empresarios que están detrás de todo eso? En todo caso, no nosotros, que libramos la más feroz de las batallas por la preservación de los bosques, la selva tropical y las fuentes de agua, y por la destrucción de ríos y cuencas hidrográficas por la minería ilegal que llevan a cabo los grupos armados narcotraficantes. De esas acciones efectivas callan los suecos y noruegos y toda la progresía europea y norteamericana.
La otra característica de su discurso es el catastrofismo y el dudoso culto a la ciencia: "Nos estamos enfrentando a la sexta extinción masiva y el ritmo de extinción es 10.000 veces más rápido de lo previsto”. Y en la Cámara de Representantes de Usa dijo que había que hacerle caso a los científicos, quienes señalaban la tragedia ambiental. De hecho, la comunidad científica coincide en que hay calentamiento global y que es grave. Pero no hay acuerdo sobre el inminente desastre que se produciría. Sólo una minoría defiende esa posición, La gran mayoría está de acuerdo en que hay que atacar el problema, pero que podrá resolverse en el mediano plazo si la comunidad global de pone de acuerdo en una serie de medidas y la adopción de tecnología y fuentes alternativas de energía
Pero quizá lo más extremista de su discurso es señalar que las decisiones económicas que lleven al crecimiento continuo son de por sí nocivas porque producen el calentamiento global. Engañan a la gente, dice, enfrentándolos a las decisiones económicas y a los cuentos de hadas que para ella encarna el crecimiento económico perpetuo: “De lo único que hablan es de dinero y nos cuentan historias sobre el crecimiento económico perpetuo. ¿Cómo se atreven? Si realmente entendieran la situación no estarían sin hacer nada…. ¿Cómo se atreven a pretender que esto se puede resolver con los negocios como de costumbre?" (https://bit.ly/2nSVFnP)
Vocera de un mundo que creció gracias a la extracción y explotación de los recursos naturales, piensa que los países pobres del mundo, que llegaron después, no tienen derecho a crecer usando esos recursos. Como si toda actividad extractiva fuera, per se, perversa, y como si la acumulación para sacar de la pobreza a los pobres del mundo no fuera su derecho. Cero crecimiento para los demás, cuando Greta lo tiene todo, es una posición muy imperial.
Se trata de una adolescente bien intencionada, encarnación del fundamentalismo ambiental del Primer Mundo, con un síndrome que la determina conductualmente, crecida en un entorno de riqueza y bienestar, y con toda la audiencia que recibe por ser una privilegiada en un país privilegiado. Ambientalistas hay muchos en todas partes del planeta, que no son oídos porque no nacieron en Suecia o un país semejante. Es que la fama global que se conduce en las redes también es clasista e inequitativa. Gracias Greta, pero no.