En una zona a oscuras

Autor: Darío Ruiz Gómez
20 febrero de 2017 - 12:00 AM

El lenguaje definirá el alcance de las propuestas del Partido de las Farc

Sabemos que de la aparición pública del nuevo Partido de las Farc, es decir de los comandantes guerrilleros pensantes y los ancianos sobrevivientes del único Partido Comunista modelo Stalin y Lenin, que existe aún en el mundo, depende no solo la consolidación de la Paz sino la definición de la Democracia en Colombia. Con la claridad con que suele hacerlo Sofía Gaviria les ha anunciado que deben de salida, respetar los principios de la Democracia o, para ser más exactos, de los restos de lo que nuestros magistrados no alcanzaron a destruir de ésta en medio de la alucinante corrupción que carcome por dentro a algunos de nuestros grupos políticos y empresariales. No me refiero a la Iglesia católica porque como católico podría estar enfrentando aquel dilema que en su momento vivió Kierkegaard: renunciar a la Institución y a sus ministros para encontrarme con Dios a solas y con las viejas y olvidadas virtudes del amor y la compasión hacia el prójimo. Fue el desgarrón existencial que asumieron quienes creyeron en la revolución comunista y se encontraron con un universo carcelario, con la imposición de un lenguaje despojado por una ideología sombría de la verdadera confraternidad. Pero no olvidemos que la crisis de la llamada izquierda en el mundo se está prolongando más de lo debido y esto, tal como lo pudimos ver en el sainete que organizó Podemos en España supone que las ponzoñas del totalitarismo disfrazado de populismo están latentes esperando la caída de una clase dirigente que, ignorante de sus responsabilidades democráticas, se está poniendo ella misma la soga al cuello. La improvisación sobre los campamentos de alojamiento para los guerrilleros juega a favor de las Farc con un argumento válido que no remediará la cháchara de personajes de paja como Sergio Jaramillo y por el contrario demuestran que la paz no tiene aún quien salga a afirmarla contra aquellas estrategias totalitarias sobre las cuales nos previene la senadora y que ya están en marcha, como sucede con el intento de permanencia en ciertos territorios – el eje Briceño-Cáceres - bajo el disfraz de Organizaciones humanitarias con nombres sonoros en defensa de la naturaleza, mientras se manipula a un campesinado que ya fue utilizado en largas marchas de apoyo, crear falsos roces con “paramilitares” inventados y mantener presencia en la represa de Ituango.

 A favor de la democracia juega la podredumbre del madurismo ya que sus aliados colombianos no podrán seguir jugando a los dos bandos. Es aquí donde el lenguaje definirá el alcance de las propuestas del Partido de las Farc. Mientras vemos, detrás del enloquecido Maduro atacando a la oposición, a Piedad Córdoba, ¿cuál va a ser, entonces, la tarea de los cientos de intelectuales de la Marcha Patriótica en un diálogo sobre el nuevo país? El artículo de Alfredo Molano defendiendo a las Farc a retener a los niños, “pues a esos niños les cambiaron el padre por el comandante y la madre por un ideal” constituye una sorpresiva y necesaria confesión de militancia política que a mi moral de pequeño burgués la estremece ya que esto fue precisamente lo que se adujo por parte del estalinismo para quitarles a los niños sus infancia y enviarlos al matadero. Y la justificación de la consejera presidencial Paula Gaviria de que los niños tienen ya autonomía para seguir militando en el nuevo Partido de las Farc aumenta la sensación de que vivo en otro planeta. ¿Era ya la señora Gaviria santista a los siete años? Los niños ¿Un ternurismo pequeño burgués? Y ¿Las mujeres y los indígenas y los miserables campesinos? ¿Esa argumentación definirá a los nuevos intelectuales comunistas y de la nueva izquierda? Molano los ha puesto contra la pared. ¡Defínanse!

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