El trasegar de los humanos por el planeta, está lleno de vicisitudes. El camino no es precisamente un sendero de rosas, pero muchas de las veces, los humanos nos las sabemos complicar, pues luego de dar algunos pasos hacia adelante, salimos con las sorpresas de desandar los pasos y perder así el tiempo y la experiencia invertidos y adquiridos, en el entendido que cada cual, ve la realidad y se aproxima a ella, de acuerdo con sus intereses. Por lo tanto, los comentarios y reflexiones que vamos a plantear son obviamente, subjetivos.Después de varios decenios de ser declarada como Museo y además Patrimonio de la Humanidad, y después de haber sido aceptadas estas condiciones por todas las religiones interesadas, el controvertido gobierno turco de Erdogan, declara que Santa Sofía (Aya Sofya) en Estambul, vuelve a ser mezquita después de 86 años, volviendo a alborotar el avispero de los fanáticos de todas las religiones, fanatismo que siempre ha estado ahí y que no requiere sino de una buena excusa para explotar. La buena excusa está servida. ¡Amanecerá y veremos!En lo local, la nueva Constitución Política abrió la posibilidad de la dosis mínima de consumo de marihuana, el actual gobierno la frena a través del nuevo Código de Policía y hoy los altos tribunales vuelven a aceptarla. ¡Qué pérdida de tiempo y qué falta de sindéresis!Se anuncia por parte de EPM que su planta piloto Jepírachi en la Guajira, funcionará hasta el 2023, noticia, que nos deja apesadumbrados, ya que la energía eólica es una de las mejores alternativas para la producción de energía limpia. Razones técnicas y financieras debe tener EPM para tomar esta decisión que esperamos sea compensada con el montaje de un nuevo campo eólico ya no como piloto, si no como planta de producción de energía limpia en propiedad.Como periódicamente sucede, el actual contralor general de la Nación recorre el país “descubriendo” elefantes blancos, es decir, obras inconclusas que están ahí, a los ojos de todo el mundo, sin que hasta el presente se hayan tomado las medidas y las acciones necesarias para culminarlas, que sería lo obvio, o para tumbarlas.Debería existir un punto dentro de un Plan de Desarrollo serio, para destinar los recursos necesarios para que este tema sea resuelto y obviamente los responsables asuman las responsabilidades de todo orden que les competan. No es suficiente la alharaca mediática, si no se toman las decisiones apropiadas y oportunas dentro de la extemporaneidad.Un ir y venir de discursos se pronuncian por kilómetros, alrededor del problema de la deforestación y de los programas de reforestación. Lo cierto es que a la fecha no hay un control efectivo contra la deforestación generada por parte de cualquiera de los varios actores involucrados que la provocan, como tampoco un proyecto serio y continuado para recuperar y ampliar la extensión forestal en el país.Ojalá aprovechemos la nueva producción de nuestro grande Carlos Vives, CUMBIANA, para volver los ojos hacia la Ciénaga Grande de Santa Marta y hacer lo que haya que hacer para intervenir las infraestructuras viales mal diseñadas y volver a permitir mediante obras apropiadas, la circulación de las aguas del mar y del Magdalena para que renazcan los manglares y reviva ese maravilloso ecosistema destruido por imbéciles.Por último, ya aparecen las pilatunas legales para evitar o demorar la demolición del Edificio Aquarela construido cerca al Castillo de San Felipe en Cartagena, el cual no debió haber recibido nunca licencia de construcción, entregada en su momento por otros imbéciles. Ya la UNESCO dio como plazo hasta el 2021 para que la construcción sea demolida, o sino Cartagena y Colombia perderán la calidad de Patrimonio de la Humanidad que hoy posee el Castillo de San Felipe.Excelente el programa que ha emprendido la Alcaldía de Medellín para aprovechar estos nuevos días de cuarentena para intervenir zonas en estado de deterioro y recuperar el espacio público que se había perdido. Las acciones inicialmente emprendidas en los sectores de La Bayadera y el Sagrado Corazón o Barrio Triste, son ejemplarizantes y deben servir de estímulo y de ejemplo para intervenir otras zonas en franco deterioro. ¡BRAVO!Como una cosa es planear y otra planificar, y otra cosa es no planear y no planificar, es prudente que aquellas construcciones de vivienda subsidiada que se entregan en obra negra después de muchos trámites y una alta dosis de paciencia por parte de los beneficiados, -que en la mayoría de los casos se originan por una tragedia previa como un derrumbe, una inundación, un incendio, un temblor u otra calamidad-, sean dotados de los servicios públicos elementales, entre ellos, ya no como cosa marginal, sino estructural, la conexión a INTERNET. Pongo como ejemplo la urbanización La Cabañita en San Cristóbal, una Unidad de 9 bloques de 6 pisos ocupada recientemente por sus nuevos dueños, un poco más de 50 familias cuyos niños no tendrán como acceder a la educación virtual forzada, a la cual nos tiene sometida la bendita pandemia.NOTA 1: Mi completa solidaridad con el Señor Gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia.NOTA 2: Mis agradecimientos a la casa EL MUNDO por haberme permitido comunicarme con ustedes a través de las 900 columnas que ajustamos hoy y que coinciden con la suspensión de actividades para el Periódico y mil gracias a ustedes por tomarse el tiempo para leer esta Columna de Opinión.Es un golpe duro para el fortalecimiento democrático y para el ejercicio de la pluralidad y la tolerancia, pero esta es la realidad que nos corresponde enfrentar, en un país como el nuestro. Una última invitación, a que vayamos siempre, con prudente optimismo, ¡DE CARA AL PORVENIR!
Puede ser que algunos de los escritorios en los que nos sentábamos quienes trabajamos en el Periódico EL MUNDO hayan estado ahí desde siempre, desde que lo crearon, a finales de la década de 1970. Sí, caminar hoy por su sala de redacción es como si se apreciara una instalación de Doris Salcedo, la melancolía de esos muebles parece decir que se apaga un sueño que comenzó el 20 de abril de 1979, cuando empezó a circular en Antioquia un diario con ideas fundamentales, como la de la libertad. Esa libertad no podía escapar de la cultura. EL MUNDO fue pilar del inicio de proyectos culturales que transformarían la vida de la ciudad, del departamento y del país. Basta con entrar al Archivo, buscar los folios del Pequeño Teatro, el Matacandelas, el Taller de Artes, La Fanfarria y darse cuenta cómo el Periódico de logo rojo, liberal, entrevistó a miles de artistas, entonces emergentes, creyendo en que nuestra realidad podría existir un sector cultural que se hiciera preguntas importantes.Lea también: Un sector que sigue sacando el sombreroAna María Cano, quien después fundaría La Hoja de Medellín, fue la primera periodista cultural de EL MUNDO. Después la reemplazó Ana Piedad Jaramillo, directora de los Eventos del Libro y exdirectora del Museo de Antioquia y el Teatro Colón. Vino entonces el tiempo de Maryluz Vallejo, hoy doctora en Ciencias de la Información, profesora Titular de Tiempo Completo del Departamento de Comunicación y jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar este 2020. Cuenta Carmen Vásquez, periodista de moda, que cuando Darío Arizmendi era el director de EL MUNDO le dio a cada una su “reino”, le dijo a la periodista cultural que ella se encargara de lo artístico, mientras a Vásquez la mandó a los cocteles, a buscar a la “gente linda”, le permitió tener la primera página exclusiva de moda en estas tierras, guiado en lo que hacía la Revista Hola en España, para que así estuviera clarísimo qué era cultura, qué era entretenimiento, qué era moda y qué era sociedad.Desde sus inicios, EL MUNDO dedicó páginas enteras a la agenda cultural, que eran las más difíciles de editar, porque tenían la agenda de cine, la de teatro, los conciertos, los recitales, las presentaciones de libros, todo, independiente de los artículos periodísticos de una y dos páginas que hacía la sección de cultura.Antes de que su experticia fuera el periodismo político y de opinión, Luz María Tobón, directora de EL MUNDO, fue periodista cultural. Todavía tiene en su oficina una foto de su entrevista a un joven Fernando Botero. Ella, de mamá artista, de familia siempre amante de la cultura, defendió el periodismo cultural hasta el cierre, influyendo, de alguna manera, en que siguiera con cada cambio de dirección. Con la llegada de don Guillermo Gaviria Echeverri, quien respetó lo que hacía el Periódico en este campo, se dio vía libre a que ese saber no se apagara.Nombres como el de Pilar Velilla, exdirectora del Jardín Botánico y el Museo de Antioquia; María del Rosario Escobar, exsecretaria de Cultura Ciudadana de Medellín y actual directora del Museo de Antioquia; la maestra Patricia Nieto, quien guía la Editorial Universidad de Antioquia y es docente de la Alma Mater; o el crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga, escribieron una historia cada día, por varios años, en la redacción de EL MUNDO, cubriendo cultura.El Mundo Semanal, el Imaginario y Palabra&Obra fueron los tres suplementos culturales que dijeron cosas muy importantes a la ciudad, al país. Óscar Valencia, jefe de diseño de EL MUNDO, contaba que Imaginario fue osado, despertando muchas molestias en algunos “paisas de Medellín”, cuando su editora puso en la portada la foto de dos hombres homosexuales, desnudos, después de una Marcha del Orgullo. Sus contenidos hablaban de la cultura como lo que somos, reflexionaban sobre la ciudadanía cultural. Palabra&Obra, por su parte, buscaba hacer reportajes de largo aliento con personajes que se destacaban en el campo cultural, teniendo en su portada a importantes creadores como Débora Arango, Gilberto Martínez, Víctor Gaviria, Fernando Botero, Félix Ángel, Cristóbal Peláez, Beatriz González, Alberto Sierra, Antonio Caro, Dora Ramírez, Leonardo Padura, René Uribe Ferrer, entre muchos otros. Una vez, el artista Richard McGuire, reconocido por ilustrar publicaciones como The New Yorker, nos hizo el honor de hacernos una edición especial de Palabra&Obra. Publicamos un especial completo sobre la salvaguarda del patrimonio de Frida Kahlo y Diego Rivera, hecho en Ciudad de México, analizamos muchas veces lo que hacían en el Ministerio de Cultura, cubrimos la Bienal de Venecia, la Feria Internacional de Arte de Madrid (España), Artbo, el Salón Nacional de Artistas, el MDE, la Fiesta de las Artes Escénicas, el Festival de Tango, los diez años de la Fiesta del Libro con edición especial, siempre estuvimos ahí, en cada evento, en cada lanzamiento, en cada nacimiento.Y cometimos errores, muchos, porque EL MUNDO siempre fue una escuela de periodismo cultural. Cómo les parece que una vez, matamos a alguien que revivió. Olga Elena Mattei estuvo muerta durante unos minutos, nos llamaron directamente desde la clínica a contarnos tal suceso. Lloramos, planeamos un especial, llamamos a Héctor Abad Faciolince, él nos dio su declaración sobre la importancia de Mattei para la literatura nacional y corrió a publicar en su Twitter que había muerto.Hasta que, de esas cosas que pasan, los médicos la revivieron, la reanimaron y no se murió. Desde entonces, Faciolince ha sido muy lejano. Es que en el Código Caracol, María Lucía Fernández publicó lo que pasó, en la edición de las 7:00 de la noche: “la inmediatez de las redes sociales le jugó una mala pasada al escritor Héctor Abad Faciolince”. Casi nos ahorca, publicó en su cuenta en esa red: “serán imbéciles los de EL MUNDO”...Vale la pena decir que defendimos causas importantes. Hay que agradecerle a Irene Gaviria y Luz María Tobón que nos permitieron ser autónomos en el contenido cultural. Fuimos nosotros quienes cuestionamos el cambio de vestido que les hicieron a los Silleteros, desconociendo que eran un patrimonio, con lo que hubo polémica nacional, cuando Aníbal Gaviria era el alcalde. No nos censuraron.Fuimos nosotros quienes iniciamos a hablar de los “hipster”, cuando todavía esa manifestación cultural era bastante desconocida.Gritamos duro con investigaciones. Nosotros nos dimos cuenta de que las Bibliotecas Públicas de Medellín habían sido cerradas por el gobierno de Federico Gutiérrez, desconociendo su importancia en la transformación social, con la excusa de ahorrar recursos del presupuesto público. Vaya error de visión política, por eso insistimos con varios artículos en que los Parques Bibliotecas eran la opción que tenía un niño de cualquier comuna de no caer en las redes de tráfico, su puerta de escape muchas veces a la violencia física y sexual. Incomodamos a Sergio Fajardo sobre la responsabilidad en las fallas en la fachada de la Biblioteca España, tanto que salió en portada diciendo “voy a hablar de la Biblioteca España, cuando yo quiera”, los memes no se hicieron esperar en las redes sociales.Cuando iban a sacar al maestro Alberto Correa de la Filarmónica, nosotros lo contamos. Insistimos en que el presupuesto para cultura siempre debía subir en el gobierno nacional, el departamental y el local. Y, sobre todo, le dimos voz a un sector que no encontraba en otros medios un espacio que valorara sus obras, que escuchara sus demandas, que necesitaba, en pleno siglo XXI, más que nunca, una presencia en la agenda pública.EL MUNDO insistió en la importancia de la formación artística para la infancia. Con su proyecto Educar Mientras se Informa y su Concurso Personitas de Colores, invitó a que los niños pintaran sus sueños. Otra cosa que hizo fue premiar con el Mundo de Oro a quienes durante decenios trabajaron por el sector, entre los ganadores estuvieron Graciliano Arcila Vélez, la Emisora HJCK de Bogotá, Guillermo Abadía Morales, Fanny Mickey, la Orquesta Sinfónica de Antioquia, la Cámara de Comercio de Medellín, la Biblioteca Pública Pilotoy la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, Débora Arango, la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia, Carlos Castro Saavedra, el Instituto de Integración Cultural Quirama, Luis Alberto Correa, Rafael Sáenz Moreno, el Museo de Arte Moderno de Medellín, Luis Alberto Álvarez y la maestra Cecilia Espinosa, su última galardonada.En los comités de redacción, muchas veces nos peleamos con quienes nos preguntaban “y ese, ¿a quién le ha ganado?”, poniendo en duda la idoneidad de los artistas emergentes, peleamos por ellos como el futuro del sector y del arte nacional. La cultura también era un tema para abrir el Periódico, nosotros le dimos la portada al Salón Nacional de Artistas, cuando volvió a Medellín, en su edición 43. Juliana Restrepo y Jaime Cerón, sus directores, llegaron con la edición impresa de EL MUNDO a la apertura de aquel certamen, que durante sus tres meses contó con un cubrimiento diario, detallado, sobre lo que intentaban decir los curadores, que propusieron como tema el oxímoron “Saber-desconocer”.Cuando la notoriedad no abarcaba la obra de Pablo Montoya, cuando parecía que a la crítica local y nacional le faltaba creen en tal talento, nosotros reseñamos su Tríptico de la infamia, sin necesitar que el Premio Rómulo Gallegos nos validara lo grande el autor, porque pudimos verlo.Le puede interesar: ¿Seguro les hace falta la crítica?Que sea el momento para decirles gracias a los cientos de artistas, gestores, investigadores, profesores, curadores, comunicadores y colegas que nos buscaron para pedirnos una opinión, para ofrecernos sus contenidos, así como para criticarnos. Aprendimos juntos, crecimos juntos, hicimos historia juntos.EL MUNDO fue y será la casa de la cultura de Medellín, como quedará para la historia en su archivo, porque aquí pasaron hitos como que Gabriel García Márquez quisiera que la redacción del medio que soñó fundar se pareciera a la del diario liberal de Medellín, donde estuvo dando talleres y compartiendo con los periodistas.Gracias, EL MUNDO, gracias porque nos dejaste soñar que esa utopía que adoptamos, la de cambiar el mundo haciendo periodismo cultural, podía ser posible.
Con todo respeto, no comparto el criterio de quienes han venido criticando a la Corte Constitucional por haber declarado la inexequibilidad del Decreto Legislativo 580 de 2020, por el cual se dictaban medidas en materia de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo, por el motivo que condujo a la adopción del fallo y que también expuso la Secretaria Jurídica de la Presidencia de la República: aunque, según el comunicado de la Corte, se dictó y promulgó en desarrollo del Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica, se expidió dentro del término de vigencia del estado de excepción y se encuentra brevemente motivado y lleva la firma del Presidente de la República, no fue suscrito por todos los ministros del despacho. Faltaron las firmas de los ministros de Salud –lo cual llama la atención en cuanto la emergencia fue provocada por la pandemia- y de Ciencia y Tecnología.Lea también: Cumplir la ConstituciónComo señala la providencia,” el mandato constitucional referente a que los ministros suscriban los decretos legislativos que se expiden en virtud del estado de emergencia económica, social y ecológica constituye una condición indispensable de validez de dichas normas, en la medida en que con este se garantiza, el principio democrático, durante el estado de excepción, pues se contrarresta el déficit de deliberación y se limita la facultad discrecional del presidente”.La exigencia constitucional de que estos decretos, además de las firmas del presidente, lleven las de los ministros –todos- no corresponde simplemente a un requisito de forma y sin mayor trascendencia. Por una parte, cuando hablamos de los estados de excepción –entre ellos el de emergencia- aludimos al ejercicio de una potestad extraordinaria del Ejecutivo, que normalmente no tiene a cargo la función de expedir las leyes –atribución que, por cláusula general de competencia, corresponde al Congreso-. Por otro lado, la Constitución es clara cuando expresa (art. 115) que las firmas de los ministros en los decretos los comprometen y por medio de ellas asumen una responsabilidad por las medidas y decisiones que adopta el Gobierno Nacional. Y, además, las normas superiores relativas a los estados de excepción exigen expresamente “las firmas de todos los ministros” y subrayan su responsabilidad. El 215, para el caso del Estado de Emergencia Económica, Social, Ecológica o por calamidad pública, estatuye: “El Presidente de la República y los ministros serán responsables cuando declaren el Estado de Emergencia sin haberse presentado alguna de las circunstancias previstas en el inciso primero, y lo serán también por cualquier abuso cometido en el ejercicio de las facultades que la Constitución otorga al Gobierno durante la emergencia”.Le puede interesar: Sobre las sesiones virtualesDe manera que no estamos ante un mero formalismo. Ni se puede sindicar a la Corte Constitucional de haber sacrificado el fondo de la medida en aras de la forma, o de no haber hecho prevalecer el derecho sustancial, como lo exige el artículo 228 de la Carta. Ella tiene a cargo la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución, que exigió, en estados de excepción, las firmas “de todos” los ministros, no de algunos.Y el vicio no era subsanable, toda vez que al momento del fallo el decreto ya había sido promulgado y había entrado a producir efectos. En estas materias no se puede improvisar.
Duele la desaparición de EL MUNDO, después de más de 40 años de actividad ininterrumpida, con periodismo de calidad informativa y pluralidad de opinión. Desde hace dos años, cuando la publicación impresa diaria le dio paso a una semanal, el diario quedó herido de muerte porque había perdido su esencia. La desaparición de los periódicos impresos es una de las consecuencias nefastas de llamada revolución digital; nefasta porque los ha destruido sin sustituirlos por nada mejor.Lea también: Harry Sasson, la renta del suelo y las sopas MaggiLa prensa impresa, que resistió los embates de la radio y la televisión, agoniza en todos los países. Se cuentan por centenas los diarios desaparecidos y los que subsisten lo hacen en formatos cada vez más escuálidos y pobres en contenido. Sin la palabra impresa, la fuerza de la vieja sentencia, “lo escrito, escrito está”, se desvanece y con ella las exigencias del rigor informativo y de la clara separación entre la opinión y la noticia.Estas dos fueron las características señeras de EL MUNDO que nunca ocultó su carácter de diario liberal militante, pero abierto siempre a una amplia diversidad de opiniones, tanto en la época de Don Guillermo Gaviria, como en los últimos años bajo la orientación de su hija Irene y de mi querida amiga Luz María Tobón.El de Don Guillermo fue un liberalismo doctrinario, más bien clásico, cuya orientación intervencionista no lo apartó nunca de la defensa de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica en una sociedad verdaderamente libre. Por supuesto que, como periodista, fue también un liberal en el sentido partidista, aunque, el gran hacedor de empresas que fue, seguramente se habría sentido contrariado por la orientación anti-empresarial que aqueja a sectores amplios del que fue siempre su partido.Quizás a causa de la bancarrota ideológica del Partido Liberal, el liberalismo de EL MUNDO de los últimos años perdió su matiz partidista y se hizo más conceptual y de principios, buscando irradiar los valores de la democracia liberal y la iniciativa privada con responsabilidad social a las gentes de todos los partidos y la sociedad entera.Esa defensa de la democracia liberal se expresó en sus cuestionamientos al proceso de paz por su indiferencia frente a las víctimas de la Farc y las grandes concesiones hechas a lo que no era más que organización criminal que no representaba a nadie, como quedó en evidencia con las paupérrimas votaciones recibidas en las dos elecciones en las que ha participado.Su reconocimiento de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica y de la creación de riqueza, se manifestó recientemente en su insistente reclamo de la reactivación de la economía acompañada de la flexibilización de la contratación laboral.Pero quizás la más firme posición de EL MUNDO en los últimos años fue su incansable y persistente reclamo al gobierno a cumplir su misión fundamental de proteger la vida de los ciudadanos. No importa lo que el gobierno haga en cualquier ámbito, si no protege la vida de las personas está incumpliendo gravemente su obligación constitucional y lo que es en definitiva su razón de ser.Muchos años atrás, cuando, por incompatibilidad con mi actividad profesional, decliné la invitación que me hiciera a escribir en el periódico que acababa de adquirir, Don Guillermo, insistente, me dijo que escribir en EL MUNDO sería un honor.Le puede interesar: Una propuesta ilegal, inconveniente y peligrosa, pero imparableHace algunos años, por invitación de Luz María Tobón, EL MUNDO acogió generosamente mis artículos. Me sentí cómodo y complacido de hacer parte de tan noble empresa periodística y muy honrado, como había anticipado Don Guillermo.
Hoy he recibido la noticia: EL MUNDO, después de una tarea periodística de 41 años, ha decidido cerrar su fase de periodismo impreso. El entorno es cambiante, la evolución de hechos, tecnologías, épocas, conduce a decisiones y nuevas direcciones en los caminos que nos presentan horizontes distintos y nos hacen dejar atrás paisajes familiares a los cuales habíamos tomado un cariño como el del poeta cartagenero a los zapatos viejos. Algo diferente se abre en las perspectivas del futuro inmediato. Mis mejores deseos para FundaMundo, para la querida y admirada familia Gaviria Correa, y para la buena ventura de sus proyectos y su liderazgo, siempre inspirados en el bien para la comunidad y para Antioquia. Algunos de estos cambios son dolorosos, como lo es, en lo personal, este: se trata de una pérdida para el periodismo escrito en la región, y en Colombia. Pero EL MUNDO cierra este ciclo, como lo manifiesta su directora Luz María Tobón Vallejo, con la satisfacción del deber cumplido.Lea también: Alatriste: la punta de su espadaTermina para Antioquia una tribuna de decencia, de buen periodismo, de compromiso con la verdad. Se culmina la etapa de un esfuerzo colosal en pro de los intereses sanos de nuestro departamento, pionero para Colombia en tantos aspectos de progreso, de desarrollo, de apertura al futuro. EL MUNDO ha cumplido y constituye un gran honor ser parte, modesta y pequeña, de esta locomotora de la honradez y de la opinión crítica y creadora.Después de escribir la columna “Vestigium” durante veinte años -un total de 492 columnas, de periodicidad quincenal, casi ininterrumpidamente- vienen a mi teclado unas palabras que no puedo evitar, pues las asocio necesariamente a esta tribuna periodística: agradecimiento, aprendizaje, disciplina, creatividad.Cada uno de mis textos fue acogido respetuosamente por parte de los editores y de la dirección en estos años. Nunca he recibido la más mínima interferencia respecto a los temas y enfoques para los cuales con total libertad se me ha cedido el espacio. Siempre he sentido la presencia viva y efectiva de un genuino respeto por el diálogo inteligente, por el ir y venir de ideas ordenadas y rigurosas, expresadas dentro del marco de la consideración hacia la verdad y hacia el lector como un interlocutor merecedor de un trato digno y humanizante. Por parte de la dirección del periódico siempre recibí palabras de aliento, de buen criterio, de magnífica atmósfera de ejercicio de la inteligencia.Escribir Vestigium, con la variedad de tonalidades presentes en el entorno de las realidades contemporáneas, fue un hábito de disciplina, de investigación, de contrastes, de búsqueda de fuentes verificables. Una tarea constante de enriquecimiento y educación personal que tuvo que pasar por el tamiz del lector crítico y exigente, a quien también debo expresar agradecimiento. Mi padre, Hernán Gómez Atehortúa, fue el mejor lector, crítico y corrector que tuve. También asumí una tarea constante de aprendizaje en cuestiones de estilo y de forma periodística. No puedo olvidar las didácticas exposiciones de Arturo Giraldo Sánchez.Un “Vestigium” es la señal, la huella, la marca que deja el pie de un viajero sobre el camino. Hay algo relacionado con la memoria, con el registro de los datos de alguien que ha pasado por un lugar y ha dejado su impronta. Es el indicio de que por allí ha estado un “homo viator”: un viajero, frágil, perecedero, fugaz. Es también el rastro de un caminante que se esfuerza por perfeccionarse en una tarea que se ha impuesto. También el investigador es un sujeto que anda tras las huellas; la realidad -variada y múltiple- ofrece ante sus ojos algunas facetas, y es su tarea, la del investigador, hallar la parte de verdad que está inscrita en esas huellas. Para mí ha sido culminación de un rasgo esencial de mi vida: la búsqueda de explicaciones a las cosas que pasan, y de las cuales apenas tengo un entendimiento parcial en un entorno de asombro constante, infinito, inacabable. Mis columnas fueron posibles por aquella conversación inicial con Luz María Tobón Vallejo, cuando acogió, con tolerancia y generosidad, mis imperfectos intentos de practicar el arte de la columna.Le puede interesar: Incertidumbres y certezasTodos somos viajeros. También las instituciones dejan su huella: EL MUNDO deja un vestigio, una huella de decencia, de amistad, de buena escuela periodística: mi abrazo y mi voz de agradecimiento.
En contra:1. El comunismo ha sido de las peores pesadillas de la humanidad en dolor humano.2. Los dos más grandes líderes comunistas de la historia han sido al mismo tiempo los mayores genocidas. Entre Mao y Stalin mataron por gusto sádico, ambición y supuesta venganza a un número de personas inocentes superior a la población actual de Colombia.3. La mayor parte de los comunistas que aceptan la democracia en el fondo de sus corazones sueñan de todos modos con reemplazarla algún día por un sistema comunista.4. En general los comunistas son tan enfáticos en su convicción que con la mayoría resulta imposible hacer un diálogo que no parezca un ataque contra una religión.5. En medio de los auténticamente idealistas hay un buen número de personas con ideas comunistas que las han usado y las siguen usando exclusivamente para obtener beneficios para ellos mismos y para personas que piensan como ellos.Lea también: El fin de la historiaA favor:1. Si no es por la izquierda comunista la democracia no se hubiera transformado y seguiría siendo casi una injusticia institucionalizada como en sus comienzos lo era.2. Ha habido líderes de ideas comunistas que gobernaron bien democracias, y muchos de quienes han sido alguna vez comunistas luego se vuelven excelentes gestores de la democracia.3. La idea básica del pensamiento de izquierda de que no es justo que una minoría tenga beneficios excesivos por la penuria de la mayoría es perfectamente legítima.4. Por más que Cuba sea una pesadilla cotidiana para sus habitantes por culpa de Castro, especialmente por haber puesto misiles nucleares, hay menos crimen que en casi cualquier otro lugar del mundo.5. Mal que bien, sigue siendo cierto que la democracia capitalista que los comunistas tanto critican tiene serios problemas de corrupción e injusta redistribución.
Para aludir a los años que van desde 2020 hasta 2029, lo adecuado es usar formas como: los años veinte; los veinte; pero NO: los años veintes; los veintes; los 20’s; la década de los 20’s; etc.Usos correctos: ¿Qué nos depararán los años 20? Después de los veinte, tendrás más responsabilidades.El Diccionario panhispánico de dudas precisa que cada una de las décadas se representa con el numeral en singular, escrito en letras, ejemplos: los años treinta; la década de los sesenta; los noventa...Lea también: La RAE conceptúa sobre vocabulario de salud mentalTambién se pueden expresar las décadas con cifras: los 70, los 50, los 20... En ese caso no es adecuado incluir apóstrofo ni la letra ese (no: 30s, 80’s, etc.), fórmulas importadas del inglés y ajenas al español. Es el contexto el que aclara a qué siglo corresponde la década que se cita; es claro que al escribir: ¿qué nos depararán los años veinte?, nos estamos refiriendo a los años veinte de este siglo; pero, cuando pueda existir riesgo de ambigüedad, es posible añadir explícitamente a qué centuria se está aludiendo.No hay una denominación establecida para la primera década de un siglo, por lo tanto es aconsejable utilizar expresiones como: la primera década del siglo XX; la década de 1901 a 1910; la década de 1900 para referirse a los años entre 1900 y 1909, pues entre 1900 y 1910 hay once años.Para aludir a los años que van del 10 al 19 de cada siglo es adecuada la expresión: los años diez, aunque tiene poco uso. Es también correcta esta forma: la segunda década del siglo; pero, en sentido estricto, se dice: esta década va desde el año 11 al 20 de cada centuria.Cuando se cita el año 2000 y los sucesivos, es válido, tanto emplear el artículo delante como prescindir de él: del 2020; de 2020.El Diccionario panhispánico de dudas indica que hay que tener en cuenta lo siguiente:a) Desde el año 1 (y los anteriores a Cristo) hasta el año 1100:Es más frecuente el empleo del artículo el y la forma contraída de la preposición y el artículo: del, ejemplos: Los árabes llegaron a España en el 711. El 14 de marzo del 413 a. C. hubo un terremoto en Asia Menor.b) Desde el año 1100 hasta el año 1999:La omisión del artículo que evita la cacofonía: “del-mil”, es mayoritaria: 27 de febrero de 1995. En 1783.c) A partir del año 2000:Usar de nuevo el artículo EL, y la contracción DEL, en la escritura de los años: se esperaba con zozobra la llegada del 2020. Las conclusiones se harán públicas el 18 de enero del 2021. También es forma válida prescindir del artículo: El precio de la vivienda crecerá en 2021.d) En cuanto a cómo nombrar los siglos:Se escriben utilizando números romanos en mayúscula. El uso de cifras arábigas: siglo 20, y el uso de la expresión del número en letras: siglo veinte, son consideradas incorrectas.Tienen valor las formas ordinales: siglo I, o: ‘siglo primero’. Pero, a partir de 10, se leen como cardinales: siglo XII, siglo XXI, etc.El término siglo alude a un periodo de 100 años, cualquiera, pero se refiriere al que va desde un año ya acabado, en los dígitos 01 hasta el año siguiente acabado, en los dígitos 00. Así, el siglo XVII va de 1601 a 1700; el siglo XX acaba en 2000.e) La historia*Se llama siglo de oro, en minúscula, a cualquier tiempo en el que las letras, las artes, la política, etc., han tenido esplendor. Pero es Siglo de Oro, con mayúscula, el apogeo cultural español de los siglos XVI y XVII.*Antiguamente se daban nombres descriptivos a los siglos, más como referencia y orientación general, que como nombres formales. De ellos, solo está realmente reconocido: Siglo de las Luces, que funciona ya como denominación de periodo histórico.Le puede interesar: Fundeu y el lenguaje inclusivoEstos, apenas tienen uso en la actualidad:I, siglo de la Redención; II siglo de los santos; III siglo de los mártires y de los ermitaños; IV siglo de los padres de la Iglesia; VI siglo de la jurisprudencia; VII siglo del mahometanismo; VIII siglo de los sarracenos; IX siglo de los normandos; XI siglo de las cruzadas; XII siglo de las órdenes religiosas; XV siglo de las innovaciones; XVI siglo de las bellas letras; XVIII Siglo de las Luces, siglo del despertamiento (o emancipación) de los pueblos...
No obstante que periódicamente se invierten o presuntamente se destinan considerables -por no decir que inmensas- sumas de dinero provenientes del erario público, es inexplicable el por qué el estado de la salud de nuestro país no mejora, resultando ciertamente deprimente e infecundo en algunos territorios y poblados de la geografía nacional. En términos coloquiales podría aseverarse, sin temor a equivocarnos, que la salud de los colombianos se encuentra en estado grave, incluso en no pocos casos, requiriendo atención de urgencias (UCI). Según los protocolos médicos, la Unidad de Cuidados Intensivos, la misma que no se conoce en muchos territorios y provincias, en donde no hay ni siquiera médico y mucho menos hospitales, es un servicio especializado, equipado con todo lo indispensable para pacientes graves o con alto riesgo de presentar complicaciones y que requieren monitorización continua, vigilancia y tratamiento especial; servicio que infortunadamente no se le ha prestado a nuestro Sistema de Salud a pesar de que lo necesita, por las serias irregularidades y complicaciones que padece y que lo tienen al borde del total colapso.Lea también: Salvavidas financiero y social para los municipiosAhora, con el surgimiento de la crisis generada por el Covid-19, resurgen de nuevo muchos interrogantes respecto a cómo es que se han venido utilizando los recursos de tan sensible sector; pues la realidad es que tenemos una infraestructura médica deficiente, mal dotada y ni que decir del grado de desatención y de descuido al que se ha mantenido sometido al gremio de sus servidores.Según la página web de la misma presidencia de la Republica, “el presupuesto de salud en Colombia para el 2020 será de 31.8 billones de pesos, un 8,12% más que el asignado al sector en 2019”. Se afirma con toda contundencia y hasta con actitudes que no disimulan la arrogancia y el estilo impetuoso que para destacar algunos de sus actos ha acostumbrado el gobierno, que este presupuesto es uno de los más altos rubros que se han dispuesto, siendo únicamente aventajado por los sectores Educación y Defensa Nacional. Por ello, causa suma extrañeza y pesadumbre que –aun y con todo ello, resulte que –en la vida real y concreta- sea tan lamentable el estado en que se encuentran nuestras instituciones de salud; muchas de ellas, lo han anunciado y evidenciado los mismos medios de comunicación oficial, están padeciendo las mas lamentables penurias en materia económica y soportando las más calamitosas situaciones en aspectos tan determinantes como infraestructura, instalaciones, suministros, medicamentos, personal, entre otros.¿Qué se hacen esos dineros?; ¿Será mala administración? ¿Estarán siendo objeto de las acostumbradas acciones y maniobras de corrupción a que ha sido sometida buena parte de la función pública en nuestra maltrecha patria? Sea cual fuere la situación, lo grave del asunto es que actualmente, a pesar de los grandes esfuerzos que tributariamente se hacen por parte de los contribuyentes, que somos todos, no ha podido darse una respuesta clara y satisfactoria a tan delicada problemática. Le puede interesar: Teatro y comedia: infortunadas prácticas de gobierno y políticasSi pudiéramos dedicarnos un poco al sólo análisis del estado en que el sistema de salud tiene a buena parte de sus trabajadores, la respuesta sería también muy frustrante. Muchos de éstos, tanto los de los servicios médicos propiamente dichos que son los profesionales relacionados con la atención directa en salud a los pacientes en actividades tan primordiales como: “promoción, prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación”, al igual que otro tanto de los encargados de la parte administrativa y asistencial, no gozan plenamente de los derechos que una verdadera formalización laboral debiera ofrecer a los trabajadores. Gran número de estos servidores presentan alto grado de vulnerabilidad en su estabilidad laboral, dados los perversos mecanismos que se usan para su acceso al servicio, tales como la vinculación por prestación de servicios personales y la tercerización a través de empresas particulares –generalmente por medio de distorsionados procesos de intermediación, como las cooperativas que se crean exclusivamente para prestar dichos servicios. Ello hace que no sólo la estabilidad sea precaria (temporal), sino también que los salarios y prestaciones, como los demás derechos y garantías sociales, no sean los más dignos e ideales para este tipo de trabajadores.Entonces, ¿Qué es lo que pasa realmente con nuestro Sistema de Salud? ¡Averígualo y me cuentas!
La deprimente palabra de moda es feminicidio. La ley 1761 de 2015, conocida como “Rosa Elvira Cely”, enraizó dicho tipo penal como delito autónomo y en su artículo 2º, reza: “Artículo 104 A, adicional en la Ley 599 de 2000. Feminicidio: Quien causare la muerte a una mujer, por su condición de ser mujer o por motivos de su identidad de género o en donde haya concurrido o antecedido cualquiera de las siguientes circunstancias, incurrirá en prisión de doscientos cincuenta meses a quinientos meses”. Y detalla taxativamente seis conductas que lo tipifican. Es notorio, entonces, que el horripilante homicidio del día 10 de abril último, en que fue asesinada la optómetra Claudia Johana Rodríguez por su excompañero sentimental, en pleno Centro Comercial Santa Fe, fue un feminicidio.Entretanto, la pregunta obvia es por qué en su correlato jurídico no existe el tipo penal de masculinicidio, habida cuenta de que también se dan casos de mujeres que causan la muerte hostil a un hombre por su condición de ser hombre o porque hay concurrencia de hechos similares a los del feminicidio, desde la orilla invertida. Hay hombres que asesinan mujeres, pero también hay mujeres que asesinan hombres. Y para estos últimos casos, pululan los crímenes pasionales, las violencias físicas desde el ángulo de vivir episodios de infidelidad o los infatigables sexuales que actúan con excesos y hasta violencia, que son pasados al papayo. Sin embargo, no existe el delito de masculinicidio. Para ilustración, todos recordamos el caso del alcalde de El Atrato, Chocó, Crescencio Bejarano Palacios, a quien su compañera sentimental le roció gasolina y le prendió fuego, en un evento de violencia intrafamiliar, donde el burgomaestre se salvó “de chiripa”, pues para su fortuna las quemaduras interesaron el 40% de su cuerpo, pero bien sabemos que pudo morir en el acto. ¿Si hubiera muerto Bejarano Palacios, no hubiera tenido la horma de haberse suscitado un masculinicidio? ¡Claro que sí! Pero resulta que en Colombia no existe este tipo penal, razón por la cual se hubiera registrado como un homicidio, si las consecuencias hubieran sido letales. Parece un problema semántico o epidérmico, pero tiene su razón de ser.Sin embargo, al respecto, el penalista Francisco Javier Tamayo le explicó a El Colombiano que “si existiera el masculinicidio, entonces el feminicidio ya no tendría ningún sentido pues el delito básico es el homicidio y no es necesario nombrar un nuevo delito. Además, hacer universal la excepción sería anular la excepción. Toda esta discusión es más retórica que práctica y está enmarcada en el populismo punitivo que busca hacer nuevas leyes penales para cosas que ya están pero con otro nombre”. No obstante lo anterior, cuando se crea un tipo penal diferente al homicidio (que es el caso del feminicidio), pues queda inconclusa la tarea si no está en paralelo la otra opción que se da fácticamente: el masculinicidio. Y ello porque ocurre tanto lo uno como lo otro. Hay otra cuestión adicional: en Colombia se están llevando unas estadísticas que son erráticas. A toda la muerte violenta de una mujer, le endilgan el calificativo de feminicidio. Es un craso dislate, porque verbigracia, si una mujer es asesinada por hacer repulsa para evitar el robo de sus pertenencias, no estamos en el evento de un feminicidio sino en el de un homicidio de una mujer. No basta, pues, identificar el sexo de la víctima sino conocer la motivación y el contexto del crimen. Discrepo, entonces, de las cifras periodísticas que dan a entender que en Colombia hubo 810 feminicidios en el 2014; 670 en el 2015; 850 en el 2016 y en lo que va corrido de 2017, 205. Una cosa son los feminicidios y otra cosa muy distinta, son los homicidios de mujeres. No se pueden juntar. Yerro estadístico que debe enmendarse.
¿Dulcecito o dulcesito?La construcción de estos diminutivos causa muchas dudas, aunque la norma es de las más sencillas del sistema ortográfico del castellano/español. Miren: el elemento que agregamos al final de una palabra para cambiar su sentido se llama sufijo (¿recuerdan?: prefijos, interfijos y sufijos). Este sufijo que usamos para formar diminutos se escribe con ce: “-ito” se convierte en “-ecito”, “-ececito” o “-cito”.Pero si la base, es decir, aquella parte de la palabra que no cambia, tiene la consonante ese, lo que hacemos es agregar el sufijo “-ito”: oso se convierte en osito, casa en casita, cosa en cosita, porque la otra opción, incorrecta por supuesta, sería, por ejemplo, “cascita”, y no, no funciona así.Lea también: ¿Ultimadamente o últimamente?Ahora, piensen en esto: ¿cómo formarían el diminutivo de clase? Pronuncien el diminutivo. ¿Ya? Notaron que la palabra no sufre ningún cambio y que se le agrega “-cita”. ¿Qué queda?: clasecita. Es muy diferente al caso de osito, que la forman “os” más “-ito”, mientras que a clasecita la forman “clase” más “cita”.De esas que casi nunca usamosFlamear. No es tan tan rara porque usamos palabras como flama o inflamable. Este verbo viene de la palabra latina flamma, que significa “llama”, por eso tenemos la ya citada flama (que puede significar “llama” o “reflejo que la llama produce”), y también por eso inflamable es aquello que se enciende con facilidad y causa, por lo tanto, llamas. ¿Pero qué es flamear? Pues puede ser “echarle” llamas a un alimento usando licor. Puede ser, también, “echarle” fuego a un animal muerto para acabar de quitarle las plumas o los pelos, según sea la especie. O quemar la superficie, por ejemplo, de un recipiente para esterilizarlo.Pero también tiene un significado sin fuego: “Dicho de una bandera: Ondear movida por el viento, sin llegar a desplegarse enteramente” (imagínense una bandera colgada en un barco).
El pasado 3 de octubre la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá capturó al coordinador de la Institución Educativa San Antonio de Prado, porque presuntamente vendía drogas a los estudiantes. Sin embargo, al no existir pruebas en su contra, la Fiscalía optó por no llevarlo ante un juez, sino dejarlo en libertad. Este sujeto, luego de ser culpado por porte ilegal de estupefacientes y presunta comercialización de los mismos, renunció a su cargo. Entre las sustancias que le hallaron, se encontraba el popper, que puede inhalarse como una droga pero que realmente sirve para la limpieza de computadores y su venta es libre al público, al ser considerada una sustancia psicoactiva y no estupefaciente.En ese sentido, los psicoactivos “producen efectos en el sistema neuropsicofisiológico, y no necesariamente son sustancias que generen dependencia”, además, no están incluidos en las prohibiciones penales del país como es el caso de esta sustancia, según explicó Juan Carlos Álvarez Álvarez, abogado, magíster en Derecho Penaly profesor deDerecho de Eafit.En cuanto a los antecedentes, es esencial remitirse al aspecto legal, debido a que en la Ley 30 de 1986 se creó el Estatuto Nacional de Estupefacientes. Es así que gracias a su existencia, el abogado penalista señaló que hay un bloque de normas dentro de esta normativa que conformó el Consejo Nacional de Estupefacientes y en el que se estipularon las funciones que debía cumplir en la política de drogas en Colombia. Además, en un segundo bloque de la misma ley, se estipularon normas relacionadas con las conductas delictivas y el tráfico, venta y producción de estupefacientes. No obstante, para el año 2000 se expidió un nuevo Código Penal y se incorporaron esas normas.Lea más sobre:Capturado docente que vendía drogas a sus estudiantesÁlvarez Álvarez explicó también que hay normativas relacionadas con el tráfico de sustancias que “sirven para el procesamiento de narcóticos y una serie de conductas que regulan cuáles son las sustancias prohibidas”.Según la legislación de 1986, existen diferencias entre los tipos de sustancias: Las drogas son aquellas que introducidas al organismo vivo, modifican sus funciones fisiológicas. Los estupefacientes, son drogas que no están prescritas médicamente y que actúan sobre el sistema nervioso central y producen dependencia.Mientras que los psicotrópicos, o sustancias psicoactivas, “son aquellas drogas que actúan sobre el sistema nervioso central y producen efectos neuropsicofisiológicos y no necesariamente son sustancias que produzcan dependencia”, dijo Álvarez Álvarez.Asimismo, cuando se habla de dependencia psicológica en la Ley 30, expone la necesidad de consumir drogas, sin importar sus consecuencias. Siendo entonces los psicoactivos, sustancias que no hacen parte de la legislación prohibida para su uso, comercialización o fabricación. “Para efectos jurídicos desde el punto de vista penal, hay que remitirse a las definiciones que trae la ley”, concluyó.¿Qué es el popper?El popper es una sustancia líquida que se inhala, no posee color pero tiene un olor particularmente fuerte y penetrante. Algunas personas utilizan esta sustancia para el consumo, pero ese no es su verdadero uso.Jorge Alonso Marín Cárdenas, presidente de la Asociación de Toxicología Química Colombiana, señaló que el popper tiene nitratos y nitritos, “todos los componentes que utilizan para esta sustancia generan un efecto similar y lo que hacen es que producen vasodilatación, o sea los vasos del organismo tanto de las venas como de las arterias se pueden dilatar y parte del músculo liso. Por ejemplo, el esfínter anal se dilata y por eso es que lo usan”. Históricamente este producto ha sido utilizado desde 1970 en discotecas de Estados Unidos y ha sido acogido por la comunidad Lgbti.Por su parte, Christian Fernando Lizalda Aponte, químico industrial, magíster en Ciencias Biomédicas y docente de Química de la Institución Educativa Zaragoza, explicó que los consumidores de popper manifiestan sentir ‘un subidón’ que “corresponde a un aumento de la circulación cerebral, lo que se percibe como un efecto hiperoxigenante, euforizante, cercano al de otras drogas sintéticas, sobre la apreciación musical y desinhibición al bailar”.Si las personas lo consumen podría provocarles mareos, debilidad, dolores de cabeza, vómito, irritaciones alrededor de vías aéreas, dermatitis, taquicardia, infarto, aneurismas o accidentes cardiovasculares. “Este riesgo podría ser potenciado por el consumo conjunto de otras sustancias como la marihuana, el alcohol, el tabaco, la cocaína, los sedantes y los potenciadores sexuales”.Lea más sobre:El cannabis medicinal: negocio con potencial en ColombiaLa sustancia tiene un gran problema y es que al inhalarla produce una sensación placentera que aparece de forma muy rápida y dura muy poco tiempo, “una sustancia que sea capaz de generar este tipo de situación en el organismo puede ser adictiva. Lo que se produce con el popper es una adicción más psicológica que biológica, ya que la persona tiene que consumir una gran cantidad de forma constante para desarrollarla, pero empieza a generar hábitos rápidamente”, expuso Marín Cárdenas.En cuanto a sus componentes, el Isobutil Nitrito corresponde a un grupo de los nitritos coloquialmente conocidos como “poppers”. “Son sustancias formadas por esteres de ácido nitroso y la combinación de alcohol, nitrito de sodio y ácido sulfúrico. Los tipos más comunes son el amil nitrito, el isobutil nitrito y el butil nitrito”, manifestó el químico industrial, argumentando que los nitritos o nitratos orgánicos afectan principalmente el Sistema Nervioso Autónomo.En una investigación,periodistas de EL MUNDOrecorrieron la ciudad para determinar qué tan asequible era la compra en tiendas sexuales y efectivamente lograron adquirir este producto sin restricciones, lógicamente su venta solamente es para mayores de edad.El precio en los diferentes establecimientos no varió excesivamente. En el Centro se puede adquirir por $15.000, mientras que en otras zonas de la ciudad se adquiere por $20.000.Aunque también puede adquirirse en establecimientos de tecnología, porque su uso real es para limpiar computadores. Este tipo de producto pueden encontrarse en dos formas: en aerosol y líquido. “El limpiador electrónico en spray presenta como componente activo, los gases propano-butano en una concentración entre 800-1000 partes por millón (ppm) y la exposición prolongada puede afectar al Sistema Nervioso Central”, comentó Lizalda Aponte.Adicional a ello, el experto comentó que “algunos limpiadores en presentación liquida son soluciones de isopropil alcohol o una mezcla de nitritos que por sus características fisicoquímicas pueden ser encontrados también en productos como limpiadores de video, desodorante ambiental y limpiadores de cuero. Es posible que uno de estos nitritos o varios se encuentren haciendo parte de uno de estos tipos de productos domésticos”, por lo que podrían ser adquiridos en tiendas de aseo.¿Por qué es legal?La Seccional de Investigación Criminal (Sijin) de la Policía Nacional, dio a conocer que el popper no es una sustancia alucinógena, “la venta al público y de sus componentes es abierta al público porque es utilizado para limpiar elementos”.De igual forma lasección de Antinarcóticos del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía General de la Nación, confirmó que el uso del denominado popper no es un delito en Colombia. Sin embargo, “es frecuente encontrarlo en los allanamientos efectuados a las diferentes plazas de vicio, junto con otras sustancias que sí tienen prohibición legal como la marihuana, la cocaína, entre otras. Durante los operativos de allanamiento se incautan además de las drogas prohibidas: el popper”.Cuando la policía incauta popper a alguna persona, la capturan y la ponen a disposición del ente investigador, “pero como es una sustancia que no es controlada de por sí, entonces le dan libertad. Por ejemplo en los allanamientos los incautamos porque se tiene conocimiento que lo emplean para la venta, no para el tema que está hecho, sino para el consumo o para estimulante”.Seguido de la incautación, la Sijín le toma una muestra al popper y la envía al laboratorio de química, “allí determinan si hay algún tipo de componente que sea controlado o prohibido”, y en ese caso, mediante el estudio evidencian si alguno de sus componentes no es abierto al público, lo que podría generar alguna sanción.Lea más sobre:Policía capturó 51 personas de la estructura delincuencial “El Hueco”Si el popper se compara con otra sustancia psicoactiva y de tipo legal en el país sería el boxer o popularmente conocido como sacol. “Guardando las proporciones, el popper o la sustancia que antes se utilizaba para limpiar los cabezotes de algunos aparatos electrónicos, equivaldría al pegante de zapatos”, indicó el ente investigador.Respecto a la normativa aparte de la Ley 30 de 1986 y el Código Penal del 2000, Álvarez Álvarez recomienda remitirse al Convenio de Naciones Unidas. Para tener en cuenta la normatividad del país, es esencial conocer el artículo 376 del Código Penal que expone sobre: “El que sin permiso de autoridad competente, introduzca al país, así sea en tránsito o saque de él, transporte, lleve consigo, almacene, conserve, elabore, venda, ofrezca, adquiera, financie o suministre a cualquier título sustancia estupefaciente, psicotrópica o drogas sintéticas que se encuentren contempladas en los cuadros uno, dos, tres y cuatro del Convenio de las Naciones Unidas sobre Sustancias Psicotrópicas, incurrirá en prisión de 128 a 360 meses y multa de 1.334 a 50.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes”.El abogado penalista de igual forma aconseja conocer el artículo 381: “El que suministre, administre o facilite a un menor droga que produzca dependencia o lo induzca a usarla, incurrirá en prisión de 96 a 216 meses”. Asimismo, dijo que en lo estrictamente penal, “la remisión para determinar conductas delictivas está en la Ley 599, que es el régimen que recoge provisiones penales en todos los ámbitos”.No obstante, a pesar de que en Colombia el popper es considerado como sustancia psicoactiva y no estupefaciente, es decir que no genera necesariamente dependencia y además se comercializa libremente, en España ya prohibieron su comercialización porque determinaron que estaba afectando la salud pública. Además, en Reino Unido desde el 2016, empezaron a plantear su prohibición, aunque hasta el momento continúa legal.Al respecto, el abogado penal concluyó que “el Consejo Nacional de Estupefacientes podría en algún momento decir que una sustancia que no esté contemplada, pero que produzca los mismos efectos de las otras que sí lo están, podría quedar incluida en la prohibición penal”.Estos antecedentes cuando ocurren en otros territorios replican como una posibilidad, ya que cuando algunas sustancias “empiezan a sancionarse en otras legislaciones se vuelve una tendencia al expandirse en los distintos países. Entre otras cosas porque lo que tiene que ver con sustancias estupefacientes, surgen de recomendaciones relacionadas con convenios de Naciones Unidas y como hay muchos países las acogen”.