El primer paso

Autor: Pedro Juan González Carvajal
12 septiembre de 2017 - 12:07 AM

El desprestigio institucional en este país no tiene antecedentes y debe ser reparado a la mayor brevedad

Con muestras de júbilo y diría uno qué de aparente fervor, los colombianos recibimos al Papa Francisco, hombre cuyo carisma y sencillez son innegables, lo cual atrae fácilmente a   las multitudes.

Ojalá esta no sea solamente una visita protocolaria que alborota el sentimiento espiritual y religioso por dos o tres días, para después volver a retomar la senda del continuismo.  Esperemos que de verdad se desarmen los espíritus, que las distintas formas de violencia amainen un poco, que la tolerancia sea el principio básico de una convivencia con respeto y que aquello de la práctica de la caridad sea una forma de vida. De no ser así, pues simplemente habrá pasado por aquí otra superestrella de aquellas que de cuando en cuando vienen por estas tierras macondianas.

Pasando a otro tema, ¿qué estarán esperando los magistrados de todas las altas cortes para presentar su renuncia? Qué alto estamos pagando todavía lo sucedido en el Palacio de Justicia. Desde ese momento, el funcionamiento del Poder Judicial en Colombia viene en franco declive, lastimosamente, a pesar de los esfuerzos por modernizarla y darle nuevos aires. Es el momento de revisar lo andado y tomar los correctivos estructurales del caso. Como siempre, pagarán algunos justos por los pecadores, pero así es la vida. ¿Volver al sistema de cooptación? ¿Hacer más exigentes los requisitos para poder litigar, ser juez o magistrado? Mucho hay por hacer y pronto.

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De igual manera, no debería ser reelecto ninguno de los actuales Congresistas. La barrida debe ser total y la renovación inaplazable. Es indudable que hay gente buena, pero ese el costo de las enfermedades graves.

El desprestigio institucional en este país no tiene antecedentes y debe ser reparado a la mayor brevedad, sino queremos que lo poco que se ha avanzado en estos casi 200 años de vida republicana, en la conformación de un esquema social, que no político, más o menos operante, no caiga por la borda y se apodere de nosotros, un caos que parece inevitable.

El descuadernamiento institucional del país es vergonzoso. ¿Qué nos estaría diciendo el Maestro Echandía? “He ahí el resultado obvio de un país compuesto y manejado por cafres”.

Lo malo es que la completa falta de liderazgo actual, evidenciada en una lista de casi 30 precandidatos presidenciales, no augura buenos vientos.

En ese sentido, lo de la recolección de firmas para conseguir el aval popular para presentar una candidatura, se ha convertido en una sinvergüenzada. De ser este el camino, pues sobran los mal llamados partidos políticos y debemos entonces darles su carta de defunción, para que dejen de estorbar. Acceder a este procedimiento es anticipar la campaña electoral, compitiendo deslealmente con quienes tengan el aval partidista, que sí deben ceñirse a los calendarios electorales previstos para el inicio de las campañas. Buscar las firmas, es evadir las responsabilidades por las actuaciones del partido político al cual se pertenece. ¿El malo es el partido y el bueno soy yo, después de haberme lucrado de su maquinaria y de su representación en el gobierno? Mala carta de presentación del candidato de turno. ¿Si ese es el desayuno, cómo irá a ser la comida?

Qué mal ejemplo le estamos dando a las nuevas generaciones. Putrefacción por todos lados. Ninguno de los 3 Poderes que componen la República, está libre de culpa del tema de la corrupción, y esto no quiere decir que el sector privado, las organizaciones sociales, las Fuerzas Militares y de Policía, los Sindicatos y todas las otras instituciones que configuran la trama social estén exentas de culpa y de responsabilidad, ya sea por acción, ya sea por omisión.

Qué falta nos hacen en este momento de la historia, los Catones o los Marco Aurelios,    cómo faros y guías morales de una sociedad que se acerca peligrosamente al precipicio.

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¡Amanecerá y veremos! Lo peor que nos puede pasar, es que no pase nada, con la complicidad de todos.

Quiero retomar  una reflexión del Doctor Mauricio García, referente al autor del libro “Sapiens: de animales a Dioses”, de Yuval Noah Harari. “Los grandes intelectuales del futuro serán personas, como Harari, que tienen la capacidad de abordar problemas globales a partir de un caudal de conocimiento que combina ciencias duras como la biología y la neurociencia, con ciencias humanas y sociales como filosofía, economía, antropología, derecho y ciencia política. Estos intelectuales no solo superan las fronteras nacionales, sino también las fronteras disciplinarias”.

Insistimos en la necesidad de dotar a Medellín con un apropiado Centro de Espectáculos.

 

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