El miedo de los otros

Autor: Alberto Morales Gutiérrez
19 enero de 2020 - 12:03 AM

Los síntomas del miedo se manifiestan por otras partes, un miedo azuzado, construido desde el gran capital, un miedo que clama por satanizar a la protesta.

Medellín

Usted puede no estar de acuerdo con muchas de las posiciones de Martha C Nussbaum, la célebre filósofa estadounidense, puede resentir su marcada posición aristotélica y parecerle un poco fuera de época. Puede mirar críticamente su muy difundida teoría de las capacidades, si, puede incluso no gustarle su discurso, pero lo que no puede negar es su sobresaliente inteligencia, su capacidad de estudio, su obsesiva tendencia a la reflexión, su no tragar entero y sorprenderse a veces con la manera diferente de sus enfoques y sus miradas.

En La monarquía del miedo (Paidós 2019) si bien hay un enfoque en la situación particular de los Estados Unidos, no hay duda en el sentido de que los síntomas que enuncia son de carácter global, como ella misma lo expresa, aunque sus conclusiones no sean necesariamente las que usted está esperando.

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Cuando se pregunta en qué consiste el miedo actual, la respuesta nos alude a todos: Hay impotencia, sensación de no futuro, una especie de certeza en el sentido de que la prosperidad soñada para sus hijos - “que les vaya incluso mejor en la vida de lo que les ha ido a sus padres”- haya acabado. Y se regodea hablando de los costos absurdos de los créditos para estudios superiores, las decrecientes curvas de empleo y la certeza absoluta sobre la inequidad existente. El acelerado enriquecimiento de las élites y la pauperización del resto de la población también aparece en su análisis.  Y es cierto, así nos vemos.

Son muy variados los temas que ella aborda en su texto: la ira, la envidia, el sexismo, la misoginia. Pero me parece pertinente traer a cuento uno de esos temas en particular: “El asco motivado por el miedo. La política de la exclusión”.

Desde su punto de vista, el asco es un mecanismo protector construido precisamente por el miedo. Ella denomina “asco peyorativo” a esa pulsión que pone en peligro la igualdad y el respeto mutuo. Hace referencia expresa al “asco físico a los afroamericanos y el que también suscitan los geis, las lesbianas y las personas transgénero. (Las reacciones negativas – complejas y saturadas de odio – ante la presencia y el éxito de las mujeres en nuestra sociedad…)”

Entonces mientras leo, me pregunto: Un momento. ¿Hay asco en la indignación creciente contra la injusticia y la inequidad en el planeta? ¿Hay exclusiones en las movilizaciones sociales que conmocionan al mundo? No. Por el contrario, esas movilizaciones que inundan las calles de las principales capitales y que se replican en pequeñas poblaciones y villorrios, son movilizaciones en donde campea la inclusión.

La reflexión debe ser diferente. Los amplios sectores excluidos de la sociedad, la clase media empobrecida, los sin trabajo, los excluidos de la vida laboral, los excluidos de los colegios y de las universidades, los que se encuentran ahorcados por las deudas impagables, todos los que integran y protagonizan esas movilizaciones, no tienen miedo.

Los síntomas del miedo se manifiestan por otras partes, un miedo azuzado, construido desde el gran capital, un miedo que clama por satanizar a la protesta.

Mire usted a esos que “compran” las ideas de las élites, aterrorizados con la bandera del arco iris y clamando por lo que consideran un irrespeto, gritando con desafuero que “plomo es lo que hay”, amenazando con “se callan a los callamos”, recogiendo firmas para no dejar posesionar a una funcionaria transgénero. Si, mírelos. Tienen miedo

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Bertolt Brecht da ánimos desde la otra orilla: “No os dejéis engañar con que la vida es poco. Bebedla a grandes tragos, porque no os bastará cuando hayáis de perderla”.

 

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