El gesto de James

Autor: Henry Horacio Chaves
31 marzo de 2017 - 12:09 AM

El gesto de James Rodríguez a los periodistas invita a reflexionar sobre la dimensión y el uso de las redes sociales y su relación con el periodismo.

Además de un alto número de “memes”, el gesto grotesco del futbolista James Rodríguez a un grupo de periodistas en la previa del partido que Colombia le ganó a Ecuador por la eliminatoria mundialista, motivó diversas reacciones. Algunos que a leguas lo admiran, lo justificaron como una picardía del jugador del Real Madrid, que en su club es uno más, mientras que en la selección es la estrella principal; otros en cambio, consideraron que el joven deportista ya no cabe en la ropa y que su paso por uno de los equipos más importantes del fútbol mundial, acabó con la humildad y la sencillez que le eran propias. 
Más allá de la educación y el ego de Rodríguez, la escena amerita otras reflexiones, como lo entendió la mesa de trabajo de RCN La Radio que dirige Yolanda Ruiz. Aunque, como es costumbre, allí también hubo lecturas y planteamientos diversos que pasan por los modales y llegan hasta el uso de las redes para subir o bajar personas, el eje de la discusión estuvo más en el ejercicio y la ética del periodismo que en el comportamiento del mencionado jugador. Es decir, le dieron a la escena su justa dimensión, para hablar de lo que nos interesa, no por el hecho de ser periodistas sino por lo que el oficio significa para la sociedad y el impacto que tiene a veces sobre comportamientos colectivos.
Entonces, la reflexión gravitó sobre la importancia que le deberían dar los medios de comunicación a las redes sociales, a veces sobredimensionadas en su impacto, en su alcance y hasta en su propia lógica. Se puso de presente que en ocasiones la agenda informativa está marcada no por los medios, sino por las redes, lo que en sí mismo no tendría importancia a no ser porque los periodistas han delegado (como hemos puesto de presente en este Memento) la orientación y el ejercicio de la opinión pública a las redes sociales. 
Pero las redes sociales en abstracto no existen. Son gestionadas, o debería decir usadas u ocupadas, por personas con intereses e ideologías, a veces con identidades y otras no. Personas que dan veracidad a chismes u opiniones infundadas y los avalan con sus palabras, cuando no es que los alimentan con sus puntos de vista, gustos o deseos. No en pocos casos, detrás de las redes hay seres que se ocultan con la clara intención de confundir o de hacerle daño a alguien. De manera que guiarse por ellas es siempre un camino incierto, un salto al vacío. 
Prudente llamado de los colegas de RCN para que los medios revisen las redes como una manera de conocer lo que le interesa a la gente, pero no como guía infalible de lo que se debe abordar como agenda informativa. Por lo ya dicho, no es entendible que profesionales de la comunicación deleguen en seres anónimos y plurales la esencia de su oficio: el criterio. Ese que marca el derrotero profesional y que se va forjando con el tiempo y la experiencia en favor de la sociedad. Una condición sine qua non, irrenunciable e indelegable cuando se tiene una responsabilidad pública como la de informar. Y ahí, reposa la diferencia sustancial de quienes opinan por las redes y entregan datos, con quienes ejercemos el periodismo por formación y por vocación. 
A los políticos, artistas y deportistas, les encantan las redes para hacerse visibles sin necesidad de tener que superar el examen del criterio periodístico, responder preguntas y contra preguntas o sustentar datos y opiniones. Acuden a los medios en busca de reconocimiento, pero una vez lo obtienen, suelen estorbarles porque no quieren ser auscultados. Entonces caen en la opinión ligera o en el gesto irrespetuoso que antes ni se les ocurriría. Claro que también es cierto que hoy tienen la ventaja de no tener que esperar dádivas o malquerencias de un medio o un periodista, ni someterse a ediciones impropias para poder llegarle al público.  
La tarea del público será determinar qué consulta, cuándo, cómo, dónde y con qué propósito. Casi seguro, quien busca chisme, escándalo y opiniones que se parezcan a las suyas tendrá un amplio abanico de avatares; quien necesite información seria y confiable optará por medios y periodistas serios, de reconocida trayectoria y credibilidad.  Son herramienta y como tal hay que saberlas usar y darles su verdadera dimensión, lo mismo que al gesto de mal gusto de James.

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