Deliberación o subordinación

Autor: Sergio Alzate
5 noviembre de 2017 - 10:37 AM

El manifiesto liberal es la prueba reina del abuso de un dictador de vereda, De la Calle diría que es una “chambonada” directoral

Nunca antes había estado tan en riesgo el liberalismo como filosofía política y más como partido.

Liberalismo e individualismo son presupuesto irremplazable de la democracia, tienen una imbricación inescindible y son su razón de ser.

Para Bobbio, el liberalismo es la defensa de tres ideales autoimplicativos: democracia, derechos del hombre y paz. Porque el derecho humano a participar en política, a elegir y ser elegido sólo encuentra su sentido en una verdadera democracia liberal.

Liberalismo es individualismo, expresión, libertad, humanismo, coherencia de pensamiento y actuación, renovación, superación, es unidad en la diferencia de matices ideológicos. Es respetar y reconocer al vocero de la otredad como actor e interlocutor legítimo, es el privilegio de la codirección y el cogobierno sobre las formas puñeteras impuestas, abusivas y amenazantes, es consenso en el disenso sin unanimismos.

César Gaviria, expresidente y hoy director del partido, fue elegido como esperanza de renovación, de unidad, de fortalecimiento para las próximas elecciones, para superar el amodorramiento y decrepitud con la cual se dirigió el partido en este gobierno.

Bastaron semanas para esfumar esa idílica perspectiva. La perplejidad invade a todos los militantes, la imagen negativa de César Gaviria está en 64%, cercana a la de Piedad Córdoba. Asombran sus despidos masivos de personal idóneo interno, las medidas antiliberales para excluir candidatos, como el manifiesto para impedir la candidatura de Sofía Gaviria y  Viviane Morales o acordar con la Registraduría tener puestos sólo donde su candidato tuviera una ventaja electoral.

Sumado a las amenazas de quitar avales a dirigentes que simpaticen con alguien distinto a De la Calle, su candidato reconocido, y especialmente los rumores de negociar el partido con Fajardo a cambio de un Ministerio para su hijo y otras decisiones nepotistas con intereses obscenos.

El manifiesto liberal es la prueba reina del abuso de un dictador de vereda, De la Calle diría que es una “chambonada” directoral. Exigir que Sofía Gaviria, una liberal auténtica, independiente y con la mejor formación profesional que representa a miles de víctimas de las Farc, tenga que renunciar a sus convicciones conocidas públicamente sobre defensa de las víctimas y que tenga que acogerse incondicionalmente a las exigencias y privilegios de las Farc, es absurdo.

Lea también: Entre la democracia y la reforma política

40 congresistas de siete partidos han firmado una misiva en rechazo a estas arbitrariedades de Gaviria, para manipular la entrega de avales liberales subordinándolos a sus caprichos. Es vergonzoso escuchar de labios conservadores, que ellos nunca han vivido semejante imposición dictatorial y ausencia de democracia, a pesar de ser un partido de jerarquías, tradiciones e institucionalidad.

Nadie en el país comprende como un director asume la jefatura de campaña de un precandidato para impedir vulgarmente las garantías de imparcialidad de los demás, o cómo puede pretender impedir la crítica, la deliberación y la objeción de conciencia. Menos entienden la progresiva expulsión y arrinconamiento de liberales de todas las esferas desde los más liberales como Sofía, Galán y Viviane hasta los más clientelistas como Cristo.

Lo invitamos a leer: Director del partido liberal impone manifiesto nazi: Sofía Gaviria
 

Bien lo ha manifestado la senadora Sofía Gaviria, que el partido no puede ser un bobo útil de las Farc. Lo han convertido en un instrumento de los criminales de lesa humanidad para silenciar a las víctimas y posicionar victimarios. Lo más liberal es defender a las víctimas, el partido ha sido históricamente el defensor de las libertades, de los vulnerables, de las minorías, los diferentes, los débiles y oprobiados. Ha liderado la autoría de normas como la ley de desplazados de 1998 y sus normas reglamentarias, la ley de orden público, la primera en reconocer los derechos de las víctimas, la nueva ley de víctimas y restitución.

Los ponentes jurisprudenciales sobre víctimas en las altas cortes han sido liberales, los próceres dieron la vida en defensa y representación de los oprimidos, no puede venir un reyezuelo ávido de burocracia, nepotismo y clientelismo, a cambiar su identidad histórica.

Por estos errores dicen con acierto: “hay más liberalismo que partido liberal”. No puede ser la expresión de cinco insignificantes cabecillas políticos que a nadie representan, recuperemos la vívida cohesión del gran pueblo liberal alejado por manejos extraños a su ideario, a su historia y a los anhelos del presente.

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