El ejemplar más representativo de la infertilidad reinante (lo afirmo con respeto, y con ánimo constructivo, jamás peyorativo) es el senador Barreras, que sigue los pasos de Gerlein
El exsenador Gerlein representó en el Congreso la figura que hoy es Roy Barreras.
La reconocida ineptitud de nuestro congreso en estos tiempos contrasta con el rol fulgurante y el provechoso concurso del que actuara en un pasado ya lejano, congreso que finiquitó con su clausura en 1949. Si comparamos el de hoy con el de países vecinos como Méjico, Costa Rica, Perú, Chile, Brasil y Uruguay, encontramos que su vacuidad alcanza niveles patéticos.
Figuras emblemáticas, ya desaparecidas, que lo enaltecieron, como las que cité en pasada columna, hoy no se dan, porque a la dirigencia menuda, o mandos medios de la política, aquí no se la premia por el mérito sino por la obsecuencia. Peor aún, por su cerril disciplina y mansedumbre frente al líder o gamonal de turno, de quien nunca nadie osa discrepar o apartarse un milímetro. La vocación desinteresada, la dignidad y responsabilidad que la informaban otrora, se trocó en servidumbre. El ejemplar más representativo de la infertilidad reinante (lo afirmo con respeto, y con ánimo constructivo, jamás peyorativo) es el senador Barreras, que sigue los pasos de Gerlein como el congresista más perdurable y atornillado a su silla. Nadie como él en nuestra historia menuda ha cambiado tantas veces de partido o bandera como este personaje irrepetible que a veces aburre, o a veces divierte, en su febril afán por acomodarse en la política según sea el presidente próximo a asumir.
Un retratista como Dostoievsky (precursor del psicoanálisis, a quien llamo así, retratista, porque sus personajes son perfectos, inconfundibles, en su índole y biotipo social) pintó con asombrosa fidelidad el cuerpo y alma de tales personajes, que resultaron prototípicos en su comportamiento. Tanto que le sirvieron a la ciencia psiquiátrica, y particularmente al psicoanálisis en sus albores, como modelos. El jugador compulsivo, por ejemplo, el misántropo retraído y asocial, el criminal nato, el trepador, el seductor o Casanova de oficio, el megalómano atrapado en su delirio de grandeza, el suicida larvado, el fracasado que resignado rumia su destino, el misántropo, el genio inédito o artista incomprendido y, en fin, toda suerte de seres que se distinguen de los demás por su rareza y talante peculiar. Si el novelista ruso hubiera vivido en esta época y en este país, y por azar hubiera conocido a Roy, lo habría seleccionado al instante para representar al arribista nato que en Colombia llamamos “lagarto”.
Aclaro que al senador de marras lo tomo apenas como ejemplo o referente, sin cuestionar sus atributos ni la limpidez esencial de su conducta en otros ámbitos. Empero, figura tanto en los medios que resulta imposible ignorar la imagen que él despide, o sus andares. Si aquí hablamos de transfugismo, o del equilibrista que tanto abunda en nuestra fauna política, cómo no mencionar su mejor exponente.
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