El trasegar de los humanos por el planeta, está lleno de vicisitudes. El camino no es precisamente un sendero de rosas, pero muchas de las veces, los humanos nos las sabemos complicar, pues luego de dar algunos pasos hacia adelante, salimos con las sorpresas de desandar los pasos y perder así el tiempo y la experiencia invertidos y adquiridos, en el entendido que cada cual, ve la realidad y se aproxima a ella, de acuerdo con sus intereses. Por lo tanto, los comentarios y reflexiones que vamos a plantear son obviamente, subjetivos.Después de varios decenios de ser declarada como Museo y además Patrimonio de la Humanidad, y después de haber sido aceptadas estas condiciones por todas las religiones interesadas, el controvertido gobierno turco de Erdogan, declara que Santa Sofía (Aya Sofya) en Estambul, vuelve a ser mezquita después de 86 años, volviendo a alborotar el avispero de los fanáticos de todas las religiones, fanatismo que siempre ha estado ahí y que no requiere sino de una buena excusa para explotar. La buena excusa está servida. ¡Amanecerá y veremos!En lo local, la nueva Constitución Política abrió la posibilidad de la dosis mínima de consumo de marihuana, el actual gobierno la frena a través del nuevo Código de Policía y hoy los altos tribunales vuelven a aceptarla. ¡Qué pérdida de tiempo y qué falta de sindéresis!Se anuncia por parte de EPM que su planta piloto Jepírachi en la Guajira, funcionará hasta el 2023, noticia, que nos deja apesadumbrados, ya que la energía eólica es una de las mejores alternativas para la producción de energía limpia. Razones técnicas y financieras debe tener EPM para tomar esta decisión que esperamos sea compensada con el montaje de un nuevo campo eólico ya no como piloto, si no como planta de producción de energía limpia en propiedad.Como periódicamente sucede, el actual contralor general de la Nación recorre el país “descubriendo” elefantes blancos, es decir, obras inconclusas que están ahí, a los ojos de todo el mundo, sin que hasta el presente se hayan tomado las medidas y las acciones necesarias para culminarlas, que sería lo obvio, o para tumbarlas.Debería existir un punto dentro de un Plan de Desarrollo serio, para destinar los recursos necesarios para que este tema sea resuelto y obviamente los responsables asuman las responsabilidades de todo orden que les competan. No es suficiente la alharaca mediática, si no se toman las decisiones apropiadas y oportunas dentro de la extemporaneidad.Un ir y venir de discursos se pronuncian por kilómetros, alrededor del problema de la deforestación y de los programas de reforestación. Lo cierto es que a la fecha no hay un control efectivo contra la deforestación generada por parte de cualquiera de los varios actores involucrados que la provocan, como tampoco un proyecto serio y continuado para recuperar y ampliar la extensión forestal en el país.Ojalá aprovechemos la nueva producción de nuestro grande Carlos Vives, CUMBIANA, para volver los ojos hacia la Ciénaga Grande de Santa Marta y hacer lo que haya que hacer para intervenir las infraestructuras viales mal diseñadas y volver a permitir mediante obras apropiadas, la circulación de las aguas del mar y del Magdalena para que renazcan los manglares y reviva ese maravilloso ecosistema destruido por imbéciles.Por último, ya aparecen las pilatunas legales para evitar o demorar la demolición del Edificio Aquarela construido cerca al Castillo de San Felipe en Cartagena, el cual no debió haber recibido nunca licencia de construcción, entregada en su momento por otros imbéciles. Ya la UNESCO dio como plazo hasta el 2021 para que la construcción sea demolida, o sino Cartagena y Colombia perderán la calidad de Patrimonio de la Humanidad que hoy posee el Castillo de San Felipe.Excelente el programa que ha emprendido la Alcaldía de Medellín para aprovechar estos nuevos días de cuarentena para intervenir zonas en estado de deterioro y recuperar el espacio público que se había perdido. Las acciones inicialmente emprendidas en los sectores de La Bayadera y el Sagrado Corazón o Barrio Triste, son ejemplarizantes y deben servir de estímulo y de ejemplo para intervenir otras zonas en franco deterioro. ¡BRAVO!Como una cosa es planear y otra planificar, y otra cosa es no planear y no planificar, es prudente que aquellas construcciones de vivienda subsidiada que se entregan en obra negra después de muchos trámites y una alta dosis de paciencia por parte de los beneficiados, -que en la mayoría de los casos se originan por una tragedia previa como un derrumbe, una inundación, un incendio, un temblor u otra calamidad-, sean dotados de los servicios públicos elementales, entre ellos, ya no como cosa marginal, sino estructural, la conexión a INTERNET. Pongo como ejemplo la urbanización La Cabañita en San Cristóbal, una Unidad de 9 bloques de 6 pisos ocupada recientemente por sus nuevos dueños, un poco más de 50 familias cuyos niños no tendrán como acceder a la educación virtual forzada, a la cual nos tiene sometida la bendita pandemia.NOTA 1: Mi completa solidaridad con el Señor Gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia.NOTA 2: Mis agradecimientos a la casa EL MUNDO por haberme permitido comunicarme con ustedes a través de las 900 columnas que ajustamos hoy y que coinciden con la suspensión de actividades para el Periódico y mil gracias a ustedes por tomarse el tiempo para leer esta Columna de Opinión.Es un golpe duro para el fortalecimiento democrático y para el ejercicio de la pluralidad y la tolerancia, pero esta es la realidad que nos corresponde enfrentar, en un país como el nuestro. Una última invitación, a que vayamos siempre, con prudente optimismo, ¡DE CARA AL PORVENIR!
Puede ser que algunos de los escritorios en los que nos sentábamos quienes trabajamos en el Periódico EL MUNDO hayan estado ahí desde siempre, desde que lo crearon, a finales de la década de 1970. Sí, caminar hoy por su sala de redacción es como si se apreciara una instalación de Doris Salcedo, la melancolía de esos muebles parece decir que se apaga un sueño que comenzó el 20 de abril de 1979, cuando empezó a circular en Antioquia un diario con ideas fundamentales, como la de la libertad. Esa libertad no podía escapar de la cultura. EL MUNDO fue pilar del inicio de proyectos culturales que transformarían la vida de la ciudad, del departamento y del país. Basta con entrar al Archivo, buscar los folios del Pequeño Teatro, el Matacandelas, el Taller de Artes, La Fanfarria y darse cuenta cómo el Periódico de logo rojo, liberal, entrevistó a miles de artistas, entonces emergentes, creyendo en que nuestra realidad podría existir un sector cultural que se hiciera preguntas importantes.Lea también: Un sector que sigue sacando el sombreroAna María Cano, quien después fundaría La Hoja de Medellín, fue la primera periodista cultural de EL MUNDO. Después la reemplazó Ana Piedad Jaramillo, directora de los Eventos del Libro y exdirectora del Museo de Antioquia y el Teatro Colón. Vino entonces el tiempo de Maryluz Vallejo, hoy doctora en Ciencias de la Información, profesora Titular de Tiempo Completo del Departamento de Comunicación y jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar este 2020. Cuenta Carmen Vásquez, periodista de moda, que cuando Darío Arizmendi era el director de EL MUNDO le dio a cada una su “reino”, le dijo a la periodista cultural que ella se encargara de lo artístico, mientras a Vásquez la mandó a los cocteles, a buscar a la “gente linda”, le permitió tener la primera página exclusiva de moda en estas tierras, guiado en lo que hacía la Revista Hola en España, para que así estuviera clarísimo qué era cultura, qué era entretenimiento, qué era moda y qué era sociedad.Desde sus inicios, EL MUNDO dedicó páginas enteras a la agenda cultural, que eran las más difíciles de editar, porque tenían la agenda de cine, la de teatro, los conciertos, los recitales, las presentaciones de libros, todo, independiente de los artículos periodísticos de una y dos páginas que hacía la sección de cultura.Antes de que su experticia fuera el periodismo político y de opinión, Luz María Tobón, directora de EL MUNDO, fue periodista cultural. Todavía tiene en su oficina una foto de su entrevista a un joven Fernando Botero. Ella, de mamá artista, de familia siempre amante de la cultura, defendió el periodismo cultural hasta el cierre, influyendo, de alguna manera, en que siguiera con cada cambio de dirección. Con la llegada de don Guillermo Gaviria Echeverri, quien respetó lo que hacía el Periódico en este campo, se dio vía libre a que ese saber no se apagara.Nombres como el de Pilar Velilla, exdirectora del Jardín Botánico y el Museo de Antioquia; María del Rosario Escobar, exsecretaria de Cultura Ciudadana de Medellín y actual directora del Museo de Antioquia; la maestra Patricia Nieto, quien guía la Editorial Universidad de Antioquia y es docente de la Alma Mater; o el crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga, escribieron una historia cada día, por varios años, en la redacción de EL MUNDO, cubriendo cultura.El Mundo Semanal, el Imaginario y Palabra&Obra fueron los tres suplementos culturales que dijeron cosas muy importantes a la ciudad, al país. Óscar Valencia, jefe de diseño de EL MUNDO, contaba que Imaginario fue osado, despertando muchas molestias en algunos “paisas de Medellín”, cuando su editora puso en la portada la foto de dos hombres homosexuales, desnudos, después de una Marcha del Orgullo. Sus contenidos hablaban de la cultura como lo que somos, reflexionaban sobre la ciudadanía cultural. Palabra&Obra, por su parte, buscaba hacer reportajes de largo aliento con personajes que se destacaban en el campo cultural, teniendo en su portada a importantes creadores como Débora Arango, Gilberto Martínez, Víctor Gaviria, Fernando Botero, Félix Ángel, Cristóbal Peláez, Beatriz González, Alberto Sierra, Antonio Caro, Dora Ramírez, Leonardo Padura, René Uribe Ferrer, entre muchos otros. Una vez, el artista Richard McGuire, reconocido por ilustrar publicaciones como The New Yorker, nos hizo el honor de hacernos una edición especial de Palabra&Obra. Publicamos un especial completo sobre la salvaguarda del patrimonio de Frida Kahlo y Diego Rivera, hecho en Ciudad de México, analizamos muchas veces lo que hacían en el Ministerio de Cultura, cubrimos la Bienal de Venecia, la Feria Internacional de Arte de Madrid (España), Artbo, el Salón Nacional de Artistas, el MDE, la Fiesta de las Artes Escénicas, el Festival de Tango, los diez años de la Fiesta del Libro con edición especial, siempre estuvimos ahí, en cada evento, en cada lanzamiento, en cada nacimiento.Y cometimos errores, muchos, porque EL MUNDO siempre fue una escuela de periodismo cultural. Cómo les parece que una vez, matamos a alguien que revivió. Olga Elena Mattei estuvo muerta durante unos minutos, nos llamaron directamente desde la clínica a contarnos tal suceso. Lloramos, planeamos un especial, llamamos a Héctor Abad Faciolince, él nos dio su declaración sobre la importancia de Mattei para la literatura nacional y corrió a publicar en su Twitter que había muerto.Hasta que, de esas cosas que pasan, los médicos la revivieron, la reanimaron y no se murió. Desde entonces, Faciolince ha sido muy lejano. Es que en el Código Caracol, María Lucía Fernández publicó lo que pasó, en la edición de las 7:00 de la noche: “la inmediatez de las redes sociales le jugó una mala pasada al escritor Héctor Abad Faciolince”. Casi nos ahorca, publicó en su cuenta en esa red: “serán imbéciles los de EL MUNDO”...Vale la pena decir que defendimos causas importantes. Hay que agradecerle a Irene Gaviria y Luz María Tobón que nos permitieron ser autónomos en el contenido cultural. Fuimos nosotros quienes cuestionamos el cambio de vestido que les hicieron a los Silleteros, desconociendo que eran un patrimonio, con lo que hubo polémica nacional, cuando Aníbal Gaviria era el alcalde. No nos censuraron.Fuimos nosotros quienes iniciamos a hablar de los “hipster”, cuando todavía esa manifestación cultural era bastante desconocida.Gritamos duro con investigaciones. Nosotros nos dimos cuenta de que las Bibliotecas Públicas de Medellín habían sido cerradas por el gobierno de Federico Gutiérrez, desconociendo su importancia en la transformación social, con la excusa de ahorrar recursos del presupuesto público. Vaya error de visión política, por eso insistimos con varios artículos en que los Parques Bibliotecas eran la opción que tenía un niño de cualquier comuna de no caer en las redes de tráfico, su puerta de escape muchas veces a la violencia física y sexual. Incomodamos a Sergio Fajardo sobre la responsabilidad en las fallas en la fachada de la Biblioteca España, tanto que salió en portada diciendo “voy a hablar de la Biblioteca España, cuando yo quiera”, los memes no se hicieron esperar en las redes sociales.Cuando iban a sacar al maestro Alberto Correa de la Filarmónica, nosotros lo contamos. Insistimos en que el presupuesto para cultura siempre debía subir en el gobierno nacional, el departamental y el local. Y, sobre todo, le dimos voz a un sector que no encontraba en otros medios un espacio que valorara sus obras, que escuchara sus demandas, que necesitaba, en pleno siglo XXI, más que nunca, una presencia en la agenda pública.EL MUNDO insistió en la importancia de la formación artística para la infancia. Con su proyecto Educar Mientras se Informa y su Concurso Personitas de Colores, invitó a que los niños pintaran sus sueños. Otra cosa que hizo fue premiar con el Mundo de Oro a quienes durante decenios trabajaron por el sector, entre los ganadores estuvieron Graciliano Arcila Vélez, la Emisora HJCK de Bogotá, Guillermo Abadía Morales, Fanny Mickey, la Orquesta Sinfónica de Antioquia, la Cámara de Comercio de Medellín, la Biblioteca Pública Pilotoy la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, Débora Arango, la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia, Carlos Castro Saavedra, el Instituto de Integración Cultural Quirama, Luis Alberto Correa, Rafael Sáenz Moreno, el Museo de Arte Moderno de Medellín, Luis Alberto Álvarez y la maestra Cecilia Espinosa, su última galardonada.En los comités de redacción, muchas veces nos peleamos con quienes nos preguntaban “y ese, ¿a quién le ha ganado?”, poniendo en duda la idoneidad de los artistas emergentes, peleamos por ellos como el futuro del sector y del arte nacional. La cultura también era un tema para abrir el Periódico, nosotros le dimos la portada al Salón Nacional de Artistas, cuando volvió a Medellín, en su edición 43. Juliana Restrepo y Jaime Cerón, sus directores, llegaron con la edición impresa de EL MUNDO a la apertura de aquel certamen, que durante sus tres meses contó con un cubrimiento diario, detallado, sobre lo que intentaban decir los curadores, que propusieron como tema el oxímoron “Saber-desconocer”.Cuando la notoriedad no abarcaba la obra de Pablo Montoya, cuando parecía que a la crítica local y nacional le faltaba creen en tal talento, nosotros reseñamos su Tríptico de la infamia, sin necesitar que el Premio Rómulo Gallegos nos validara lo grande el autor, porque pudimos verlo.Le puede interesar: ¿Seguro les hace falta la crítica?Que sea el momento para decirles gracias a los cientos de artistas, gestores, investigadores, profesores, curadores, comunicadores y colegas que nos buscaron para pedirnos una opinión, para ofrecernos sus contenidos, así como para criticarnos. Aprendimos juntos, crecimos juntos, hicimos historia juntos.EL MUNDO fue y será la casa de la cultura de Medellín, como quedará para la historia en su archivo, porque aquí pasaron hitos como que Gabriel García Márquez quisiera que la redacción del medio que soñó fundar se pareciera a la del diario liberal de Medellín, donde estuvo dando talleres y compartiendo con los periodistas.Gracias, EL MUNDO, gracias porque nos dejaste soñar que esa utopía que adoptamos, la de cambiar el mundo haciendo periodismo cultural, podía ser posible.
Con todo respeto, no comparto el criterio de quienes han venido criticando a la Corte Constitucional por haber declarado la inexequibilidad del Decreto Legislativo 580 de 2020, por el cual se dictaban medidas en materia de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo, por el motivo que condujo a la adopción del fallo y que también expuso la Secretaria Jurídica de la Presidencia de la República: aunque, según el comunicado de la Corte, se dictó y promulgó en desarrollo del Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica, se expidió dentro del término de vigencia del estado de excepción y se encuentra brevemente motivado y lleva la firma del Presidente de la República, no fue suscrito por todos los ministros del despacho. Faltaron las firmas de los ministros de Salud –lo cual llama la atención en cuanto la emergencia fue provocada por la pandemia- y de Ciencia y Tecnología.Lea también: Cumplir la ConstituciónComo señala la providencia,” el mandato constitucional referente a que los ministros suscriban los decretos legislativos que se expiden en virtud del estado de emergencia económica, social y ecológica constituye una condición indispensable de validez de dichas normas, en la medida en que con este se garantiza, el principio democrático, durante el estado de excepción, pues se contrarresta el déficit de deliberación y se limita la facultad discrecional del presidente”.La exigencia constitucional de que estos decretos, además de las firmas del presidente, lleven las de los ministros –todos- no corresponde simplemente a un requisito de forma y sin mayor trascendencia. Por una parte, cuando hablamos de los estados de excepción –entre ellos el de emergencia- aludimos al ejercicio de una potestad extraordinaria del Ejecutivo, que normalmente no tiene a cargo la función de expedir las leyes –atribución que, por cláusula general de competencia, corresponde al Congreso-. Por otro lado, la Constitución es clara cuando expresa (art. 115) que las firmas de los ministros en los decretos los comprometen y por medio de ellas asumen una responsabilidad por las medidas y decisiones que adopta el Gobierno Nacional. Y, además, las normas superiores relativas a los estados de excepción exigen expresamente “las firmas de todos los ministros” y subrayan su responsabilidad. El 215, para el caso del Estado de Emergencia Económica, Social, Ecológica o por calamidad pública, estatuye: “El Presidente de la República y los ministros serán responsables cuando declaren el Estado de Emergencia sin haberse presentado alguna de las circunstancias previstas en el inciso primero, y lo serán también por cualquier abuso cometido en el ejercicio de las facultades que la Constitución otorga al Gobierno durante la emergencia”.Le puede interesar: Sobre las sesiones virtualesDe manera que no estamos ante un mero formalismo. Ni se puede sindicar a la Corte Constitucional de haber sacrificado el fondo de la medida en aras de la forma, o de no haber hecho prevalecer el derecho sustancial, como lo exige el artículo 228 de la Carta. Ella tiene a cargo la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución, que exigió, en estados de excepción, las firmas “de todos” los ministros, no de algunos.Y el vicio no era subsanable, toda vez que al momento del fallo el decreto ya había sido promulgado y había entrado a producir efectos. En estas materias no se puede improvisar.
Duele la desaparición de EL MUNDO, después de más de 40 años de actividad ininterrumpida, con periodismo de calidad informativa y pluralidad de opinión. Desde hace dos años, cuando la publicación impresa diaria le dio paso a una semanal, el diario quedó herido de muerte porque había perdido su esencia. La desaparición de los periódicos impresos es una de las consecuencias nefastas de llamada revolución digital; nefasta porque los ha destruido sin sustituirlos por nada mejor.Lea también: Harry Sasson, la renta del suelo y las sopas MaggiLa prensa impresa, que resistió los embates de la radio y la televisión, agoniza en todos los países. Se cuentan por centenas los diarios desaparecidos y los que subsisten lo hacen en formatos cada vez más escuálidos y pobres en contenido. Sin la palabra impresa, la fuerza de la vieja sentencia, “lo escrito, escrito está”, se desvanece y con ella las exigencias del rigor informativo y de la clara separación entre la opinión y la noticia.Estas dos fueron las características señeras de EL MUNDO que nunca ocultó su carácter de diario liberal militante, pero abierto siempre a una amplia diversidad de opiniones, tanto en la época de Don Guillermo Gaviria, como en los últimos años bajo la orientación de su hija Irene y de mi querida amiga Luz María Tobón.El de Don Guillermo fue un liberalismo doctrinario, más bien clásico, cuya orientación intervencionista no lo apartó nunca de la defensa de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica en una sociedad verdaderamente libre. Por supuesto que, como periodista, fue también un liberal en el sentido partidista, aunque, el gran hacedor de empresas que fue, seguramente se habría sentido contrariado por la orientación anti-empresarial que aqueja a sectores amplios del que fue siempre su partido.Quizás a causa de la bancarrota ideológica del Partido Liberal, el liberalismo de EL MUNDO de los últimos años perdió su matiz partidista y se hizo más conceptual y de principios, buscando irradiar los valores de la democracia liberal y la iniciativa privada con responsabilidad social a las gentes de todos los partidos y la sociedad entera.Esa defensa de la democracia liberal se expresó en sus cuestionamientos al proceso de paz por su indiferencia frente a las víctimas de la Farc y las grandes concesiones hechas a lo que no era más que organización criminal que no representaba a nadie, como quedó en evidencia con las paupérrimas votaciones recibidas en las dos elecciones en las que ha participado.Su reconocimiento de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica y de la creación de riqueza, se manifestó recientemente en su insistente reclamo de la reactivación de la economía acompañada de la flexibilización de la contratación laboral.Pero quizás la más firme posición de EL MUNDO en los últimos años fue su incansable y persistente reclamo al gobierno a cumplir su misión fundamental de proteger la vida de los ciudadanos. No importa lo que el gobierno haga en cualquier ámbito, si no protege la vida de las personas está incumpliendo gravemente su obligación constitucional y lo que es en definitiva su razón de ser.Muchos años atrás, cuando, por incompatibilidad con mi actividad profesional, decliné la invitación que me hiciera a escribir en el periódico que acababa de adquirir, Don Guillermo, insistente, me dijo que escribir en EL MUNDO sería un honor.Le puede interesar: Una propuesta ilegal, inconveniente y peligrosa, pero imparableHace algunos años, por invitación de Luz María Tobón, EL MUNDO acogió generosamente mis artículos. Me sentí cómodo y complacido de hacer parte de tan noble empresa periodística y muy honrado, como había anticipado Don Guillermo.
Hoy he recibido la noticia: EL MUNDO, después de una tarea periodística de 41 años, ha decidido cerrar su fase de periodismo impreso. El entorno es cambiante, la evolución de hechos, tecnologías, épocas, conduce a decisiones y nuevas direcciones en los caminos que nos presentan horizontes distintos y nos hacen dejar atrás paisajes familiares a los cuales habíamos tomado un cariño como el del poeta cartagenero a los zapatos viejos. Algo diferente se abre en las perspectivas del futuro inmediato. Mis mejores deseos para FundaMundo, para la querida y admirada familia Gaviria Correa, y para la buena ventura de sus proyectos y su liderazgo, siempre inspirados en el bien para la comunidad y para Antioquia. Algunos de estos cambios son dolorosos, como lo es, en lo personal, este: se trata de una pérdida para el periodismo escrito en la región, y en Colombia. Pero EL MUNDO cierra este ciclo, como lo manifiesta su directora Luz María Tobón Vallejo, con la satisfacción del deber cumplido.Lea también: Alatriste: la punta de su espadaTermina para Antioquia una tribuna de decencia, de buen periodismo, de compromiso con la verdad. Se culmina la etapa de un esfuerzo colosal en pro de los intereses sanos de nuestro departamento, pionero para Colombia en tantos aspectos de progreso, de desarrollo, de apertura al futuro. EL MUNDO ha cumplido y constituye un gran honor ser parte, modesta y pequeña, de esta locomotora de la honradez y de la opinión crítica y creadora.Después de escribir la columna “Vestigium” durante veinte años -un total de 492 columnas, de periodicidad quincenal, casi ininterrumpidamente- vienen a mi teclado unas palabras que no puedo evitar, pues las asocio necesariamente a esta tribuna periodística: agradecimiento, aprendizaje, disciplina, creatividad.Cada uno de mis textos fue acogido respetuosamente por parte de los editores y de la dirección en estos años. Nunca he recibido la más mínima interferencia respecto a los temas y enfoques para los cuales con total libertad se me ha cedido el espacio. Siempre he sentido la presencia viva y efectiva de un genuino respeto por el diálogo inteligente, por el ir y venir de ideas ordenadas y rigurosas, expresadas dentro del marco de la consideración hacia la verdad y hacia el lector como un interlocutor merecedor de un trato digno y humanizante. Por parte de la dirección del periódico siempre recibí palabras de aliento, de buen criterio, de magnífica atmósfera de ejercicio de la inteligencia.Escribir Vestigium, con la variedad de tonalidades presentes en el entorno de las realidades contemporáneas, fue un hábito de disciplina, de investigación, de contrastes, de búsqueda de fuentes verificables. Una tarea constante de enriquecimiento y educación personal que tuvo que pasar por el tamiz del lector crítico y exigente, a quien también debo expresar agradecimiento. Mi padre, Hernán Gómez Atehortúa, fue el mejor lector, crítico y corrector que tuve. También asumí una tarea constante de aprendizaje en cuestiones de estilo y de forma periodística. No puedo olvidar las didácticas exposiciones de Arturo Giraldo Sánchez.Un “Vestigium” es la señal, la huella, la marca que deja el pie de un viajero sobre el camino. Hay algo relacionado con la memoria, con el registro de los datos de alguien que ha pasado por un lugar y ha dejado su impronta. Es el indicio de que por allí ha estado un “homo viator”: un viajero, frágil, perecedero, fugaz. Es también el rastro de un caminante que se esfuerza por perfeccionarse en una tarea que se ha impuesto. También el investigador es un sujeto que anda tras las huellas; la realidad -variada y múltiple- ofrece ante sus ojos algunas facetas, y es su tarea, la del investigador, hallar la parte de verdad que está inscrita en esas huellas. Para mí ha sido culminación de un rasgo esencial de mi vida: la búsqueda de explicaciones a las cosas que pasan, y de las cuales apenas tengo un entendimiento parcial en un entorno de asombro constante, infinito, inacabable. Mis columnas fueron posibles por aquella conversación inicial con Luz María Tobón Vallejo, cuando acogió, con tolerancia y generosidad, mis imperfectos intentos de practicar el arte de la columna.Le puede interesar: Incertidumbres y certezasTodos somos viajeros. También las instituciones dejan su huella: EL MUNDO deja un vestigio, una huella de decencia, de amistad, de buena escuela periodística: mi abrazo y mi voz de agradecimiento.
Sorprendente la anticipación del futuro que se da en algunos grandes escritores. A Evelyn Waugh (1903-1966), católico, tradicionalista, conservador y anglocéntrico, la II Guerra Mundial amargó su pluma, antes la más incisiva e hilarante, para contemplar con el futuro posterior a la contienda. Acercándose a la cuarentena dejó atrás mujer y siete hijos y se enroló to serve King and Country, hasta llegar al grado de capitán, sirviendo en distintos frentes. Pronto se desengañaría viendo cómo su país, al aliarse con Stalin, se contaminaba y deshonraba hasta consentir la entrega de media Europa a la barbarie comunista, que presenció y denunció, sin el menor eco en Londres, mientras Yugoslavia caía en poder de Tito. Ese desaliento, que se reflejará en su extraordinaria trilogía sobre la guerra (Men and Arms, 1952; Officers and Gentlemen, 1955, e Unconditional Surrender, 1961), ya se había manifestado antes en dos cortas novelas pesimistas escritas en 1947, Scott-King Modern Europe y Love among the Ruins, a Romance of the near Future. Esta última narra la vida en un entorno igualitario y plebeyo, sin religión, familia, educación, cultura, sin libertad individual ni refinamiento social, tan gris e inútil como el que luego, en 1949, describiera George Orwell en “1984”.Lea también: Control social allá y acá En ese entorno sombrío, aburridísimo, futurista y socialista, los que superan cierto límite de edad se presentan voluntariamente al Departamento de Eutanasia —con frecuencia en huelga—, para hacer la correspondiente cola. Con no disimulada alegría el autor ve llegar allí a dos poetastros mamertos, Parsnip y Pimpernell (Apio y Pamplinas), que en varias de sus novelas representan nada menos que a W.H. Auden y a Christopher Isherwood. Ahora bien, en el nuevo orden mundial sobran los niños y los viejos. A los primeros no se les permite llegar a nacer y a los ancianos recalcitrantes se los habrá de eliminar. Ya en muchos países, los viejos temen al hospital tanto o más que a la enfermedad. Christine Lagarde, exitosa comisionista de equipos militares y política benefactora de demandantes del Estado francés, en 2012, siendo directora del FMI (ahora preside el Banco Central Europeo), se hizo mundialmente famosa cuando dijo: “Los ancianos viven demasiado y esto es un riesgo para la economía global. Tenemos que hacer algo, y ya”, para proponer a continuación el recorte de pensiones y el retraso en la edad de jubilación, con el propósito de “mitigar así el riesgo de longevidad, que constituye un gasto enorme para el gobierno, las aseguradoras y los particulares”. Cuando Mme. Lagarde expresaba eufemísticamente sus verdaderas intenciones, apenas frisaba en los 56 años, pero ya carecía de todo atractivo físico (si es que alguna vez lo tuvo) y no parecía preocuparle la llegada a la vejez. ¡Al fin y al cabo, eso que decía era para los pobres! ¡Ni ella ni Soros —gran promotor de la eutanasia, que ahora tiene 88 años— causarán erogaciones al Estado ni a las compañías de seguros!La franqueza de Mme. Lagarde es de admirar, porque eso lo piensan muchos pero pocos lo expresan como ella, o el primer ministro japonés de la época, Taro Aso, que se apresuró a secundarla, porque su país, el más envejecido y menos fértil del mundo, también se preocupa por los costes y riesgos de la longevidad. Y en Colombia, mediante un recurso literario, plagiando y parodiando a Swift, Alejandro Gaviria, ladino y cínico, revela las medidas urgentes para la exterminación de los ancianos (El Espectador, 15-IV-2012). Más tarde y afortunadamente, el sistema de salud, que encabezaba como ministro del ramo, no lo privó de los costosos tratamientos oncológicos que lo angustiaban como economista.Una cosa es la eutanasia, que al fin y al cabo es un suicidio asistido e indoloro, y otra la mistanasia —del griego mys =infeliz, horrible, y thánatos= muerte--, porque así es la que se propina al anciano sin tener en cuenta su voluntad, y que lo priva de la compañía final de sus seres queridos, de asistencia espiritual y ritos funerarios, como viene ocurriendo en estos días del covid-19. ¡Poco consuelo es saber que, tan pronto se manifiestan los síntomas, le aplican un poderoso sedante, para que muera pronto y sin dolor! Le puede interesar: Corrupción y longanizaEn efecto, en varios países europeos, muy especialmente en Bélgica, pero también en Suecia, Alemania, Gran Bretaña, España e Italia, cerca del 50 % de las muertes por covid-19 contabilizadas han tenido lugar en los geriátricos. Así no se congestionaron las famosas uci ni las máquinas respiratorias. No es extraña esta coincidencia, si consideramos lo que significa vivir (y morir) en la sociedad postcristiana, conmovida por los ingentes gastos que ocasionan los viejos al Estado-providencia en sus últimos años, que deben ser bien pocos, para lograr la reducción de costos en la seguridad social, así esos individuos hayan cotizado toda su vida. Al otro lado del Atlántico, tanto el gobernador Cuomo como el alcalde De Blasio —que parecen clones de Gustavo Petro— han sido acusados de gerontocidio. El primero de ellos trasladó unos 4.300 infectados de coronavirus a ancianatos, probablemente para no congestionar los hospitales. En estos terribles días hemos oído elogiar la selección adversa, que exige descartar la atención a los viejos, con el fin de mantener las uci expeditas para cuando lleguen los menores de cierta edad (¿cuál?).Se me ocurre, entonces, pensar que es posible que salgamos de esta pandemia hacia un mundo diferente, el de la más plena racionalidad económica, donde se hayan abolido los últimos vestigios del Cristianismo y de aquello que llamábamos “filosofía perenne”, que se inició en la bulliciosa ágora con Sócrates, un viejo sofista improductivo, como los que a la veterana Mme. Lagarde le parecen desechables.
El alcalde de Medellín acaba de pedir la renuncia de la directora del Museo Casa de la Memoria y nombró a un nuevo director.Está dentro de su potestad nombrar y remover libremente a los funcionarios con dicha condición. Sin embargo, deja mucho qué pensar cuando se retira de la administración a una funcionaria que en poco menos de un año y medio estaba desempeñando un magnífico papel reconocido por todos quienes creemos en la paz, en el valor de la verdad y en la memoria activa y perenne como forma de construir un futuro mejor.Lea también: La verdadLos museos son fundamentales en cualquier lugar de mundo, todos, pero en especial aquellos que nos confrontan con la historia y nos sacuden como sociedad, que son parte viva del presente y que nos permiten comprender el pasado para trazar el porvenir. Ciudades como Medellín, que han sido hervidero de todo tipo de violencias cuyos rescoldos aún perviven, necesitan de espacios como el Museo Casa de la Memoria para que su historia reciente y lejana, antes que avergonzarnos y atizar venganzas, sirva para forjar un futuro incluyente y sin cabida para la repetición.Pero no solo un espacio físico como tal, el Museo Casa de la Memoria debe estar en todos los barrios, en todas las esquinas de Medellín, en la memoria de todos los habitantes de esta ciudad, en sus acciones, en sus líderes comunales, empresariales y políticos, debe ser un espacio en el corazón de cada uno. Y precisamente eso estaba logrando Cathalina Sánchez Escobar con su invaluable labor: durante su dirección el Museo se estaba convirtiendo en un referente de la ciudad que pretendemos ser, en un centro de pensamiento en donde nos miramos a los ojos del presente y del pasado para poder mirar adelante con la frente en alto; un lugar donde estamos aprendiendo a ser mejores ciudadanos.Y bien importante para Medellín: El Museo Casa de la Memoria, entre otros logros, estaba sacando la leyenda terrorífica de Pablo Escobar y su cartel de la dañina farándula oscura para centrarla en las víctimas y en la reflexión social, como debe ser.Como en toda Colombia, en Medellín tenemos una deuda con las víctimas que quizás nunca terminaremos de saldar, en primer lugar, porque aún hay cientos de víctimas anónimas muchas de las cuales ni siquiera tienen conciencia de que lo son, y, en segundo lugar, porque aún existen posiciones alimentadas por los fanatismos y la codicia negadas a abandonar las violencias como medio para mantener los hilos de sus poderes de todo tipo.Me uno a las voces que claman porque se continúen los procesos que la hoy exdirectora de la Casa Museo de la Memoria estaba llevando a cabo, para que quien llega sepa encarnar ese espíritu que Cathalina le estaba dando como faro que ilumina no solo hacia atrás, sino hacia adelante y hacia todo el entorno de esta ciudad que amamos, que tantos pretendemos cuidar y que muchos queremos ver con su rostro limpio y su cabeza erguida resurgida de un pasado que antes que negar debemos resaltar, confrontar y reflexionar.Señor alcalde de Medellín: En especial clamo para que cargos de semejante importancia y calidad sean ajenos a los vaivenes políticos, a los apoyos de ocasión y menos a las promesas electorales.Se mueve la cosa política:Al terminar esta columna debí cambiar su final y parte de su contenido cuando supe el jueves en la noche del nombramiento como nuevo director del Museo de quien el año pasado fuera candidato de la Colombia Humana a la alcaldía de Medellín, Jairo Herrán. Eso no lo inhabilita, ni más faltaba, pero sí deja qué pensar porque infortunadamente así funciona la política o, mejor, la politiquería, que es bien diferente: Se utilizan los cargos para pagar apoyos electorales o para conseguirlos en momentos difíciles. No me preocupa la filiación política del nuevo director, lo que preocupa es que dicho cargo empiece a formar parte del engranaje políticoelectoral.Mucho me temo que el Museo no siga el rumbo que traía. Sin embargo, siempre hay que dar un compás de espera, por supuesto, es justo. Ojalá tanto el nuevo director como el alcalde me sorprendan, nos sorprendan a muchos.Le puede interesar: La batalla de MedellínLa directora que se fue deja una vara muy alta. Esperemos que su remplazo sea capaz de emularla y que el señor alcalde comprenda que el Museo Casa de la Memoria es, entre todas, la entidad y dependencia que debe estar más alejada de componendas y pactos burocráticos. Totalmente alejada.
La crisis del covid-19 y los efectos de la declaratoria de Estado de Emergencia nos han sorprendido de múltiples maneras. Hemos visto la reacción del Gobierno en muchos frentes, tomando decisiones difíciles y procurando generar con ellas más beneficios (o menos daños) que los costos que las mismas implican.Lea también: Declaratoria de emergencia económica ¿qué estamos esperando?No obstante, reconocer los aciertos y logros del Gobierno en algunos frentes, en determinados aspectos, la actuación del Gobierno ha sido claramente insuficiente y violatoria de los derechos humanos y fundamentales que no pueden suspenderse en el marco de la declaratoria de emergencia económica. Hago referencia, específicamente, al derecho que tienen los colombianos a regresar a su país.Durante los últimos 45 días hemos leído noticias de ciudadanos colombianos atrapados en sitios tan remotos como Katmandú, Nueva Delhi, Omán, Tailandia, Rusia, entre muchos otros países. Estos ciudadanos han agotado todos sus esfuerzos y sus ahorros, y ahora están, muchos de ellos, sometidos a la mendicidad por la negativa del Gobierno de abrir sus fronteras para permitir así el ingreso de los connacionales. Solo ciertos vuelos han logrado aterrizar en Colombia, tal como es el caso del vuelo proveniente de Emirato Árabes, el vuelo proveniente de Fort Lauderdale y el vuelo proveniente de Perú.El derecho a regresar a su país es un derecho humano reconocido expresamente por la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 13 numeral 2), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Artículo 12.4) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos o “Pacto de San José” (Art. 22.5), todas ellas ratificadas expresamente por el Congreso de Colombia y aprobadas mediante ley. Nuestra Constitución Política, en su artículo 93, establece que “los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohíben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden interno”. Asimismo, el artículo 214 n. 2 de nuestra Carta Política indica que, en el marco de los estados de excepción, “no podrán suspenderse los derechos humanos ni las libertades fundamentales”.Se ha conocido ya un fallo de tutela donde el Tribunal Administrativo de Cundinamarca amparó los derechos fundamentales de un ciudadano colombiano a la libertad de circulación para tener un libre ingreso y retorno a su país, al igual que al derecho a la salud y a la unidad familiar. Llama poderosamente la atención que tanto las entidades del Gobierno accionadas (Ministerio de Relaciones Exteriores, Migración Colombia y Aeronáutica Civil), como las entidades estatales (Congreso de la República) se hayan opuesto a la petición del demandante y hayan solicitado al Juez la desestimación de sus pretensiones. También llama la atención que, siendo esta situación común y general a todos los colombianos que se encuentran en el exterior en situaciones análogas, adopte el Gobierno la postura de solo amparar efectivamente los derechos de la persona que haya resultado victoriosa en el juicio de tutela.Así como el Gobierno al inicio de la pandemia destinó un avión militar para recoger a los 14 colombianos que permanecían en Wuhan (China), deberá hacer lo propio para recoger a los demás colombianos que hoy se encuentran en diferentes países del mundo y que tratan de sobrevivir y tienen derecho a regresar. Todas las flotas de aviones de aerolíneas colombianas están hoy en el suelo, y pueden perfectamente utilizarse (previo convenio con las aerolíneas) para recoger a los connacionales en esta operación. El costo de este operativo no puede ser una excusa para no hacerlo. Cada día que pasa, por estar incurriendo en una evidente violación a los tratados de derechos humanos ratificados por Colombia y en una violación directa de lo establecido por la Constitución, el Estado está comprometiendo su responsabilidad por los daños y perjuicios que puedan sufrir estas personas y sus familias.Le puede interesar: Colombia territorio ZESE: Una propuesta de reactivación económicaTal como lo dijo hace algún tiempo Carlos Cortés, director de la FLIP “si una persona no tiene derecho a regresar a su país ¿qué derechos tiene?”.
Con algunas horas de diferencia, si es que resulta relevante hablar de horas en un mundo que ahora parece congelado en el tiempo, dos hombres, dos referentes, buenos referentes, hablaron cada uno en su idioma. Uno desde la tecnología y la filantropía; el otro, desde la religión y el humanismo. Uno estaba en Seatle, Estados Unidos; el otro en la Plaza de San Pedro, en Roma, Italia. Precisamente, los dos países que hoy comandan, el primero el mayor número de contagios del mundo; y el segundo, la cifra más alta de fallecidos por el Coronavirus.Uno es Bill Gates; el otro, el Papa Francisco. El primero, dueño de uno de los imperios tecnológicos más grandes del mundo y cabeza de una de las más grandes fundaciones dedicadas a la filantropía, Microsoft; el otro, líder espiritual y cabeza de la Iglesia Católica. Ambos, inexorablemente, referentes en un mundo donde hacen falta referentes, buenos referentes.Bill Gates, en 2015, aseguró que mientras las grandes potencias gastaban millones de millones de dólares desarrollando juegos de guerra, el ébola derribaba de muerte a miles de seres humanos en África. El Papa Francisco escribió, ese mismo año, la Encíclica Laudato Sí (la Casa Común), y nos dijo con crudeza y pasmosa realidad que habíamos convertido el Planeta en una caneca de basura ante el afán de la riqueza y la acumulación de cosas sin importancia, y por encima de los más pobres y vulnerables.Ambos estaban haciendo el mismo llamado: acabar con la indiferencia y unirnos en torno a lo verdaderamente importante: la vida, pero la vida con dignidad. Fue en 2015.Ahora, en el despunte de 2020, desde sus soledades y con sus propios miedos, Bill Gates y el Papa Francisco nos hablan desde esa aldea global que es hoy, por causa del covid-19, una frágil burbuja, una especie de barca débil que navega bajo la temeraria oscuridad de la tempestad, y busca quién la dirija hacia buen puerto. Uno y otro, buscando anclas en medio de las incertidumbres. Todos nosotros, buscando un referente de esperanza.En CNN, Bill Gates decía el jueves pasado (26 de marzo) que lo peor de esta pandemia es que se transmite de humano a humano y, en consecuencia, es necesario estar solos para poder salvarnos, mientras el Papa Francisco nos dijo en la penumbra de Roma que “nadie se salva solo”, la forma más poética para ratificar que dicen lo mismo: que nos perdimos cuando dejamos de sentir que el otro era más importante que todo el dinero y los lujos juntos. Que sólo es posible sobrevivir cuando ponemos nuestra natural individualidad al servicio de lo colectivo. Cuando reconocemos que no hay otra Casa Común que esta que habitamos y nos pertenece a todos, por más que algunos pocos se hayan adueñado de todo, y de casi todos.Le también: Mensaje de fraternidad y solidaridad del Papa Francisco ante covid-19Que esos pocos, en palabras del Papa Francisco y su “Urbi et Orbi”, nos hubieran impedido ver la grandeza de esos héroes anónimos que hoy se juegan su vida, no en las pasarelas ni en las portadas de las revistas, sino en los cuartos y los pasillos de los corredores de la muerte en que se han convertido los hospitales y las morgues por causa de un enemigo invisible que no quisimos ver por estar atrapados en los juegos de guerra que nos vendieron los que hasta hace poco también ignoraban el virus.Así, y todavía sintiendo miedo e incertidumbre porque la tempestad apenas comienza, Bill Gates y el Papa Francisco tal vez nos ofrezcan, desde sus propias soledades y temores, algunas vacunas contra la desesperanza.Primero, porque Gates nos dice que es necesario trabajar duro para hacer simulaciones sobre lo que será, sin duda, la próxima pandemia y poder anticipar su desastre, al tiempo que llama a las grandes potencias a hacerlo de inmediato y dejar los juegos de guerra nuclear en los cuarteles del pasado, porque, si de guerras se tratase, queda demostrado cuál puede ser más desastrosa.El Papa Francisco, por su parte, nos pidió no tener miedo y recuperar nuestra esencia como seres humanos al servicio de otros.Pero no de los otros ricos, sino, y en especial, de los más vulnerables, que es lo mismo que decir de todos, porque si algo está claro también es que este coronavirus ha sido la “revolución” más dramática y rápida por la igualdad.Llegó la hora de estar del mismo lado, dentro la barca.
Por los cambios o transformaciones aceleradas que se están produciendo en el Occidente antioqueño y también en su vecina y hermana Urabá, la dirigencia de estas dos subregiones se puede decir que está buscando su norte o preparando el inmediato futuro.Ya quedó en el pasado las grandes e inolvidables odiseas o epopeyas de la ingeniería que fueron unir las dos orillas del Cauca con el monumental puente colgante cerca a Santa Fé de Antioquia, el inmenso esfuerzo centenario para la unión terrestre de Medellín con Urabá atravesando todo el corazón del Occidente, más el desarrollo de la industria bananera y agroindustrial, y también de intentar ordenar la extracción minera.Pero hoy con todo lo positivo que está sucediendo ya hay más futuro que pasado para las comunidades occidentales y urabaenses asentadas en el valle que forma el Rio Cauca a su paso por la ciudad madre, por la agreste montaña que erige la Cordillera Occidental, por los quebrados y productivos terrenos camino a las vegas del Río Sucio y que van a derivar a las planicies plataneras y de olor a mar en el Urabá.Según la dirigencia de estas dos subregiones antioqueñas los municipios del Occidente y Urabá son protagonistas de cambios acelerados en su infraestructura con altas inversiones públicas y privadas en vías de doble calzada, hidroeléctricas, túneles y puertos.Y precisamente todas estas grandes obras de infraestructura física ya están impactando radicalmente el comportamiento de la vida social, económica y el desarrollo de los 19 municipios que integran el Occidente con Abraiquí, Anzá, Armenia, Buriticá, Caicedo, Cañasgordas, Dabeiba, Ebéjico, Frontino, Giraldo, Heliconia, Liborina, Olaya, Peque, Sabanalarga, San Jerónimo, Santa Fe de Antioquia, Sopetrán y Uramita, y su estrecha relación de hermandad y destino con los diez distritos de Urabá, en los cuales también ya se observan cambios lentos pero seguros de mejoramiento de la calidad de vida, pero con problemas históricos pendientes de corregir de equilibrio social y en educación.Esos cambios generan nuevas necesidades que requieren de la urgente y debida atención de los líderes de ambas comarcas y por eso deben ser permanentemente evaluadas y revisadas por los espacios o instancias que la dirigencia subregional ha creado como los encuentros anuales o foros.Toda esa transformación subregional que sigue avanzando ha sido objeto de debate en las últimas versiones de los muy conocidos Encuentros de Dirigentes del Occidente y que nuevamente será sometida a discusión en su edición vigésima segunda de este viernes 6 de diciembre, en la sede del Parque Los Tamarindos en San Jerónimo, entre las nueve de la mañana y las dos de la tarde.Igualmente esa profunda metamorfosis del Occidente y de Urabá por la construcción de las vías de cuarta generación Mar 1 y Mar 2, de los túneles de Occidente y Guillermo Gaviria Echeverri en el Toyo, por el comienzo de los trabajos de ejecución de puertos en el mar de Antioquia en Urabá y por el impacto de Hidroituango en las aguas del Cauca río abajo fue ya analizada de manera integral en dos foros subregionales por académicos y líderes con la coordinación del Encuentro del Occidente y el periódico El Occidental.El último de estos foros se llevó a cabo en Sopetrán el 29 de junio de este año, con la participación del gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, oriundo del Occidente antioqueño, de diputados, concejales y alcaldes.Al Encuentro de Dirigente de este viernes y que ya lleva el nombre del gobernador asesinado Guillermo Gaviria Correa, están invitados el Ejecutivo nacional en cabeza del presidente de República, el gobernador saliente y el entrante Aníbal Gaviria Correa, los alcaldes y concejales en ejercicio hasta este 31 de diciembre y los electos en los comicios del pasado 27 de octubre. También fueron convidados el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, la mesa directiva del Concejo de la ciudad capital, congresistas, diputados y toda la dirigencia y líderes comunales, sociales y deportivos de la subregión. Recordemos que el Municipio de Medellín es uno de los aportantes con millonarios recursos para la construcción de túnel en el Toyo.Lea:Homenaje a un fabricante de ideasLa nueva conectividadEl presidente de la Corporación que da sustento legal al citado Encuentro de Dirigentes, Omar Urrego Acevedo, confirmó que el impacto por la nueva conectividad entre Medellín, el Occidente y Urabá por la construcción de las vías 4G, además por las nuevas condiciones que está generando Hidroituango con las aguas embalsadas del Río Cauca en los municipios ribereños de la subregión del Occidente serán nuevamente abordadas por los asistentes a las deliberaciones.En materia vial también los líderes de esa zona llamarán la atención y con urgencia para que se solucione la incomunicación que afecta hoy a la antigua carretera al Occidente por el Alto de Boquerón, debido a la caída del puente del Aburrá cerca a San Jerónimo. Es necesario que este frente vial esté operando como alternativa a una eventualidad por un derrumbe u otras circunstancias que interrumpa la vía por el túnel.El dirigente también reclamó el cumplimiento por parte del Gobierno Departamental de Antioquia se reabrir el tránsito, cerrado hace un año, por el puente monumental José María Villa, para la permanente comunicación de los habitantes de Liborina, Olaya y Sabanalarga con Santa Fe, donde funciona el centro administrativo regional para asuntos tan necesarios como los de salud, educación superior, impuestos, entre otros.Además dicho puente es un referente de la subregión ante el país y el mundo, como un elemento clave para el desarrollo del turismo, que con el mejoramiento de la infraestructura vial será una redención para la zona, pero ordenado y no de olla.En la agenda del Encuentro también figura trabajar sobre la implementación del Pote o Plan de Ordenamiento Territorial Agropecuario, que es la nueva ordenanza aprobada por la Asamblea Departamental, y que será vital para reactivar la producción de alimentos como frutales, cítricos, café y otros cultivos en la diversidad y riqueza de pisos térmicos del Occidente.El Occidente antioqueño reconoce que por fin está viendo los frutos de las acciones que en su favor realizaron gobernadores con origen y sangre en esta región como han sido Juan Gómez Martínez, los hermanos Guillermo y Aníbal Gaviria, Luis Pérez y saludan con mucha esperanza el segundo mandato de Aníbal Gaviria, para concretar todo lo trazado por la planeación estratégica de convertir a Antioquia y al país en la mejor esquina de América y cuya meta concluye en este 2020, lo que requiere avanzar en la definición del mejor esquema asociativo que contribuya al desarrollo conjunto y autónomo, que es otro debate pendiente.
El nuevo rector general de la Universidad Santo Tomás en Colombia viene ilustrando un propósito superior sobre el cual el mundo corporativo se inspira y traza su gestión en un modelo de gobierno corporativo y ejercicio de poder basado en la teoría de la agencia. El asunto no es nuevo, tiene sus raíces en la propuesta de Jensen y Meckling, quienes, en la década del 80, definieron las relaciones de gobierno como una expresión del antiguo concepto de subsidiariedad y que en la práctica es conocida como la teoría de agencia. Tampoco es nuevo esto de la subsidiariedad, comunidades religiosas fundadas en el medioevo, como los Dominicos, la tienen como principio común de su gobierno. Consiste en que el eslabón del alto, el del superior, es subsidiario con los que lo siguen en orden de jerarquía hasta llegar a la base. Quien gobierna confía y delega en quien lo sigue una serie de responsabilidades y éste, con el principio de la confianza, construye los escenarios posibles para quienes deban operar y hacer que las cosas sucedan. Las decisiones son colegiadas y subsidiariamente confiadas a quien corresponda. Para que haya subsidiariedad debe haber confianza y esta se ejerce recíprocamente. En el universo corporativo, este principio de subsidiariedad lo hemos entendido gracias a la teoría de agencia que busca regular las relaciones de poder entre los miembros de una organización. El caso de este rector es, inferido en su discurso de posesión y sus primeras acciones, integrar los diferentes cuerpos colegiados de la universidad y definir su círculo de confianza que está expresado en cada una de sus funciones. Se trata, en segundo lugar, de integrar todos los miembros de la institución, desde su alta dirección hasta sus diversos grupos de interés (los Shareholders y Stakeholders). Como metodología de trabajo, quien se interesa por adaptar la organización en la teoría de la agencia debe formularse dos preguntas: ¿cuáles son las buenas prácticas del modelo de gobierno actual? Y, finalmente ¿a quién beneficia esas buenas prácticas? Estas dos preguntan trazan una ruta que me permito presentar.Lea también: El gobierno corporativo de las universidadesCuando las instituciones de educación superior cuentan con un cuerpo colegiado de alta dirección que actúa subsidiariamente y que promueve el dialogo entre todos, se evitan problemas como los que usualmente vemos en instituciones de carácter público. El caso reciente de la universidad Distrital en Bogotá es un claro ejemplo de lo que se habría podido evitar tan solo si esta teoría si hubiera implementado en el esquema de gobernanza. Todos esperamos que, como sucede en el mundo corporativo, las universidades desde su alta dirección, decididamente y con honestidad dirijan todos sus esfuerzos al cumplimiento de su razón de ser: Educar con calidad. Tristemente hemos visto también, inclusive en algunas universidades privadas, que actuando con negligencia los actores que ejercen el poder, impiden el paso, el avance, las nuevas formas de cumplir con la misión que se han planteado. La mediocridad se viene escondiendo en “lo tradicional”, solo porque tienen miedo a los retos, al trabajo compartido, a las visiones diferentes y a las nuevas generaciones. Instituciones con una planeación superficial, con una administración basada en la contabilidad y no en la gerencia, infraestructuras obsoletas, talento humano poco adaptativo, nada propositivo, anclado en salarios que se corresponde con el nivel de su capacidad de soñar, construir y consolidar. Docentes que con el esquema de contratación se siguen escondiendo en las horas asignadas y no en su propia promoción, rectores de oficina, escondidos, tímidos y nada pertinentes para el presente.Lea también: Carta abierta a los rectores de las universidadesLa teoría de la Agencia ha recibido también críticas. Mozo y Pérez (2001), García (2004) y Ganga (2005), por ejemplo, han afirmado que ésta se basa esencialmente en el punto de vista del principal o propietario, que considera el comportamiento de los agentes o administradores como oportunista motivado únicamente por los beneficios personales. Las luchas de poder entre académicos y administrativos, muchas veces irreconciliables se solucionaría fácilmente con la fuerza de las conversaciones. Juntarnos periódicamente para escucharnos nos abre el panorama, nos ayuda a comprender y comprometernos. Eso es lo que está viviendo hoy la Santo Tomás, se está agenciando para consolidar su esquema de gobierno y se está transformando con la fuerza de las conversaciones. Más que académicos o administrativos, las universidades deben tener excelentes ejecutores de sus funciones misionales. Un gobierno de carácter corporativo salvaguarda las instituciones y permite consolidar la apuesta central de su implementación: la confianza, esta es la clave.