Carlos Saura: sobre el “Cine de autor”

Autor: Óscar Jairo González
19 noviembre de 2017 - 02:00 PM

En los 85 años de nacimiento de Carlos Saura (1932), el profesor Óscar Jairo González Hernández dialoga con seis expertos, sobre la obra de Saura.

Medellín

Siete conocedores del Cine responden a las preguntas de Óscar Jairo González sobre Carlos Saura

1. ¿Qué significación e importancia tiene para usted el llamado cine de autor y por qué? ¿Considera que el autor considerado así es también una marca para el mercado del cine o no, y por qué?

2. ¿Considera usted, brevemente, que la obra cinematográfica de Carlos Saura es cine de autor y marca, desde la perspectiva que nos propuso en la respuesta a la pregunta 1?

Carlos Alfonso López Lizarazo

Profesor Facultad de Comunicación. Comunicación y Lenguajes Audiovisuales. Universidad de Medellín

1 Siempre he tenido líos con el cine de autor, porque para mí el cine es un arte colectivo.

Ahora bien, hay que pensar con detenimiento el tema, pues la experiencia de ficción y animación es sumamente diferente con la del documental.  Es indudable que un documental pueda ser realizado por una persona pues se puede, y en muchos casos y temas es mejor, trabar con un solo individuo, tal vez dos.  El asunto se complica cuando pensamos en la realización de cine de ficción o animación. Películas que requieren de equipos de trabajo, por mínimos que sean.

Finalmente, en estricto sentido, el llamado cine de autor es, para mí, una estratagema más que la industria cinematográfica creó para minimizar el impacto de las inversiones que significan realizar un filme. El cine tiene un modelo de negocio de alto riesgo, es decir, principalmente a través de la recaudación en taquilla se recuperan las inversiones, en esa medida, más allá del relato, debe impulsarse estratégicamente otros atributos a las películas que animen al espectador al consumo.  Entre estos atributos se presentan los elencos actorales y el star system como su fuente, así, también existirá un star system con los directores. En esa medida, y desde la perspectiva que estable la pregunta, se puede considerar y gestionar el cine de autor como una marca.

2 Por supuesto, tal como sucede en otras industrias culturales, el cine, con aliento hollywoodense, independiente y/o arte-experimental,  adoptará y proyectará desde su singular perspectiva valores y atributos que establecen la figura de un director-autor, para motivar el consumo, es decir, asuntos que van más allá de lo específico que el relato puede contener.

Finalmente, una vez ejecutado el derecho de acceso a la película al pagar la boleta, otro asunto será qué hace el espectador con la película, es decir, cerrar el proceso de consumo alrededor de la satisfacción de una necesidad política, ideológica, estética, de ocupación del tiempo de ocio.

Ernesto Pérez Morán

Profesor Facultad de Comunicación. Comunicación y Lenguajes Audiovisuales. Universidad de Medellín

1. Considero el marchamo de “cine de autor”, cuando menos, resbaladizo. La justificación histórica del mismo es bastante evidente en cuanto legitimación y loa del responsable máximo, frente al cine más impersonal de los grandes estudios. Pero muchas veces esa etiqueta es sólo eso (un simple reclamo), más si cabe porque en un arte tan colectivo como el cine, es cuestionable establecer un personalismo muy marcado. ¿Es “Ciudadano Kane” un filme de Welles, olvidando el trabajo de su director de fotografía o del magnífico elenco del Mercury Theater On The Air?,¿la teoría del autor, formulada con ahínco por los jóvenes cachorros de la Nouvelle Vague no escondía en realidad una intención artera por parte de esos autoproclamados autores? Estas y otras muchas preguntas creo que son necesarias, al menos, para matizar el elogio ciego del autor cinematográfico.

2. Desde luego, y al margen de las consideraciones que nos merezca el cine de autor, Saura creo que lo es. Sobre todo por el hecho de que él mismo trataba de abarcar todos los aspectos de la producción posibles. Intervenía en la dirección de fotografía (él era fotógrafo) y rechazaba la figura del músico ad hoc para elegir él mismo la banda sonora, entre otros elementos. Él mismo se consideraba un autor y la crítica y el público identificaban su nombre con un tipo de cine y un estilo, por lo que creo que sí: Carlos Saura era un autor.

José Antonio Planes

Profesor Facultad de Comunicación. Comunicación y Lenguajes Audiovisuales. Universidad de Medellín

1. El concepto de cine de autor es una etiqueta que todavía sigue teniendo cierta vigencia, si bien entraña una gran cantidad de problemas. Habitualmente, sobre todo en los años sesenta y setenta, se utilizó para contraponer el cine de algunos directores independientes frente otros que trabajaban en la industria del entretenimiento. El tiempo nos ha demostrado que las cosas son bastante más complejas: ciertos cineastas inmersos en el cine de entretenimiento han desarrollado filmografías mucho más solventes y apreciables que otros realizadores vinculados al cine de autor. En el cine clásico de Hollywood de los treinta, cuarenta y cincuenta contamos con muy claros ejemplos: John Ford, Howard Hawks, William Wyler, Robert Wise, etc. Por tanto, siempre es saludable encontrar a autores que tratan de expresarse a través del cine, pero eso no implica necesariamente que sus obras resultantes sean valiosas.

2. Como he dicho antes, considero que la etiqueta de cine de autor está bastantes desfasada, pero es evidente que Carlos Saura, fundamentalmente en los años sesenta y setenta, fue considerado un caso paradigmático de cine de autor en tanto en cuanto sus películas se alejaban de los productos de entretenimiento que el cine español de aquella época estaba cultivando. De hecho, en su obra latían una serie de temas poco o nada abordados por sus colegas a excepción de por unos pocos directores. A partir de dos influencias fundamentales como Luis Buñuel e Ingmar Bergman, Saura acomete cuestiones como el pasado histórico español y los procesos memorísticos con una complejidad insólita, y todavía hoy sus películas continúan interpelándonos con la misma fuerza.

Carlos Mario Pineda

Crítico de Cine, profesor Politécnico Jaime Isaza Cadavid

1. Comenzaré planteando lo preguntado al final: El autor cinematográfico es concebido como lo planteó la Nueva Ola francesa, como un equivalente a un literato (teoría de la caméra stylo) que con su pluma crea un universo, ya sea argumental con los relatos que genera; ya sea narrativo con las estrategias estilísticas que emplea (caso específico Gabo o Saramago al obviar los signos de puntuación en un relato, o el uso de un tiempo verbal en vez de otro; la ausencia de ciertos adjetivos, la anulación de una vocal en todo un relato…etc.).

Esa autoría se puede entender cuando una película puede ser identificada por marcas de estilo, cosa que no es posible cuando se ve una película de estudio, con grandes presupuestos y control de los productores porque, hay unos estándares que asemejan una obra a otra, tal como los productos físicos que se hacen en cadena y en grandes volúmenes, como los tenis, las camisetas, los teléfonos celulares…

Esa marca de estilo también puede ser por los argumentos que se eligen, que pueden ser originales y escritos por el propio cineasta o, adaptaciones de materiales preexistentes: obras de teatro, otras películas, obras literarias o eventos acaecidos en la vida. La relación entre esos materiales puede ser por medio de los personajes que aparecen allí y que el cineasta moldea para que sean similares a los que ha hecho antes. O pueden ser los valores morales: personales, sociales, políticos, religiosos…que aparecen; también las atmósferas que se crean o se plantean en las obras que sirven de base.

Dicho lo anterior, es posible ver que hoy algunos cineastas que son identificados por grandes grupos de personas, que consiguen llegar a las salas de cine primero, y luego a las pantallas de televisión, a las demás ventanas de exhibición como personajes que deben ser conocidos. En parte, eso consigue que el mercado los tenga como una mercancía diferenciada, en medio de la mercancía industrial. Por ello, en los festivales se exhiben las nuevas obras de esos autores con una parafernalia, similar a aquella que se le construye a algunas estrellas del rock, de la televisión o de otros campos.

El cine de autor entonces tiene una importancia en la medida que permite leer unas obras en comparación con…o en su propio contexto, sin necesidad de que cumplan un estándar distinto al propio.

Para mí, quizás el cine de autor fue el que mejor me permitió entender el cine como arte. Solo cuando pude ver las obras de 3 personajes, extrañamente en mi adolescencia y en salas comerciales, me di cuenta de que había otro cine. Esos 3 personajes son François Truffaut, Ingmar Bergman y Rainer Werner Fassbinder. No lo supe de manera inmediata, pero luego, al seguirle los pasos pude entender que sus obras me atraían debido a su peculiaridad. Al tiempo con esos cineastas pude ver la obra de Woody Allen (a quien se le consideraba un icono en los cineclubes de la ciudad).

2. Sí, Saura es un autor en toda su extensión. Desde La Caza, una de sus películas tempranas se pudo ver la postura política y la capacidad de crear unas atmósferas y una mirada a los seres humanos en relación familiar y de amigos, que se amplió en su cine de las décadas de los años 70 y 80, para cambiar a una obra más cercana a la exploración de otras artes vistas desde el cine: la música (flamenca, fados, “clásica” española, tango), la pintura y un poco, de teatro.

Pedro Adrián Zuluaga

Crítico de cine

1. El cine de autor es claramente una marca, una etiqueta, un estilo asociado a un nombre. En los mejores casos, cuando se trata de autores con visiones originales sobre la realidad, la autoría hace evolucionar el lenguaje del cine, lo lleva a nuevas potencialidades en su expresión del mundo. También hay, claro, mal cine de autor. La marca es legitimada por los rectores del gusto que evolucionan históricamente pero suelen ser siempre unas cuantas voces. La crítica y los festivales, así como los premios, ejercen hoy ese poder de legitimación. Y detrás de esos ejercicios de legitimación hay siempre una ansiedad por las novedades, para alimentar una industria –la del cine- muy semejante en muchos aspectos, al de cualquier otra forma de consumo.

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2. Sí, fue un autor porque imprimió un sello personal a su cine. Sobre todo a su primer cine que es el que más me gusta, el de películas como La caza o Mamá cumple cien años. Y fue un autor que trabajó en condiciones muy adversas. En un país sin una tradición cinematográfica tan poderosa como la francesa, la inglesa, la alemana o la italiana, y además en dictadura, lo que paradójicamente le exigió a Saura el desarrollo de una mirada crítica indirecta, oblicua, consciente del potencial retórico del lenguaje del cine. La segunda parte de su cine, aquella embelesada en la música, me parece, por ejemplo, una muestra de “mal” cine de autor, porque sacrifica la expresión de su torturado mundo personal a favor de un virtuosismo estético un tanto vacío.

Juan Carlos González

Crítico de cine y Coordinador del Cine Club Eafit

1. El cine de autor es un concepto que viene girando desde el cine francés de los años cuarenta y que Truffaut en su manifiesto Una cierta tendencia del cine francés y Andrew Sarris en su libro canónico The American Cinema: Directors and Directions 1929-1968 acabaron de consolidar. Es la concepción del cine como una dependencia que gira alrededor de una única figura unificadora: la del director. Es él quien impone su estilo, su mirada y su criterio. Es él quien convierte un guion ajeno en algo propio, en una “marca” perfectamente reconocible película a película. Esa marca puede ser desde lo narrativo, lo formal o lo temático, lo importante es que sea individualizable. Me parece que aunque el cine es un trabajo colectivo, centrar las películas alrededor de su director permite estudiarlas como un conjunto y apreciar las diferencias y similitudes entre cineastas de generaciones similares.

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2. Saura es un autor. Sus obras sobre la memoria y el pasado como lazo narrativo, están presentes en El jardín de las delicias (1970), La prima Angélica (1973) y Cría cuervos (1975), también nos hacen reflexionar sobre la época en que fueron realizadas en pleno franquismo, como ocurrió con La caza (1965). Ese cine que hablaba lateralmente para esquivar la censura, hace que sus cintas sean metafóricas, como en La madriguera (1969) y Ana y los lobos (1972).

Además son reconocibles sus musicales como la trlogia de inspiración flamenca, Bodas de sangre (1981), Carmen (1983) y El amor brujo (1986). Y sus documentales musicales como Flamenco (1995), Tango (1997), Iberia (2005) y Fados (2007).

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