Saben ustedes queridos amigos en que página del directorio telefónico de Bogotá se encuentra el número de la Información? ¿En las primeras páginas? ¿Como en todos los directorios del mundo? Pues no.
Es tanta la frustración de no encontrar el número telefónico de INFORMACIÓN en las primeras páginas... que entonces uno termina pidiendo un pollo frito, ya que su venta es lo que aparece en esas primeras páginas  de los directorios bogotanos, por lo menos  en este año pasado de 2016, donde estuve incomunicada de todas mis amistades el 31 de diciembre, pues no pude llamar a nadie para celebrar el año nuevo, por no encontrar el número de la Información, después de haber perdido el celular y de no encontrar mis viejas libretas de apuntes con mis teléfonos anotados, pues las había botado que porque eso ya “estaba pasado de moda”, frase cruel para los que crecimos antes del actual modernismo que no nos obliga ni siquiera a tener memoria que porque todo está “allí”!
¿ALLÍ? Pero dónde es allí?  No encuentro “allí”  ni siquiera un amante desocupado!  Ay, perdón: Ya me mostraron un robot, eso sí no pude saber qué tan “pispo” era, pero dizque trabaja muy bien. ¿Qué estará diciendo el Creador de Adán y de su media naranja (digo, manzana)? 
Han logrado que todos los bogotanos de nacimiento, acomodación, adaptación o invitación, quedemos desinformados y desconectados,  pero eso sí llenos y acaso barrigones: de pedir todas las comidas prefabricadas que anuncian en las primeras páginas, esas que envían a la casa y fomentan nuestras barrigas, y quedamos llenos, pero tristes y desocupados, por falta de amigos y de familiares a quienes no pudimos llamar a informarles que estábamos en la capital,  listos y a su disposición, esperando sus visitas,  para brindar por el 2017, pero eso sí estábamos con la barriga llena y el corazón dizque contento. 
Pues dizque como con la Barriga llena queda el corazón contento, finalmente olvidamos a quién íbamos a llamar. Y hasta de pronto nos enamoramos del pollo enviado, con alas abrazadoras, pescuezo rosado y pico picoteante,  o del pavo alucinante, recordando su bella cola desplegada, o hasta del pobre conejillo  “de Indias” o de cualquier parte.  
Eso sí en ningún caso nos enamoramos de los ideólogos, compositores,  fabricantes o paganini del directorio telefónico de Bogotá, la gigantesca ciudad capital de la extraña Colombia, pues éstos no lograron acomodar el importantísimo número de la información sino - adivinen dónde- en la página 251, bajo la F, efe,  que dice arriba Floristería y abajo, debajo del titulito  “Fondos de pensiones y cesantías” (¿)  y más abajito, en esa segunda columna, en pálidos caracteres rojos, entre una bocina dice: 113 y debajo se lee: “Marca 113 y Encuentra Información Comercial y de Valor Agregado”.  Nada más.
¿Entonces qué, marco, o no marco?
No sé qué datos me podrán dar allí, acaso sobre las cesantías que nunca me pagaron y no sé si encontraré la Información comercial sin o con Valor agregado que hace rato debería estar buscando, aunque no sé para qué.  ¿Pero y los teléfonos de mi gente, estarán también allí? ¡Bueno, tocará ensayar!
-Ah, pero para verlos bien, hay que ponerse las gafas de la abuela de Caperucita Roja, las que luego se puso el lobo para verla mejor. 
Ah, y prender la luz. 

*Filóloga UdeA. Psicóloga PUJ