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Cuando se me ofreció el muro inmediatamente me di cuenta que este correspondía con la plataforma de parqueaderos del edificio e intencionalmente el proyecto arquitectónico había decidido no llamar la atención en ninguna forma para no contribuir a congestionar visualmente el tráfico sobre la avenida. Pero dejarlo tal cual era una negación demasiado flagrante a un espacio abierto e importante, y por eso AIA (la firma constructora) me propuso intervenirlo de una forma discreta que, sin destruir el carácter del volumen, se matizara con algún tipo de interés visual.
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Así se ve actualmente el relieve de Félix Ángel, que no debió ser pintado, ya que su concepción original era totalmente diferente. |
Me inspiré entonces en las pintaderas precolombinas, que son aquellos relieves que los amerindios utilizaban para estampar sus telas o el cuerpo. Dichos diseños pueden ser continuos estampando con el bloque en relieve sucesivamente. En cierta forma, mi idea fue la de “estampar” el muro, de forma muy prudente, para no desvirtuar el carácter del volumen. Decidí que el relieve sería recubierto con el mismo acabado del edificio (un color beige, muy pálido, tal como se ve en la foto primera), para que fuese básicamente la luz del sol (durante el día) y la luz artificial desde abajo (durante la noche) la que destacara el diseño y este se visualizara de dos formas diferentes para darle mayor atractivo. Como dije antes, la luz contribuía a modificar la percepción del relieve, además dependiendo del punto de vista. Creo que era una solución sensible en lugar de proponer algo complicado que no iba sino a “ensuciar” esa parte de la avenida, y el edificio mismo, ya de por sí ubicado en una zona urbanísticamente sucia, y con mucho “ruido”, no sólo auditivo sino visual.
De nuevo, la luz del día y el movimiento del sol creaban sombras que modificaban la percepción del relieve a lo largo del día. Era un proceso lento, pausado y bello. No necesitaba nada más. El relieve era fijo, pero su proyección con la luz le daba un movimiento constante a lo largo del día, todo dentro de una atmósfera monocroma.
Esa no es la única intervención desafortunada que ha tenido el edificio Comedal. En un momento dado el relieve fue pintado de un color siena tostado que magnificó negativamente su presencia sobre la avenida y destruyó la sutileza del relieve. Luego la iluminación artificial desde abajo fue eliminada.
Con las intervenciones que indiscriminadamente se le han hecho al relieve sin haber tenido la delicadeza de preguntarle al artista qué piensa, ni invitarlo a formar parte del proceso de adaptación -intervenciones que a mi modo de ver también irrespetan el edificio- el relieve Pintadera Precolombina está totalmente desvirtuado como obra pública, además del insulto que representa para el artista que otras personas se tomen la ligereza de modificar las cosas sin consultar con quienes originalmente las crearon. Ese es un problema que ilustra nuestra falta de civismo, y que responde a la misma actitud salvaje que ha caracterizado la mayoría de las acciones en nuestra vida social y política. ¡Quién lo creyera!