Le faltan aún dos años para terminar su periodo y seguramente con sus ejecutorias de dilación buscará llegar a esa meta desde la ruindad.
Podemos decir, a pie juntillas, que el magistrado Gustavo Malo Fernández -investigado por el tristemente célebre Cartel de la Toga-, es la muestra fehaciente de un personajillo que enreda a la justicia, que se la lleva entre los cachos con sus argucias y que es el prototipo de quien se vale de los comodines que existen para burlarse de todo un país. Con imputaciones graves de concierto para delinquir, cohecho propio, prevaricato por acción y por omisión y utilización de asunto sometido a secreto y reserva, Malo es eso: ¡malo! Ya el procurador Fernando Carrillo, manifestó que era “inaceptable que un magistrado dilate el poder de la justicia”.
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Es que la Corte Suprema de Justicia ha “exigido” la presencia de este Malo (el de la corrupta práctica de compra y venta de decisiones judiciales), desde noviembre de 2017, sin ningún éxito. Le faltan aún dos años para terminar su periodo y seguramente con sus ejecutorias de dilación buscará llegar a esa meta desde la ruindad. Los magistrados que lo han citado a las audiencias extraordinarias para definir su futuro, están atónitos al ver cómo Malo se las ingenia con su abogado cómplice, para apoyarse en patrañas, so pretexto de excusas médicas variopintas y a destiempo [nunca las entrega con anterioridad sino luego de las horas de las citaciones]. Pero veamos la ruta de Malo, con cinco incapacidades para eludir el cerco de la justicia:
Primer evento de incapacidad: 20 días por hernia abdominal [entre las fechas del 30 de noviembre y el 19 de diciembre de 2017], exactamente hasta el cierre de la etapa judicial del año y comienzo de la vacancia. ¡Qué curiosa esa coincidencia! Segundo evento de incapacidad: 20 días por estrés transitorio de adaptabilidad, bajo certificación de un médico psiquiatra de Bocagrande, exactamente a partir del día de apertura de los despachos judiciales, valga decir, del 11 al 30 de enero de 2018 ¡Otra curiosa coincidencia! Tercer evento de incapacidad: 20 días de prórroga, otra vez por estrés transitorio de adaptabilidad [desde el 31 de enero hasta el 20 de febrero de 2018].
Cuarto evento de incapacidad: 20 días por episodio depresivo moderado [entre el 27 de febrero y el 17 de marzo de 2018]. Y un quinto evento de incapacidad: 4 días por dolor de rodilla por lesión en el menisco mediano agudo [entre las fechas del 20 y 23 de marzo de 2018]. Ello, certificado nuevamente por el médico psiquiatra de Bocagrande. Así las cosas fue el quinto episodio de incapacidad en seguidilla, por lo que podemos predicar que para la Corte Suprema de Justicia y el país, ¡Si hay quinto Malo!, pero para el togado: ¡No hay quinto malo! La Sala Plena extraordinaria convocada por el alto tribunal tuvo de ser suspendida el 20 de marzo último, porque el menisco tuvo la culpa, cuando ese día se iba decidir la remoción del cargo, presión que tenía que evadir Malo de cualquier forma. Ya debe tener lista la artillería de incapacidades este personajillo para continuar su racha de ausencias justificadas.
Lo primero que urdió Malo en su “prontuario” de escondites permitidos, fue una licencia no remunerada el 1 de octubre de 2017 [por dos meses], luego entreveró un permiso para pedir unas citas médicas y ahora se dio el lujo de presentar una acción de tutela en este mes de marzo para obligar a la Corte Suprema de Justicia a que escuche a los expresidentes de la Corte José Leonidas Bustos y Francisco Ricaurte, creando la orfebrería de más enredajos y extendiendo más el tiempo de defensa. ¡Para eso si no estaba incapacitado! No olvidemos que la meta es llegar a finalizar su periodo como magistrado.
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Es la misma jurisprudencia Petro y la misma jurisprudencia Pretelt, para dilatar, dilatar y dilatar. Todo comenzó cuando los representantes Fabio Arroyave y Edward Rodríguez, presentaron ante la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes el documento que comprometía severamente a Malo. Uno de los hombres claves que ha hablado en contra del togado es el exfiscal Gustavo Moreno quien le dijo a la Corte Suprema que Malo participó del grupo de abogados y magistrados que, a cambio de dinero, desviaron sentencias y decisiones judiciales. Se habló de un “arsenal probatorio” más de cien pruebas testimoniales, documentales y periciales y de pagos que hicieron los nefastos Musa Besaile y Álvaro Ashton, ambos en prisión por este caso. ¿Hasta cuándo perdurá la sinvergüencería?