Retos para salvar la democracia en 2018

Autor: Dirección
7 enero de 2018 - 12:00 AM

Los hechos exigen a los demócratas fortalecer la ciudadanía crítica que en las elecciones promuevan y acompañen a aspirantes que se comprometan con el ejercicio democrático, pero sin concesiones, de la autoridad.

El mundo inicia el 2018 bajo incertidumbres, presiones y vacíos de autoridad de gobiernos que están poniendo en peligro la estabilidad de la democracia, la preservación de la paz y la conquista del bien común, como prioridades de las naciones, las instituciones y los ciudadanos. Dar el viraje que permita recuperar la confianza de la ciudadanía, consolidar las instituciones y recuperar la autoridad de los gobernantes y líderes, compromete a quienes reconocemos el imperativo de forjar una civilización sustentada en la ética pública, la defensa de la seguridad y el respeto por los derechos humanos y el orden equitativo que es posible construir con su adhesión a ellos.

La proximidad del primer aniversario de un gobierno en el que Donald Trump ha realizado todo lo que de él se temía, sigue generando interrogantes por los mecanismos que condujeron a su elección, entre los cuales las Fake News y los mensajes de odio jugaron un papel relevante. E indiscutiblemente son enormes las inquietudes por los impactos en el mundo de un gobernante que, al optar por el pequeño egoísmo étnico y chauvinista, ha despreciado el importante lugar conquistado por Estados Unidos como líder confiable de la construcción de soluciones concertadas, o sea democráticas, a grandes problemas y amenazas a la humanidad.

Lo invitamos a leer: El año en que el ejecutivo ensombreció la democracia

En 2017, el mundo asistió al decrecimiento del lugar como agentes independientes del control al poder, la confianza depositada de los ciudadanos críticos y la estabilidad económica de medios de comunicación comprometidos, y obligados ante sus públicos, con construir información verificable y análisis rigurosos sobre los hechos de interés público. Con ese fenómeno llegaron situaciones, como la que The New York Times denunció para México, en las que los gobiernos financiaron a los medios, a cambio de su renuncia a controlarlos, y, especialmente, crecieron las oportunidades, y escenarios en redes sociales, para las noticias falsas y de odio de las que fueron fácil presa los ciudadanos aquejados de extrañamiento por la democracia a la que le han perdido respeto porque ella ha sido minada por la corrupción, el populismo y falsas autoridades. Por el enseñoramiento de estas estrategias, antes limitadas a la propaganda negra, gobiernos que representan los valores del republicanismo, como el de Angela Merkel en Alemania o Emmanuel Macron en Francia, promueven normas que permitan controlar la explosión de falsedades e incitaciones al odio, mientras intentan evitar caer en la censura a la libre expresión, sagrada en democracias liberales, y el derecho a acceder a información, inalienable para el pleno ejercicio de la ciudadanía crítica.

Los esfuerzos de los últimos gobiernos estadounidenses para construir consensos en el seno de Naciones Unidas, o al menos entre países europeos, para enfrentar retos, conflictos y amenazas en el mundo, han sido borrados con incendiarios plumazos -generalmente trinados- por el arrogante Donald Trump. Tras deteriorar en 2017 sus relaciones con América, con amenazas y hechos como la renegociación del Nafta; el Pacífico, renunciando al Acuerdo Transpacífico, y los firmantes del Acuerdo de París contra el cambio climático, el mandatario estadounidense inició el 2018 deshaciendo todo lo construido en la búsqueda de la paz entre Israel y Palestina, la contención de las pretensiones de armamentismo nuclear de Irán y, lo más grave, la instauración y reconocimiento de la ONU como mecanismo para el consenso universal por la paz, el orden y el bien general. Con sus decididos pasos al abismo del populismo autoritario, aunado a las dificultades que enfrentan Theresa May para realizar el mandato del Brexit y Angela Merkel para formar gobierno, el magnate le está allanando el camino a la pretensión de los chinos de ampliar su poderío político y económico en regiones del mundo lábiles a los autoritarismos políticos, como el comunista, o a fanatismos religiosos que prometen soluciones mágicas a situaciones difíciles de comprender y asimilar.

Lea también: Derrotas y esperanzas de la democracia

Los difíciles escenarios creados por líderes autoritarios como Trump, en unos casos, o por dirigentes que han perdido autoridad por la desconfianza de la ciudadanía, como Angela Merkel, o determinaron no ejercerla, por sus particulares confusiones, exigen a los demócratas fortalecer la ciudadanía crítica que en las importantes elecciones convocadas para este año (ver infográfico) promuevan y acompañen a aspirantes que se comprometan con el ejercicio democrático, pero sin concesiones, de la autoridad; que combatan la corrupción y las amenazas a la confianza ciudadana, y que hayan demostrado sus realizaciones en defensa de las instituciones y los valores de la democracia. En América, Brasil, México, Colombia y Venezuela se enfrentan a tan grande obligación.

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