Con 19 votos a favor, el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, OEA, decidió ayer convocar a una reunión de consulta de cancilleres para abordar la situación de Venezuela, decisión que se constituye en una victoria sobre la indiferencia que la comunidad internacional venía manteniendo hacia el pueblo del hermano país.

La dependencia que algunos pequeños países aún mantienen con el régimen chavista desde los tiempos de bonanza petrolera, había hecho particularmente difícil que se alcanzara este número de votos y hace todavía complejo pensar que se logrará la cifra de 24 votos que se necesita si se fuera a convocar la Asamblea Extraordinaria de la Carta Democrática, de la cual esta decisión se constituye en clara antesala.

La postura del Gobierno Venezolano ante este hecho ha sido la de activar el dilatado proceso de retiro, que iniciará con la denuncia de la Carta de la OEA, es decir, con la notificación a la Secretaría General de su voluntad de retirarse. Se va Venezuela sin enfrentar el debate, lo que deja ver el desespero de Maduro por evitar a toda costa que su dictadura quede en evidencia, y nos deja la duda de si tiene la competencia para tomar esta decisión sin contar con la autorización de la Asamblea Nacional para sustraerse de los que es un tratado internacional.

Esperamos, eso sí, que antes de que se cumpla el proceso de retiro, la oposición haya logrado su propósito superior de que se convoque a elecciones con todas las garantías, y pueda revertirse la intención aislacionista.