Murallas y muros

Autor: Pedro Juan González Carvajal
14 febrero de 2017 - 12:00 AM

Considerados hoy como anacrónicos por un vasto sector de la opinión pública, 

Considerados hoy como anacrónicos por un vasto sector de la opinión pública, las murallas y los muros separadores han sido una constante dentro de la variedad de infraestructuras que los humanos hemos construido a lo largo de la historia, teniendo como mejor ejemplo universal, a la Gran Muralla China.

Hoy en el mundo se reconoce la existencia de los siguientes muros principales: El muro que separa parte de la frontera de Corea del Norte y Corea de Sur. El muro de Cisjordania que separa a Israel de algunos asentamientos Palestinos. El Muro de Ceuta en España para separarse de África. El Muro de Irlanda del Norte por cuestiones religiosas. El muro que existe entre Arabia Saudita e Irak. El Muro que separa a Kuwait e Irak. El muro construido en el Sahara Occidental. Los muros urbanos de Brasil. Los muros de Perú. El muro entre Bulgaria y Turquía. El muro entre Egipto y Jordania, el muro entre México y Guatemala y el muro entre Estados Unidos y México. Lo anterior sin tener en cuenta ese gran muro natural que es el Mediterráneo, colocado en primer plano el día de hoy y las fronteras invisibles de Medellín.

Escozor y revuelo ha causado el anuncio del recién posesionado presidente norteamericano para cumplir una de sus promesas de campaña, cual es la construcción de la continuidad del muro ya existente en la frontera con México, construido por el gobierno demócrata de Clinton durante sus dos períodos de gobierno.

Parece ser que este hecho se ha olvidado, o que se considera que el primer muro no es tan grave y ofensivo como el segundo, anunciado por los republicanos.

Lo que sí resulta cierto, es que en el nuevo orden, impulsado por el uso intensivo de las tecnologías, todo fluye con cierta libertad, menos, en orden creciente, el desplazamiento forzado, el no forzado y la movilidad de los humanos.

Hablando de infraestructuras, ya en el plano local, llama la atención la estrechez y cortedad en el diseño de algunas de las obras que se han desarrollado últimamente a través de la figura de Valorización, y que en su mayoría han tenido que ser intervenidas para lograr parte del impacto positivo esperado inicialmente. Tal es el caso de la obra entre la Transversal Superior y El Tesoro, donde a punta de semáforos y señalizaciones verticales, a prueba y error, se ha tratado de manejar la entrada y salida del centro comercial, con resultados todavía no completamente satisfactorios. Ni que decir del retorno a la altura del Centro Comercial Santa Fe, -espacio comercial invasivo del espacio por codicia inmobiliaria desde su construcción-, con la doble calzada de Los Balsos, obra que desde sus inicios ha generado grande y gravísima congestión y que en estos días está siendo también intervenida para trasladar el punto el retorno y buscar una mayor agilidad y descongestión para quienes entran y salen de dicho establecimiento. Más vale tarde que nunca. Digamos que por otras circunstancias, el desnivel de la Transversal Inferior con Los Balsos, tampoco ha podido ser empleado en su totalidad, debido a   los constantes atrasos generados mientras se resuelven los inconvenientes técnicos que surgieron. Es decir, palabra más, palabra menos, que claro que sí hacemos obras, pero nos queda faltando un centavo para el peso y que queden como debe ser desde el primer momento de la entrega, obviamente, cumpliendo con los parámetros de cronograma y presupuesto, lo que se da con honrosísimas y escasísimas excepciones. Queda de todos modos, cierta sensación de mala calidad de diseño y de chambonada.

Retrasado está el Oriente Antioqueño en el sector de Llanogrande con la vía al Aeropuerto, por comenzar a construir las obras que permitan superar los ya consuetudinarios trancones en ese sector.

Recordemos la necesidad de dotar a Medellín de un Centro de Espectáculos acorde a su posición de ciudad de primer nivel.

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