La lección de Baldomero Sanín Cano

Autor: Óscar Jairo González
2 abril de 2017 - 06:00 PM

Cuando se conmemoran 60 años de la muerte del autor, Óscar Jairo González comparte las reflexiones de su obra. 

Medellín

Toda vez que estamos abocados más que forzados, por un extraño e inclasificable impulso interior a estar dominados, poseídos e involucrados con la memoria, la experiencia de la vida va siendo construida, cincelada, tallada por la memoria. Por mucho que se quiera olvidar y destruir la memoria, ella está ahí, impertérrita, impasible e indestructible como presencia o impresencia. 


Quizá la memoria creadora no se halla en conexión con él. Y por ello mismo lo destruya, en la medida en que la memoria se olvida de sí, de estar en una quietud inadmisible e intocable, es inquietante y maravillosa. 


La presencia en nosotros del ensayista reflexivo y sensible que fue Baldomero Sanín Cano (1861-1957), ha sido fundamental en nuestra formación, sin la menor duda, formación desde la crítica de su lectura y desde la crisis que como lector causa en quién lo lee. Toda lectura, como las que él hacía de sus libros (crítica y observadora), reflexiva.
Su obra provoca crisis al lector, desde la perspectiva de lo que el lector mismo no puede conocer, abarcar y alcanzar como querría. Lector y ensayista excesivo. 


Y ese exceso de lector de Sanín Cano es el que causa la crisis en el lector.  Su diletancia,  la  aristocracia de ser un escritor y lector diletante.


No solamente era excesivo como lector, sino como escritor. Tenía la medida del exceso. Escribía tras la lectura, reflexionaba desde y en la lectura misma. Lector que es leído, así era la vida de escritor y lector de Baldomero Sanín Cano. Tiene uno la sensación, cuando lee sus libros –todavía lo leo-, que se encuentra con un lector insaciable, que de manera inmediata hace de su impresión escritura reflexiva. 


Sanín Cano fue un ensayista y escritor de la impresión que le causó la lectura. No es la impresión solamente, no es un ensayista impresionista, como se podría decir, como se critica hoy, sino que esa impresión es lo sensible que se pone en evidencia, que habla en el ahí mismo, pero sin tiempo, sin forzarla, sin concebirla, como prueba ante él mismo, de carácter, del sentido de su lectura. Leer es una demostración, para él, del carácter de su decisión de lector y de ensayista reflexivo. 


Escribe de aquello que lee, de aquello que observa, de aquello que le es necesario o esencial, como sobre una exposición impresionista o sobre F. T. Marinetti y el futurismo, Fernando González o Brandes, de Isaacs o de Carrasquilla,  o de la percepción reflexiva y crítica  que tiene de la escuela, del ser maestro de escuela, de la formación.


La experiencia de los límites, como escritor y lector, de Baldomero Sanín Cano, tenía como elementos de tensión e intención fundadora, la lección, la enseñanza. Lección del que enseña, del ha adquirido para sí, la emoción y la conmoción de enseñar, de dar lecciones, de hacer él mismo enseñanza y lección de escritor y lector. De allí hemos extraído muchas de sus enseñanzas y lecciones, que por su mismo carácter demuestran la finalidad y el propósito de hacerse a sí mismo una escuela, ser una escuela que en todo momento de la vida, enseña y da la lección de lector y hombre dado e inclinado a la reflexión creadora. Y lo más extraordinario: sin odio, sin intolerancia. 


Es un lector y escritor mesurado, claro, tranquilo y un ensayista de violentas conmociones que le indican donde encontraba “afinidad electiva”, para decirlo a la manera de Goethe. Porque se piensa y se escribe, o se crea por afinidad, inclusive afinidad en la contradicción. 


De toda vida, por su mismo sentido y su esencia, su realidad y realización ante nosotros, o ante sí misma; queda una lección (la Lectio). Y está fue la manera contundente, el sentido drástico y la metódica insaciable que dio a su vida, como lección del que escribe y lee, desde la reflexión y la impresión, Baldomero Sanín Cano. Libre de maniobras y de oscuridades “retóricas”, nos enseñó su lección de claridad y transparencia crítica.  


Lección, la de Sanín Cano, que es la que hace que le recordemos todavía hoy, como escritor y lector, en tarea invulnerable de enseñar. La enseñanza como una estética del diletante, como una lección intensa, tensional y crítica.  

 

Sobre Baldomero Sanín Cano

*Este literato y escritor colombiano nació en Rionegro (Antioquia), en 1861 y falleció en Bogotá en 1957.

*fue profesor universitario, humanista, periodista y ensayista.

*Graduado de maestro en la Normal de Rionegro.

*Colaborador de la revista Hispania y redactor del diario La Nación de Buenos Aires, Ministro plenipotenciario en la Argentina en 1934.

*Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. *Diplomático en Europa nombrado por la Sociedad de las Naciones para asuntos culturales.

*Amigo de José Eustasio Rivera, autor de la novela La Vorágine y otros escritores.

*Escribió ensayos de la obra de los escritores colombianos Rafael Pombo y Jorge Isaacs.

 

Obras publicadas:

La administración de Reyes 1904-1909 (1909)

Colombia hace ocho minutos (1888)

An Elementary Spanish Grammar (1918)

La civilización manual y otros cuentos (1925)

Indagaciones e imágenes (1926)

Manual de historia de la literatura italiana (1926)

Crítica y arte (1932)

Divagaciones filológicas y apólogos literarios (1949)

De mi vida y otras vidas (1949)

El humanismo y el progreso del hombre (1955)

Pesadumbre de la belleza y otros ensayos y apólogos (1957)

Letras colombianas (1984).

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