La Migra de Trump

Autor: Rafael Bravo
19 febrero de 2017 - 12:00 AM

No hay interpretación distinta a que todo indocumentado puede ser fácilmente deportado simplemente por carecer de un status migratorio valido.

Las redadas contra los inmigrantes no son algo nuevo. Si lo es la forma como la oficina encargada de los asuntos migratorios -ICE- quiere perseguir y detener a los indocumentados: es tan amplio el decreto que cualquier indocumentado puede ser sujeto deportación. Hagamos un poco de historia: bajo Obama, el presidente que más personas expulsó del país en la historia reciente (dos millones), se fijó como prioridad deportar a quienes hubiesen sido condenados o cometido al menos tres delitos menores. Ahora con Trump en el poder, si alguien comete una infracción de tránsito o en el pasado uso fraudulentamente un número de seguro social para buscar empleo como para poner un par de ejemplos, puede significar el regreso a su país de origen.

Cuando se lee literalmente el decreto presidencial, no hay interpretación distinta a que todo indocumentado puede ser fácilmente deportado simplemente por carecer de un status migratorio valido. Si bien se busca atrapar a los criminales, se le está dando poder absoluto a los agentes de ICE para detener a quien consideren es un infractor menor o quien sea considerado ‘’ un riesgo para la seguridad publica’’. Fue muy claro el recién nombrado director de la agencia afirmando que por fin les ‘’dejaban de atar las manos’’. En consecuencia, los 11 millones de indocumentados quedan preavisados. La diferencia es que no hay como expulsar a tanta gente. Otro efecto de demostración tan común en Trump para congraciarse con la extrema derecha enemiga de los extranjeros.

El día que los Estados Unidos prescindan de los servicios de esa marea inmigrante se paraliza el país. El exitoso paro de esta semana en numerosas ciudades con el nombre de Un día sin inmigrantes fue trascendental. Los negocios cerraron sus puertas, la gente no apareció a trabajar, los niños no fueron a las escuelas y la gente salió a protestar. Una manera de mostrar los aportes económicos al país que algunos quieren desconocer. Los cálculos más conservadores indican que el poder de compra de los latinos se acerca a un billón de dólares (mal traducido como trillón). Una cifra para nada despreciable para una economía de 15 billones.

Por lo demás, las protestas nos dicen que la comunidad hispana ya no le teme a salir masivamente y reclamar el derecho a ser reconocidos, que las deportaciones afectan a las familias y que son personas trabajadoras y honorables. Trump con su malintencionada retórica lo que ha hecho es por una parte, atizar el odio de sus electores y por el otro envalentonar a quienes defienden a los que no tienen más que su fuerza de trabajo, un propósito decidido de sacar adelante a sus familias y salir de la pobreza. 

Enfrentarse a una deportación y regresar a donde ya se es extranjero es una tragedia para quienes la viven. Las familias sufren la separación, los hijos lo sienten y la economía de los hogares se derrumba. El inmigrante decide partir porque no ve futuro, las oportunidades son inexistentes y entonces le apuesta a cruzar la frontera no importa la suerte e incertidumbre futura. Llega y ve que con su trabajo logra lo esencial, sus vástagos nacen en la tierra prometida y todo parece transcurrir con normalidad. De un momento a otro ese sueño termina en pesadilla. 

Esa cruel posibilidad es la que tiene a millones en ascuas. Trump puede decir lo que le plazca. Los criminales hispanos son la minoría. Lo que no puede negar es que los Estados Unidos son un mosaico racial en el que cabemos todos.

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