Ya se detuvo la cuenta de las numerosas marchas que se organizaron en contra del poder del presidente venezolano Nicolás Maduro desde su investidura en el 2014. En la más reciente, el 18 de febrero de este 2017, ciudadanos del mundo entero se manifestaron en contra de la dictadura en ese país. Sin embargo, no parece que el gobierno quiera dar un paso adelante en la resolución de la crisis.  

Una oposición sin poder
Es curioso ver la realidad venezolana teniendo en cuenta el hecho que la Asamblea Nacional está mayoritariamente compuesta por políticos del grupo opositor Mesa de Unidad Democrática (Mud). Éste tiene más del doble de los escaños ganados por el oficialismo en las últimas elecciones legislativas. Para Ricardo Ríos, presidente de la consultora venezolana Poder y Estrategia, todo recae en unos grupos de poder liderados esencialmente por tres personas: primero Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, quien ha estado tejiendo una red de relaciones desde antes de su investidura. Sigue Diosdado Cabello, diputado en la Asamblea Nacional, quien tiene vínculos estrechos con las Fuerzas Armadas por haber pertenecido al ejército y luchado en el intento de golpe de Estado del 4F en 1992. A estos dos líderes se les suma Tarek El Aissami, vicepresidente de la República. Estas tres personas tienen vínculos estrechos y estratégicos con puntos claves de las instituciones venezolanas, según Ríos. 
Además, el analista venezolano subrayó la falta de unidad de la oposición, la cual no ha podido llevar a cabo proyectos concretos para organizar nuevas elecciones de gobernadores o iniciar un juicio para revocar a Maduro. “No ha sabido capitalizar el descontento” de la población, la cual rechaza con más de 80% al Gobierno Nacional, explicó Ríos.  

¿Dónde quedaron los diálogos? 
Actualmente suspendidas, las discusiones entre el oficialismo de Maduro y la oposición han intentado llevarse a cabo desde octubre, no sin dificultades. Algunos, como el ministro español de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Alfonso Dastis, tienen una visión optimista:  “Es una crisis que no se puede prolongar de manera indefinida y yo conservo la esperanza” declaró. No obstante, ambas partes siguen atacándose, insultándose mutuamente, de modo que la tensa situación complica la restauración de los diálogos. 

Crisis política, crisis humanitaria 
Venezuela tiene la particularidad de tener instituciones divididas en cinco poderes principales. Están los clásicos poderes legislativo, ejecutivo y judicial, a los cuales se suman el poder ciudadano y el electoral. Para Hugo Chávez, esta diferencia suponía dar más participación a los ciudadanos. No obstante, para Juan David García, analista político y docente en humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, “el problema de Venezuela, y también de las democracias latinoamericanas, es que tienen un sistema que rompe con el sistema de pesos y contrapesos y es el sistema presidencialista”, lo que provoca un “desbalance” entre los diferentes poderes institucionales.
Más allá de la corrupción y la dictadura, los ciudadanos también son víctimas de la escasez de alimentos y medicinas. “70% de la población afirmó haber perdido peso” declaró Ríos. “El gobierno no quiso autorizar la intervención de organizaciones de ayuda internacional en la crisis humanitaria y tampoco dejó que se proveyeran medicamentos. La crisis en materia de salud, ya grave, empeoró. La mediocridad de los servicios de salud pública provocó un aumento de enfermedades que se pueden evitar y curar”, destacó Amnistía Internacional en su último informe anual. También denunció la situación de los presos que viven en condiciones degradantes, de las cuales no escapan los presos políticos.  

La intervención internacional
El expresidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien es mediador en la crisis, no ha parado de alertar sobre la situación venezolana, hasta pedir la aplicación de la Carta Democrática por la Organización de Estados Americanos (OEA). Recientemente, también se le han juntado senadores estadounidenses en esta demanda. Y es que la democracia no es total en Venezuela: García aludió al índice de democracia establecido cada año por The Economist. En este informe se destaca la caída de la democracia en el país, el cual se aproxima cada vez más de un régimen autoritario. Sin embargo, la falta de acción eficaz por parte del escenario internacional se explica en parte porque “durante muchos años el chavismo fue muy efectivo en la promoción de la revolución bolivariana y también con el aumento de su influencia latinoamericana con la cooperación energética” justificando el silencio, ya que “muchos de ellos han quedado tan comprometidos que entra en contradicción con sus intereses hacer una condena seria y firme frente a lo que está ocurriendo en Venezuela”, explicó García. Por otra parte, Ríos opinó que la intervención extranjera se debe limitar y “(los venezolanos) deberíamos ser capaces de solucionar la crisis”. La MUD actuó en ese sentido, cambiando su estructura y definiendo una nueva hoja de ruta en la óptica que se restauren los diálogos con el oficialismo de Maduro. El objetivo: estar más preparada para que se concluya un acuerdo en el futuro.