Tuvo la enorme virtud de aprovechar al máximo la que es llamada la segunda generación de oro de nuestro fútbol
Después de algo más de seis años al frente de la selección Colombiana de Fútbol, deja su cargo el director técnico argentino José Pékerman. Llegó a apagar un incendio por la destitución de Leonel Álvarez a quien apresuradamente habían nombrado para reemplazar a Hernán Darío Gómez, quien había renunciado por razones extradeportivas.
Luego de diez y seis años de ayuno mundialista caracterizados por los bandazos en las decisiones de los directivos, pasando por la dirección de Pacho Maturana quien no tuvo tiempo para corregir los desaciertos de Chiqui García, intentando con Jorge Luis Pinto, quemando a Eduardo Lara y hasta a Reinado Rueda y luego de los intentos con Bolillo y Leonel, Don José logró clasificar a nuestra selección a dos mundiales consecutivos.
Tuvo la enorme virtud de aprovechar al máximo la que es llamada la segunda generación de oro de nuestro fútbol (la primera fue la de los 80 y 90, con René, Córdoba, Chonto, Andrés, Perea, Leonel, Barrabás, Redín, el Pibe, el Tren, Faustino, entre otros grandes). Sí, tomó a David Ospina y lo consolidó como el indiscutible arquero, aprovechó los mejores años de Camilo Zúniga y Mario Alberto Yepes, dio continuidad a Carlos Sánchez, le dio la alternativa definitiva a James, explotó en toda su dimensión a Falcao y, llevó a Colombia a ocupar un histórico quinto lugar en el mundial de Brasil.
Algunos pontífices del micrófono afirman irresponsable e irrespetuosamente que los resultados de la Selección se debieron exclusivamente a los jugadores, lo que lleva a la absurda conclusión de que cuando la selección perdía era por culpa del técnico y cuando ganaba, era a pesar del técnico. Y los doctores de la radio y la televisión deportiva, doctores en nadie sabe qué, dicen cosas como esas y se quedan serios.
Hubo, por supuesto, errores. Inexplicables convocatorias de jugadores que, incluso generaban suspicacias, planeamientos deficientes en algunos partidos y, sobre todo, actitudes temerosas en momentos culminantes como frente a Brasil en el 2014 y frente a Inglaterra en el reciente mundial de Rusia, partidos en los que, sin duda, con algo más de convicción se pudo haber escrito una historia aún mejor.
Pero, a la hora de hacer el balance, este es altamente positivo. Dos mundiales en los que, sin discusión, se asumió protagonismo pues en ambos se clasificó en la primera fase como primeros del grupo y lo que pasó después fue muy bueno en Brasil y aceptable en Rusia. Además, aunque algunos le reprochan no renovar el equipo, quedan jugadores con Davinson Sánchez, Yerri Mina, Barrios, Quintero, Mateus Uribe, Borja y muchos más, que seguramente se podrán consolidar como una tercera generación dorada que capitalizará el aprendizaje de las anteriores para lograr mejores resultados como, por ejemplo, volver a ganar una copa América.
Por su profesionalismo, su buen trabajo, su respeto hacia jugadores, aficionados, rivales, periodistas y por su aporte para hacer más grande el fútbol colombiano, ¡Gracias Don José!
Una última anotación: algunos comentaristas deportivos se refieren irrespetuosamente a jugadores veteranos llamándolos exjugadores (hasta a Falcao, en medio del drama de su lesión, llegaron a tildarlo como tal). ¿Será posible que estos comentaristas, que alguna vez fueron muy buenos, entiendan que con los años se llenaron de sesgos, caprichos, animadversiones personales lo que ha minado su objetividad y, por lo tanto, su credibilidad y que hoy son excomentaristas? Ojalá muchos de ellos tomen el camino de Don José y no los tengamos en Catar 2022.
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