Entre la percepción y la realidad

Autor: Jorge Mejía Martínez
5 julio de 2017 - 12:09 AM

¿Cómo explicar la brecha que existe entre la percepción de la población urbana de la seguridad y de la inseguridad, de la violencia y no violencia, del conflicto y de la paz?

¿Cómo explicar la brecha que existe entre la percepción de la población urbana de la seguridad y de la inseguridad, de la violencia y no violencia, del conflicto y de la paz? ¿por qué en tiempo normal la gente subestima el tema, pero en campaña electoral lo magnifica?

Vamos para 20 años de considerar los temas inseguridad y violencia como los motivantes al momento de votar por Presidente de la república. Así ganó Pastrana luego de perder en la primera vuelta, al relucir una foto con tiro fijo con el mensaje de que ahora sí habría paz. Tras el fracaso de liderazgo presidencial expresado en la inolvidable silla vacía, apareció el discurso de la mano dura con Uribe, con prolongación de cuatro años más. Santos ganó la primera vez con un sí dubitativo respecto a la seguridad democrática. Para la reelección no dejó ninguna duda de que el camino hacia la paz era la negociación, y ganó. Los otros componentes de la política pública de inversión social, económica o ambiental, no fueron protagonistas en estas dos décadas. La paz era la política. Y así hoy los temas de la paz y la seguridad no estén en el curubito de las preocupaciones ciudadanas, en 2018 coparán la atención de los electores.   

Lea: Mentiras y entrega de armas

Las encuestas- todas se realizan en las ciudades- muestran cierto aire despectivo respecto a la reducción notable de los homicidios, los secuestros, las masacres, los desplazamientos o las desapariciones. Al gobierno nacional de turno no se le reconoce ni pisca de mérito por esos logros soportados en las cifras. ¿Por qué? Porque los encuestados tendrían que reconocer el beneficio de la solución política en marcha del conflicto armado colombiano. Y ello sería un activo de Juan Manuel Santos, que muchas personas imbuidas por el fatalismo uribista, no están dispuestas a aceptar. Un sector significativo cree que la opción militarista tiene validez, mucho más si se trata de aniquilar a la odiada Farc. De allí la acusación de traidor a Santos. Otro sector dentro del mismo uribismo cree en la solución política del conflicto, pero por la vía del sometimiento, no de la negociación, e ilusamente concibe la posibilidad de salvar lo convenido hasta ahora, pero con severos cambios. No considera a la guerrilla como sujeto negociador, con voz y voto. Juega con candela. Esta visión será la oficial del Centro Democrático en la contienda de 2018, y no la de Fernando Londoño Hoyos, el de volver trizas los acuerdos.

Como entre ambas posiciones no hay lugar a la deliberación o al debate público y democrático, por la relación autocrática establecida entre el líder y sus seguidores, Uribe logrará juntar en un solo haz ambas posturas. Relación que también es de conveniencia electoral, más allá de los principios o valores.

Esa misma incoherencia entre la valoración del gobernante por las cifras de la violencia y la inseguridad, y el peso que en la percepción ciudadana se les asignan a estos factores, ocurre en una ciudad como Medellín. A pesar de que en la Encuesta de Calidad de Vida 2016 de Medellín Como Vamos, la mayoría de los delitos de impacto tuvieron incrementos respecto a 2015, en la encuesta sobre percepción ciudadana 2016 de MCV, la mayoría de las personas manifiesta sentirse segura en la ciudad. Solo un 15% dijo sentirse inseguro. A Federico Gutiérrez lo tiene en la cima de la favorabilidad pública, su compromiso casi monotemático con la seguridad.

Además: El asesinato de líderes

El alcalde no tiene más que mostrar en otros ámbitos, pero su función de primer policía de Medellín prometida cuando era candidato, es suficiente para catapultarlo.

Pero al indagarles a las personas por sus prioridades, el asunto seguridad poco aparece. Tal como lo evidenció el profesor de EAFIT Jorge Giraldo “Si se analiza como demanda de acción a la alcaldía la seguridad es apenas el quinto tema en importancia, muy lejos (20 puntos o más) de asuntos críticos en la ciudad según datos oficiales, como salud o empleo. Si se mira por la ponderación que la gente les da a los componentes de la calidad de vida, la seguridad pierde aún más peso ya que baja al octavo lugar.” El Colombiano, 25 de junio.      

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