A pocos días del comienzo de la Copa Mundo y anticipando el resultado, el gran ganador no es el país anfitrión, sino el personaje de moda, Vladimir Putin. La historia de cómo Rusia fue proclamada sede del máximo evento del futbol se remonta a 2010 en abierta competencia con Inglaterra, el entonces favorito por su historia como inventor del juego de multitudes y la moderna infraestructura de vías, estadios, hoteles y una fanaticada especial. Aunque la propia Federación Internacional de Futbol Asociado-Fifa en principio consideraba a Rusia la más riesgosa de las aspiraciones por consideraciones puramente operacionales, otra cosa estaba tramando el presidente ruso.

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Según narra el famoso espía ingles Christopher Steele protagonista principal de la trama rusa que tiene contra los palos a Trump, funcionarios del gobierno de Rusia y un grupo de oligarcas cercanos a Putin fueron comisionados para lograr la sede mediante oscuras negociaciones que involucraban descuentos en el precio del gas a los países que entregaran el voto y ofreciendo costosos regalos. Uno de los emisarios fue Roman Abramovich el multimillonario dueño del popular equipo Chelsea quien tuvo como misión presionar a Sepp Blatter, entonces presidente de Fifa. 
Lo que vino después es bien conocido y la oportunidad para que Valdimir Putin proyectara sus intenciones imperiales, su poder mediático e influencia global. Su determinación era clara: lograr la sede a cualquier costo. Los intentos de la Fifa por auditar las propuestas se fueron al traste luego de descubrirse que una fundación ligada a Abramovich destruyó los archivos que soportaban la puja por la sede. 
Para julio de 2010, 5 meses antes de la votación sobre la sede del mundial 2018, el agente Steele entregó al FBI información sobre las intenciones de Moscú, lo que permitió desmantelar una poderosa red mafiosa que movía dineros ilegales pertenecientes a capos rusos y el posterior “indictment” a los principales miembros de la cúpula de la Fifa.

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Gracias al equipo de agentes del FBI y la Agencia de Rentas Internas-IRS se pudieron comprobar los graves hechos de corrupción dentro del organismo, convertido en un sindicato del crimen organizado con alcances internacionales. El deporte más popular del mundo sacudido en sus cimientos por el manejo irregular de unos delincuentes de cuello blanco condenados por el Departamento de Justicia por lavado de dinero, evasión de impuestos y concierto para delinquir.
Hace ya mucho tiempo que Rusia en cabeza de Vladimir Putin ha sido acusada de interferir ilegalmente en procesos democráticos en varios regiones, de patrocinar la guerra cibernética, de envenenar a sus enemigos usando agente nervioso, de invadir a Crimea y Ucrania y de soporte del carnicero de Damasco. Las investigaciones del FBI no dejan duda de que hubo dinero para que Rusia fuera la sede del Mundial.
Cientos de millones apostando por sus equipos y con la esperanza del triunfo. Al final en el campo habrá un ganador que habrá luchado por conseguir el título jugando limpiamente. En la tribuna, Putin hace rato se proclamó el rey del juego sucio.