El deber de lealtad y el futuro

Autor: Alfonso Monsalve Solórzano
6 mayo de 2018 - 12:08 AM

La senadora Gaviria, reconocida, como es, por ser una incansable luchadora por los derechos de las víctimas de las Farc, fue recibida con alegría por todos los sectores de la coalición uribista

Esta semana, dos importantes mujeres liberales adhirieron a la fórmula presidencial de Iván Duque y Marta Lucía Ramírez: Sofía Gaviria y Viviane Morales. 
Las dos tienen en común que fueron perseguidas dentro de su propio partido, que les cerró la puerta a sus candidaturas por discrepar de las posiciones de la dirección de su colectividad frente al acuerdo Farc - Santos; la primera, porque jamás aceptó el tratamiento ignominioso que se le dio a las víctimas de esa guerrilla en ese pacto, inversamente proporcional al otorgado a las Farc, a las que se llenó de impunidad y prebendas políticas ofensivas; la segunda, porque desde su ideología cristiana, se opuso a la llamada ideología de género estipulada también en dicha negociación.
La senadora Gaviria, reconocida, como es, por ser una incansable luchadora por los derechos de las víctimas de las Farc, fue recibida con alegría por todos los sectores de la coalición uribista. El apoyo de la exsenadora Viviane Morales a la candidatura de Iván Duque, luego de que la dirigente renunciara a su candidatura, ha sido, en cambio, polémico.
En efecto, cuando ella fue fiscal puso en movimiento los procesos judiciales contra Andrés Felipe Arias, y contra Sabas Pretelt, Diego Palacio y Bernardo Moreno, entre otros; causas estas, como se ve, en contra del entorno cercano del expresidente Uribe, y señaladas, por consiguiente, de ser orquestadas por Santos para golpear a su principal opositor.

Además: Viviane se adhiere a la campaña de Duque
El mismo Arias, exilado en Estados Unidos, pero pendiente de extradición en virtud de la enconada petición de la Cancillería colombiana, se ha pronunciado contra esta alianza porque considera que Morales ha perseguido a los uribistas y, por consiguiente, mal podrían estos aliarse con ella ahora.
Pero Duque y Ramírez persistieron en realizarla. La pregunta es, entonces: ¿está construida sobre la premisa de sacrificar el deber de lealtad con uribistas probados que han afrontado la cárcel y el exilio en virtud de su propia lealtad al ideario que profesan? Es una pegunta difícil cuya respuesta, cualquiera que sea, tiene consecuencias. Si la respuesta es sí, no solo Arias y los otros condenados por razones políticas, sino muchos uribistas se sentirán traicionados. Pero si la respuesta es no, habrá que justificarla muy bien para evitar el sentimiento de frustración y rabia de esos seguidores del Centro Democrático (por no hablar de los ciudadanos que miran desde afuera con la expectativa de cómo se hace la política en esa organización, para ver si en ella todo vale con tal de conseguir unos votos).
Voy a intentar dar mi propio punto de vista: la alianza no sacrifica el deber de lealtad con los militantes encarcelados y es necesaria para la defensa de la democracia colombiana.
Duque y Ramírez argumentan que la coincidencia programática con la excandidata, justifica el acuerdo político: “La doctora Viviane Morales lo ha expresado en su coincidencia con los postulados de legalidad que implican en nuestro país la lucha frontal contra la corrupción, la construcción de una paz con justicia” (www.centrodemocrático.com)
La señora Morales, a su vez, afirma que “Como cristiana sé que el pueblo cristiano puede estar tranquilo porque la campaña de Iván Duque y Marta Lucía Ramírez son garantía que desde la Presidencia de la República se les darán todas las garantías para sigan ejerciendo sus derechos fundamentales” (Ibid).
Son declaraciones escuetas que hay que escarbar. La alianza no se hace en una situación cualquiera, sino en una en la que, de verdad, ante el peligro que se cierne contra la democracia colombiana por parte del socialismo del siglo XXI, es el momento de mirar al futuro. No se trata de una exageración. Para poder salvar nuestro estado de derecho, hay que sumar voluntades para alcanzar el triunfo con base en un acuerdo sobre lo fundamental, ojalá en primera vuelta. 
Las alianzas no se dan con los que coinciden en todo, sino en aquello que los une y es básico para las dos partes. Y tampoco se dan sólo con aquellos con los que se tiene una historia y una experiencia compartida. Si así fuera, no podría haber alianzas. No, estas se dan, en ocasiones, con quienes hemos discrepado seriamente, e incluso, consideramos que nos han perseguido en el pasado, porque sin olvidarlo y renunciar a él, necesitamos de su esfuerzo hoy, y en el futuro previsible, para obtener el objetivo central propuesto, en este caso, salvar la democracia colombiana. 

Vea también: La justicia colombiana, dos ejemplos
Para el Centro Democrático, la legalidad, el emprendimiento y la equidad son lo esencial, y si la señora Morales coincide en esos postulados, no se puede renunciar a su fuerza electoral. No es un pacto sobre burocracia, sino sobre principios políticos decantados. Y aceptar su contribución no significa admitir la justeza de sus acciones en el pasado contra nuestros militantes. Sólo quiere decir que es algo sobre lo que se discrepa, y que, sin olvidar, se pone el destino de 50 millones de colombianos, sus libertades y derechos como la prioridad del momento.
Sé que esto es algo difícil, y hasta imposible de aceptar, para los implicados, quienes han vivido en carne propia, junto con sus familias, la tragedia de la prisión y el exilio. Pero, desde la perspectiva política, y esta, en el mejor sentido, es poner y actuar defendiendo los intereses de la inmensa mayoría y el destino de la democracia, a pesar de algunas consecuencias no deseadas, muy dolorosas, que al hacerlo ello acarree. No quisiera estar en los pies de Duque y Ramírez. Ni del presidente Uribe, a quien con seguridad consultaron para tomar esta decisión. Pero el buen político es el que toma la determinación que debe tomar, por encima de sus sentimientos personales. Y el apoyo de cientos de miles a la candidatura Duque – Ramírez, con base en un programa, marcará la diferencia para ganar las elecciones y acabar con la amenaza populista. Y, de paso, muestra a los colombianos la diferencia entre hacer una alianza por razones programáticas y no por una porción de mermelada.
Y en cuanto a la exsenadora Morales, ella enfrenta el futuro, consciente también de las distancias en el pasado, con el Centro Democrático, pensando en lo mejor para su comunidad. Sabe que el nuevo presidente no impondrá una ideología de genero en la familia ni en la sociedad y acatará escrupulosamente lo estipulado en la Constitución nacional al respecto (por supuesto, la Constitución que no incluye el acuerdo Santos – Farc al respecto), y que cualquier modificación a lo allí consignado, será objeto de consensos entre los colombianos, cristianos, de otras confesiones y ateos, en una sociedad liberal. 

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