La Tate Modern de Londres inauguró el 10 de mayo una exposición retrospectiva del artista suizo Alberto Giacometti, en la cual reunirá su serie Las mujeres de Venecia. Se trata de un recuentro con esa creación 60 años después, además de una cita con la propuesta estética de un hombre obsesionado por el material, la forma y la textura.

Estos son cinco datos que permiten comprender un poco del ADN del artista:

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1.  La obsesión por el ser humano

Uno de los principales retos e intereses de Alberto Giacometti fue captar la esencia del ser humano, como lo expresó a periodistas y amigos. Su búsqueda en el cuerpo de la mujer, evidente en las seis esculturas que conforman Las mujeres de Venecia, es un ejemplo de su necesidad de recrear a la humanidad. 

2. Mil facetas para crear

Como se lo expresó a los medios de comunicación esta semana la curadora de la Tate Modern de Londres, Frances Morris, Giacometti fue "un artista con un interés mucho más amplio en los materiales y las texturas, especialmente yeso, barro y pintura", además trabajó el bronce. Como los materiales, el creador buscó en diversidad de técnicas: dibujo, escultura y pintura.

3. Del naturalismo a la abstracción

Nacido en Borgonovo, Stampa, en 1901, Giacometti comenzó interesado en el naturalismo moderno, corriente que mantuvo hasta que el cubismo, más específicamente su final, ese tiempo llamado de estilización poscubista, lo conquistó. Después de ello, el artista se dedicaría a la abstracción. Sin embargo, según historiadores del arte a mediados de la década de 1930, su interés abstracto se rompió ante la necesidad de esculpir de la realidad, de dibujar lo que veía, llegando a un periodo de madurez artística enfocado en figuras cada vez más delgadas y filiformes, consiguiendo con ellas el éxito. 

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4. Artista prolífico

Las muestras que revisan la obra de Giacometti dejan claro que fue un artista prolífico, que creó sin descanso, teniendo series amplias y producciones de centeneras de piezas. La retrospectiva que exhibe la Tate Modern, Por ejemplo, exhibe 250 obras, empieza con una sala llena de cabezas, entre ellas Cabeza de una mujer (1926), que representa a una compañera de la Académie de la Grande Chaumière en París con la que tuvo una relación.

5. Texturas sin límite

Las texturas que Giacometti creó para sus obras, con mezclas, alteraciones en los materiales y variaciones, tienen que ver con recuerdos pictóricos, pero también con paisajes. Críticos de arte y maestros en artes plásticas dicen que, por ejemplo, las llanuras de su tierra natal Stampa, se asemejan a algunas esculturas.