Carta de un examor

Autor: Mariluz Uribe
25 marzo de 2019 - 09:01 PM

Tu madre me escribió, pero no leí la carta, pues la primera frase me pareció muy rara diciendo que había que deponer orgullos y rencores y que por eso me escribía en estas circunstancias. ¡Ah! Le contesté sin leerla, pues tengo decidido evitar lo que me amarga la vida.

Cuando la familia empezó a estudiar algo nuevo para mejorar la vida, tú no quisiste.

Se trataba del Análisis Transaccional del canadiense Eric Berne, algo útil sobre el comportamiento humano: El Padre, el Adulto y el Niño que hay en cada uno de nosotros, y cómo se relacionan con el Padre, Adulto, Niño que hay en las personalidades de los otros.

Nunca entendí por qué no lo hacías, cómo no fuera por la prohibición que creo tienes de pensar.

Ojalá eso también haya cambiado y ya no ahogues en alcohol los pequeños brotes del pensamiento, se debe ser consciente de las cosas.

A lo mejor, o a lo peor, yo, con mi manera de ser y con todos mis resentimientos, estaba impidiendo tu desarrollo, tu crecimiento, justo ahora habrás aprendido más que en 25 años de vida conmigo.

Lea también: El triángulo

Tu madre me escribió, pero no leí la carta, pues la primera frase me pareció muy rara diciendo que había que deponer orgullos y rencores y que por eso me escribía en estas circunstancias. ¡Ah! Le contesté sin leerla, pues tengo decidido evitar lo que me amarga la vida.

Le diré a tu madre que ella tenía razón y que has debido casarte con la chica de la esquina que seguro hubiera sido más fácil de manejar para ella. Le dije hace 20 años cuando ella me dijo que te diera “libertad” para salir de noche o algo así, que si tú te la tomabas yo me iba. Sucedió y me fui. Nada más sencillo. ¿Por qué no me fui antes? Pusilánime, dizque por los hijos, y a lo mejor a ellos les hubiera convenido más vivir conmigo. Pero ya fue como fue.

Ahora se abren oportunidades nuevas para todos. Cuando alguien saca una ficha se termina el juego. Yo dichosa con mi universidad. Estaré ocupada en algo que me agrada. U. de N. M.

En Albuquerque, la Ciudad del Conde Duque, ya estuve en un Taller, con Hedges Capers un psicólogo -Analista Transaccional- importante. Hizo énfasis sobre los cambios, y explicó que, si a la edad nuestra nosotros éramos capaces de cambiar, le estábamos ofreciendo la posibilidad de cambiar a nuestros hijos –teniendo ellos la mitad de nuestra edad- pues cambiando nuestro "argumento" de vida, se cambiaba el de ellos y mostrando cómo, se les enseñaba a cambiar.

Pregúntate como tú podrías pedir a un hijo que cambiara su manera de ser, sin cambiar tú un ápice en cosas más externas y que estaban bajo tu capacidad de decisión y control.

Dices que ya has cambiado y que estás cambiando, te felicito y así se abren nuevas esperanzas para el hijo, que no parece muy satisfecho, y nunca lo estuvo con tu forma de tratarlo.

Para cambiar se necesita psicoterapia y/o un golpe fuerte de cambios en la vida,

¡como una guerra! Y nacimientos, enfermedades, muerte, separación, cosas impactantes.

Mi venida a otro país, nuevas amistades, y amor sin condiciones, me sirvió mucho a mí, pero creo que también te sirvió a ti, para tomar visón, hacer un “insight”, pues no sirven las palabras oídas sino lo que se siente, se produce, sale de uno mismo, pues muestro argumento de vida es y se formó con los hechos vividos en nuestra familia y todo “hecho” hace cambiar.

Ni tú ni yo podíamos seguir como íbamos. La felicidad que te quejas de haber perdido no era algo real sino una pantalla, pues tu vida no era consecuente consigo misma, por eso te anegabas en alcohol para no pensar.

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Si estás en Análisis psicológico y en A. A. debes estar ya, bien, tú también. Felicitaciones. Muéstrale a tus hijos una persona real, se encantarán: Tu verdadero tú.

Ella.

 

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