Absurdo: la marcha del primero de abril

Autor: Alejandro Álvarez
29 marzo de 2017 - 12:06 AM

La marcha del próximo primero de abril contra la corrupción es un excelente ejemplo de un absurdo.

La Real Academia de la Lengua Española define la palabra “absurdo” de cuatro maneras. Según la primera definición, se trata de algo contrario y opuesto a la razón, que no tiene sentido. La marcha del próximo primero de abril contra la corrupción es un excelente ejemplo de un absurdo.

La marcha contraría y se opone a la razón no por la falta de argumentos para manifestarse en contra de la corrupción (éstos sobran, lo sabemos muy bien), sino porque quienes aparentemente la lideran son dos claros representantes de la utilización de las funciones y los medios de las organizaciones públicas para el beneficio propio (definición de corrupción) y, además, han acolitado también que otros saquen provecho irregularmente de sus posiciones (básicamente: son corruptos y se rodean de corruptos). ¡Que sean ellos los convocantes más visibles es un hecho que carece de sentido y se opone a la razón!

Pero, seamos realistas: si es que alguna vez lo fue, la razón dejó de ser hace mucho tiempo el factor clave de decisión. Se decide principalmente con base en el impulso de las emociones, cosa que no estaría mal si no fuera porque no se nos ha educado para relacionarnos con ellas. Esto no es culpa de una sola persona, por supuesto que no: es el triste resultado de una sociedad y una cultura que reprimen las emociones, sobre todo las “negativas”: se piensa que son inevitablemente malas y cuando aparecen la rabia o la tristeza, por ejemplo, no se sabe qué hacer con ellas y terminan definiendo la decisión sin darle nada de espacio a la razón. Esto entra jugar con el hecho de que las ideas -me lo decía hace poco una colega que se encarga de estudiarlas desde una perspectiva histórica- dependen poco de una base de argumentos racionales para ganar terreno. Es decir, las ideas se propagan y fortalecen más fácilmente cuando se relacionan con las necesidades (reales o no) de la sociedad y cuando excitan las emociones (siendo más efectivo, decía la profesora, el miedo que la esperanza). Y cuando hay carisma de por medio. Poco importa, repito, que el relacionamiento entre las necesidades y las ideas propuestas sea verdadero, lógico o racionalmente fundamentado: lo más relevante es que muevan emociones y que el carisma atraiga. Por eso a quienes convocan a la marcha contra la corrupción les tiene sin cuidado que alguien identifique esa gran contradicción. Una marcha anticorrupción liderada por corruptos, unos marranos vendiendo chicharrones: contradicciones molestas. Precisamente un significado más de la palabra absurdo: chocante, contradictorio.

Me voy a saltar el análisis sobre un tercer significado que da la Rae de nuestra palabra del día (Absurdo: extravagante, irregular). Si bien no es una tarea ardua asociar a los líderes de la marcha en cuestión con estos adjetivos, prefiero seguir intentando calificar la marcha en sí -y no a sus organizadores- y por eso le doy paso al último significado: absurdo es un dicho o hecho irracional, arbitrario o disparatado. Un grupo de corruptos propone una marcha anticorrupción para quejarse de la gestión corrupta de un gobierno que ellos mismos montaron. ¿Hay algo más disparatado que eso? Sí: que adicional a todo esto se esté invitando a salir a la calle a participar en esa marcha con el pretexto de que de lo contrario el país le será entregado al comunismo. Nuevamente: ideas comunicadas para generar miedo, para que la gente “salga a la calle berraca” (aquí le desobedezco a la Rae: “berraca" no es lo mismo que “verraca”).

La participación y movilización ciudadana son, más allá de necesarias, imprescindibles, si lo que se quiere es cortar los tentáculos de la corrupción hasta que algún día podamos acabar con ella. Hay que salir a exigir, pero no de cualquier manera. Asistir a la marcha del primero de abril es perpetuar mentiras y ayudar a generar cortinas de humo detrás de las cuales se seguirán haciendo las mismas porquerías. Pensemos, sintamos, emocionémonos y actuemos contra la corrupción. Pero, no así, ¡no más manipulación!

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