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Comenzó con un gran impulso y mucha confianza; primero alzó 106 kilos en el arranque y luego subió a los 111 kg, todo sin problemas. Pero sus rivales estaban en un gran nivel, la coreana Ring-Jom-Sim fue por los 121 kg y sus otras rivales directas tampoco dieron muchas posibilidades, alzando 118 kg cada una.
De todas formas Ubaldina hizo su trabajo y mostró una gran concentración en cada movimiento realizado. En el envión alzó 137 kg, luego intentó ir por los 138; era el último de sus esfuerzos en la competencia profesional, la última pesa que alzaría sobre su cabeza. Dejó todo su aliento, lo que le quedaba de fuerzas, pero no le alcanzó.
Igual, se despidió con una sonrisa y un rostro apacible, de deber cumplido. Antes de marcharse del escenario se quitó sus zapatillas y el cinturón, fue un tributo a su familia, a la gente que la apoyó y a ella misma.
Fue cuarta y alcanzó el octavo diploma de Colombia en estos Juegos, con lo cual cerró el país su presentación en halterofilia en Río.
Este fue su mejor resultado en los cuatro Juegos Olímpicos en los cuales participó; en Atenas 2004 fue quinta, y en Beijing y Londres repitió el sexto puesto.
A lo largo de su carrera, la pesista nacida en Quibdó se caracterizó por un gran desempeño y persistencia; logró oro en cuatro Panamericanos distintos: Santo Domingo, Río, Guadalajara y Toronto.
También obtuvo seis medallas doradas sumando sus participaciones en Juegos Sudamericanos y Centroamericanos.
Ubaldina fue una digna representante de la halterofilia, sucesora de María Isabel Urrutia, quien luego de su inolvidable medalla dorada en Sidney 2000 en los 75 kg mostró el camino para la generación posterior en la cual siempre sobresalió Ubaldina.
Aunque una medalla hubiera sido una despedida excepcional, el diploma es un gran cierre a la notable carrera de una de las mejores pesistas en la historia del país.