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La organización nació de tres mujeres víctimas que se "cansaron" de esperar a que la justicia llegara. Fue así como comenzaron a sensibilizar, escuchar y a acompañar a otras mujeres vulneradas.
Claudia Morales, investigadora social y humanista, es la cabeza del colectivo, y es la encargada de llevar a Ámate Mujer a todos los rincones de Colombia. De esta y de manera voluntaria hacen parte mujeres públicas, artistas, líderes sociales y comunitarias y empresarias, que también llevan el mensaje de autocuidado, derechos humanos y paz adonde quiera que van.
Es en esta línea que Ámate Mujer Colombia presenta un informe desde el enfoque de derechos sociales, culturales, políticos y étnicos una combinación de estereotipos visto desde la corresponsabilidad, la moral y valores de las mujeres en Colombia, a través de los mecanismos de sensibilización, estimulación, orientación y apoyo a las diferentes dinámicas de enfoques de derechos fundamentales y conexos. Lea, a continuación, algunos apartes de este.
Para la construcción del diagnóstico de las violencias contra las mujeres en Colombia se utilizan fuentes primarias y secundarias e información complementada recogida a través de un proceso participativo.
Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud de 2005 que realizó Profamilia, el 86,7% de las mujeres que han sufrido cualquier tipo de agresión, entre los 15 a 19 años, nunca buscó ayuda. Tampoco lo hizo el 82,2% de las mujeres jóvenes de 20 a 24 años.
De acuerdo con el informe presentado por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses y que se denomina Masatugó, “podría entenderse la violencia física contra la mujer como la forma más extrema de presentación de los casos o al menos la más visible”. Este tipo de violencia no solo refleja la marca dejada en el cuerpo sino que hace evidentes otras formas de discriminación que suelen acompañar las agresiones a las que es sometida una mujer por razón de serlo y que por lo general han estado precedidas de toda forma de control sobre su cuerpo, su sexualidad, su autonomía, y en general, sobre su vida.
Este sigue siendo un fenómeno grave que va perpetuando las prácticas violentas en el comportamiento de hombres y mujeres al interior de la familia y por tanto, hacia la sociedad. Es la tercera tipología de violencia que se da al interior de la familia en número de casos. Sin embargo y, al igual que las demás violencias, se cree que existe un grave subregistro en tanto su lugar más frecuente de ocurrencia es la vivienda, además que la víctima, está desprovista de la posibilidad de denunciar.
Se debe iniciar por afirmar que el tema de los homicidios, desde el punto de vista cuantitativo, afecta con mayor rigor a hombres que a mujeres, sin embargo, no se deben desestimar las cifras de homicidios en mujeres, pues en la mayoría de casos, estos están asociados a construcciones de género.
Es el reconocimiento de que hay poblaciones que por sus características particulares, en razón de su edad, género, orientación sexual, grupo étnico y situación de discapacidad deben recibir un tratamiento especial en materia de ayuda humanitaria, atención, asistencia y reparación integral.
La discriminación es uno de los principales factores de la pobreza y, con frecuencia, las mujeres son objeto de discriminación múltiple: las discriminan y les niegan sus derechos por ser mujeres y por pertenecer a un grupo marginado. Las mujeres que viven en la pobreza también se enfrentan a discriminación simplemente por su pobreza. La discriminación suele hacer que queden excluidas del acceso a la justicia, la protección o los servicios.
La pobreza, para las mujeres, es a la vez causa y consecuencia de la violencia: la violencia mantiene a las mujeres atrapadas en la pobreza, y las mujeres pobres están más expuestas a la violencia. Las mujeres que sufren violencia pierden ingresos y ven afectada su capacidad de ganarse la vida.
La violencia y la pobreza suelen sumarse para atrapar a las mujeres en situaciones difíciles, aunque la educación puede proporcionar una vía de escape. La educación puede abrir las puertas de la independencia económica, aumentando las opciones de las mujeres sobre cómo vivir su vida. La educación es un derecho humano, pero en todo el mundo más de 55 millones de niñas no asisten a la escuela debido a la violencia y la discriminación.
Cuando saben que tienen derechos, las mujeres los reclaman pese a todos los obstáculos a los que se enfrentan. En todas partes del mundo hay ejemplos inspiradores. Actuando como defensoras de los derechos humanos o simplemente como miembros de sus familias y comunidades, las mujeres impulsan el progreso social y el avance del respeto a los derechos humanos para todas las personas. En algunos países, las mujeres son participantes activas en el proceso político y han dado pasos importantes hacia la igualdad política y económica.
Es preciso que los Estados y las instituciones internacionales trabajen con más energía para proteger los derechos de las mujeres, pero todas las personas tienen un papel que desempeñar a la hora de crear la voluntad política de producir cambios. Podemos retar a nuestros gobiernos a que mejoren el disfrute de los derechos de las mujeres en el ámbito nacional, así como, mediante la cooperación internacional, en todas partes del mundo.
En septiembre de 2009, todos los gobiernos acordaron la creación de una nueva entidad de la ONU dedicada a los derechos de las mujeres, que tendrá una mayor
Capacidad para contribuir a que la ONU y los gobiernos aseguren que las mujeres y las niñas de todo el mundo disfruten de sus derechos en la práctica. Para tener éxito, esta nueva entidad necesita de una dotación de fondos y un compromiso político sostenido.
En Antioquia se vienen trabajando diferentes procesos de resocialización, en el campo de los municipios afectados por la guerra, uno de los grandes puntos del conflicto son el abuso y participación de las mujeres en los grupos armados; muchas de ellas, reclutadas desde los mismos senos de sus familias, y siendo aún niñas; el caso de municipios, como San Carlos, Cocorna, el oriente, Urabá Antioqueño y algunas periferias de los barrios de Medellín.
Hacen de estas inestinencias sociales, por parte de algunas de ellas, mujeres sometidas y sin control, en la deshumanización del sometimientos abuso, a través del conflicto, y la poca perspectiva de apoyo a la resolizacion de derechos, por parte del estado Colombiano.
.Debilidad de las estrategias pedagógicas hacia las mujeres para la promoción de sus derechos, con especial énfasis en el derecho a una vida libre de violencias, que permita Mayor denuncia de las agresiones que sufren en razón de su género.
.Carencia de redes sociales y comunitarias para la detección y el control social de las Violencias contra las mujeres.
.Insuficientes mecanismos de apoyo a iniciativas comunitarias, de solidaridad vecinal y de liderazgos afectivos para la respuesta social frente a las violencias contra las mujeres.
.Insuficientes mecanismos de apoyo a procesos de incidencia política y de veeduría Ciudadana en materia de violencias contra las mujeres.
El colectivo Ámate Mujeres Colombia ofrece seminarios y talleres, entre los que se encuentran temas sobre el integrar las perspectivas de géneros dentro de las políticas públicas, asegurar que los programas y proyectos sean diseñados para combatir y sensibilizar los enfoques de derechos a los diferentes grupos de mujeres, sensibilizar acerca de los planes de desarrollo municipales, recolectar información y estadísticas, acerca de las denuncias en estas violencias, promover la promoción artística, lúdica como formas de expresión de sus propias vivencias y utilizarlos como modelos de expresión, enfoque diferencial y papel de la mujer negra en Colombia, enfoque Diferencial y papel de la mujer indígena en Colombia, sensibilizar acerca de los planes contra la equidad, combatir el uso de las redes sociales como futuros protagonistas de estos hechos y madre infantilismo y madre adolecsente.