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Debo confesar que no he podido superar el vicio de leer religiosamente la prensa local y nacional y ver los noticieros de televisión, cuando las obligaciones me lo permiten.
Sin embargo, cada vez tengo que hacer un mayor esfuerzo para no caer en la ofuscación, cuando leo y escucho, día tras día, que los mismos actores de siempre se llevan los grandes titulares y la mayor cantidad de espacio de los noticieros. Esperaría uno que fuera para bien, pero lamentablemente nuestra historia presente se ha convertido en una larga, tortuosa, lánguida y pesada telenovela mexicana.
Si no es Santos, es Uribe. Si no es el fiscal, es el procurador. Si no es Petro, es Pachito. Si no es Márquez, es Otoniel. Si no es la Corte Suprema de Justicia, es el Consejo de Estado. Si no es el Carrusel de la contratación en Bogotá, son los alimentos escolares. Si no son las Farc, son las Bacrim. ¡Qué cansancio!
Pero en otros ámbitos internacionales, ocurre lo mismo: Si no es Maduro, es Correa. Si no es Obama, es Putin. Si no es la Merkel, es Kim Jong-un. Si no es Ban Ki-moon, es Almagro. Si no es Christine Lagarde, es Janeth Yellen. ¡Qué cansancio!
Nuestra realidad se ha convertido en una pesada noria que no avanza, y que simplemente ofrece algo distinto, cuando nos dejamos entretener por el deporte o por la farándula en alguna de sus múltiples facetas.
Pareciera que fueran cortados con la misma tijera, cada uno subsumido en su propia realidad. Alega el ciudadano Donald Trump que los mexicanos son unos indeseables, mientras el Comandante Maduro sostiene que “Los colombianos nos traen a Venezuela miseria, criminalidad y desorden social. ¡Qué cansancio! ¡Ojalá mi Dios se acordara de ellos para que dejen de estorbar!
Se muere uno de la envidia cuando lee en El Colombiano del Sábado 8 de Agosto que “Fredy Colas” quien se había entregado a la DEA el 31 de marzo de este año en Bogotá, ya ha sido condenado a 7 años de prisión por la justicia de Estados Unidos, con una celeridad en el proceso que causa admiración. Se parece a nuestra justicia criolla que se asimila a una tortuga con artritis grave.
Ahora parece que sí es en serio que el Fenómeno del Niño nos va a golpear con toda su fuerza (Preparémonos entonces para un fuerte invierno). Ojalá toda la previsión que se ha podido desarrollar con la anticipación que hemos tenido, de sus resultados. Posibles racionamientos, disminución del presupuesto de la vigencia 2016, aunados a la caída del precio del petróleo y la trepada de la tasa de cambio, generan unas condiciones muy complicadas de cara al final del año.
Oscuros nubarrones se comienzan a avizorar de cara a la mal llamada negociación del salario mínimo, donde como siempre, las expectativas de los trabajadores, sufrirán otra decepción.
Por ahora, de manera constante, sigamos trabajando para que el desasosiego y la frustración no nos acompañen en el remate de este duro año.
Recordemos a Mao Tse Tung cuando dice: “La política es una guerra sin efusión de sangre; la guerra una política con efusión de sangre”.